Bruce Teicholz, mi padre, conoció a Raoul Wallenberg y trabajó con él en Budapest, y lo consideró un hombre admirable.
Bruce Teicholz había llegado a Budapest a comienzos de 1942 en calidad de refugiado procedente de Polonia. (Había nacido como Benzion Teichholz, y también fue conocido por los nombres de pila Bernhard, Ben, Bronislaw, Boris, y Bruno). Él alertó a la comunidad judía acerca de lo que les estaba ocurriendo a los judíos en Polonia, pero ellos no quisieron creer que lo mismo pudiera ocurrir en Hungría. Sin inmutarse, mi padre comenzó a organizar una unidad clandestina que construyó refugios, falsificó certificados de bautismo así como otros documentos de identidad y contrabandeó personas a través de la frontera.
Hacia la época en que Raoul Wallenberg llegó a Budapest, en julio de 1944, Teicholz, usando el nombre-clave ”Glück” (que significa ”suerte”), conducía una unidad ”técnica” de cientos de jóvenes de ambos sexos que estaban trabajando en la clandestinidad.
Wallenberg era unos años más joven que Teicholz, no obstante lo cual lo impresionó mucho.
Wallenberg, según lo recordaría más adelante, acudía desde temprano a las estaciones de ferrocarril repartiendo pasaportes suecos y salvando vidas. Durante todo el día corría de un lugar a otro para cerciorarse de que las Casas Suecas fueran seguras.
Lo que mi padre admiraba tanto de Wallenberg era el que arriesgara su vida para salvar a judíos cuando no era necesario que lo hiciera. Mi padre, como judío, se sintió obligado a hacerlo por cuanto era una cuestión de vida o muerte para él y su pueblo. Pero Wallenberg no tenía esa motivación y el empeño con que actuaba impresionó a mi padre más todavía.
Él presenció como Wallenberg en horas de la madrugada sacaba gente de los vagones de ganado destinados a Auschwitz.
Wallenberg y mi padre se encontraron en varias ocasiones. La reunión más importante que tuvieron fue para discutir el hecho de que el grupo clandestino de mi padre estaba copiando los pases de Wallenberg. Cuando Wallenberg emitía uno, el grupo de mi padre imprimía 100. Wallenberg temía que los alemanes pudieran invalidarlos al sospechar que hubiera tantos suecos. Parte del problema era que los pases suecos con frecuencia iban a parar a manos de los judíos más ricos. Los pases falsificados de Teicholz eran más democráticos y los miembros del grupo los distribuían entre los judíos en toda Budapest.
Luego de la reunión Wallenberg aprobó que Teicholz imprimiera los pases falsificados. En forma conjunta podrían salvar muchas más vidas que las que Wallenberg hubiera podido salvar actuando sólo.
Mi padre vio a Wallenberg por última vez en enero de 1945, cuando los rusos entraron a Budapest. Supo varios días después que Wallenberg había sido arrestado por el Ejército Rojo. Mi padre siempre sospechó que los soviéticos suponían que Wallenberg era un espía. Nunca lo volvió a ver.
Mi padre, que vivió hasta 1941 en Polonia, siempre creyó que Raoul Wallenberg murió en prisión, ya sea durante los interrogatorios o a causa de las terribles condiciones carcelarias, y que los rusos quisieron taparlo todo. Según la experiencia de mi padre, si alguien sobrevivía en un gulag soviético contaba con muchas vías para enviar al exterior un mensaje fidedigno. El que Wallenberg no hubiera podido hacerlo significaba que había muerto.
A pesar de ello, mi padre siempre apoyó los esfuerzos de las diversas investigaciones gubernamentales y de los comités Wallenberg para llegar a la verdad de lo que le aconteció a Raoul Wallenberg.
En muchas ocasiones mi padre habló sobre Wallenberg con historiadores y periodistas. Fue entrevistado y su testimonio fue publicado en el libro escrito por Thurston Clarke y Frederick Werbell, ”Un héroe perdido: el misterio de Raoul Wallenberg”, así como en el de Elenore Lester, ”Wallenberg: el hombre en la Red de Hierro”. Asimismo, aparece en la miniserie de la NBC ”Wallenberg” (1985), e igualmente en trabajos de historia de Randolph Braham y Yehuda Bauer. Fue honrado por la comunidad judía de Budapest en 1988 y hay una placa en la base del Memorial del Holocausto en Budapest como reconocimiento a Bruce Teicholz ”por las vidas que salvó”.
Bruce Teicholz falleció en 1993.
Atentamente,
Tom Teicholz
Traducción: Josefina Prytyka