P: ¿Cuál es su nombre de nacimiento?
R: Sylvia Verónica Nemesh.
P: ¿Y su nombre de casada?
R: Jonas.
P: ¿En qué ciudad y país nació usted?
R: Nací en Budapest, Hungría.
P: ¿Cuál es su fecha de nacimiento?
R: El 23 de diciembre, 1932.
P: ¿Dónde se crió?
R: Viví en Budapest hasta diciembre de 1956. Después me fui, a causa de la Revolución Húngara, o de la sublevación.
P: Cuéntenos sobre su familia antes de la guerra.
R: Mi madre era muy judía, soy muy judía, y mi certificado de nacimiento dice IZR, porque en Hungría, en esa época, la religión estaba escrita en el certificado de nacimiento. Fue por eso que fue tan difícil esconderse durante esos anos críticos, porque el documento decía que uno era judío. La gente compraba falsos documentos.
La familia de mi madre era muy acomodada. Mi abuela era viuda a causa de una epidemia de gripe en los anos 1910, antes o durante la Primera Guerra Mundial. Era excepcionalmente bella y una maravillosa pequeña mujer, con cuatro hijos. La consideraban una ”Madre Santa”. El primer hijo era médico especialista en enfermedades pulmonares, muy importante porque en Hungría la tuberculosis era epidémica y millones de personas la tenían. Mi padre era el segundo, y era arquitecto. Después, los otros dos hijos eran abogados, miembros de la Barra Real Húngara. Ninguno tiene tumbas.
P: ¿Vivían todos en la misma casa o cerca unos de los otros?
R: Sí, salvo una excepción. Un tío vivía en Buda, pero el resto de nosotros vivíamos muy cerca unos de otros, en Pest. El Centro Judío Húngaro estaba ubicado en un enclave muy estrecho, y mi tío, como abogado, vivía en su centro. Ya que no estaba casado, mi abuela vivía con él. El otro tío vivía en la ”parte verde” de Budapest, porque mi tía era un poco presumida. ¿Y qué? Ahora se fueron todos. Pero los hombres, si puedo referirme a mis tíos y mi padre, estaban todos perdidos. Uno se suicidó, uno murió durante la marcha forzada hacia Austria, mi padre terminó en el Danubio, y el cuarto fue enviado a Mauthausen.
P: ¿Vivía usted en una comunidad judía?
R: Los judíos estaban extremadamente asimilados en el antiguo Imperio Austro-Húngaro, especialmente en Austria. Había una parte especial de Hungría (Elie Wiesel viene de esta parte) en donde los judíos eran muy ortodoxos. Pero el resto estaba muy asimilado gracias al Káiser Francisco José. Emancipó a los judíos (en su imperio) 50 anos antes de que lo hicieran los británicos (con los judíos). Lo hizo en 1849, durante el verano, y otorgó la emancipación plena y derechos legales a los judíos. Por lo tanto, los judíos de Austria-Hungría florecieron hasta el fin de la Primera Guerra Mundial. Por 75 anos, por tres generaciones, los judíos fueron muy ricos. Burgueses, en el sentido europeo real. No era clase alta o media, era un estrato de la sociedad totalmente distinto. El Rey Prusiano Federico el Grande dividió a los judíos en cuatro grupos: los ”judíos Hoff”, la clase intelectual, la clase económica y los proletarios. Existía una subclase judía y consistía en su mayoría de judíos ortodoxos. Pero estoy segura que saben que los intelectuales y genios que vinieron y trabajaron en el proyecto de Manhattan, los judíos húngaros, vivían muy bien. Vivíamos bien. La Gestapo sabía muy bien a dónde ir, y vinieron hacia nosotros.
P: ¿A qué tipo de escuela asistió?
R: Créanlo o no, mi primer día de escuela fue el día del estallido de la Segunda Guerra Mundial: el 1 de septiembre de 1939. Es algo que no se puede olvidar. Fue después de la Primera Guerra Mundial, por supuesto, y hubo cambios mayores. El Imperio Austro-Húngaro había sido disgregado, unas partes de Austria y de Hungría habían sido distribuidas a Italia y Rumania, y se formó Checoslovaquia. El antisemitismo empezó realmente en 1919, por una parte a causa del Tratado de Versalles y por otra parte por Bela Kun. Era el primer Jefe de Estado después del golpe de Estado. Un grupo de comunistas tomó el control. Un noventa porciento de ellos eran judíos, hicieron cosas terribles. La reacción – toda la antipatía latente que no salió bajo el Káiser – estalló. Cuando los estándares de vida disminuyeron, echaron la culpa a los judíos (por supuesto) y todo estalló. En 1933, Hitler llegó al poder y todo cambió radicalmente. La primera ley, prohibiendo a los judíos que trabajaran en algunas profesiones y limitando el número de judíos que podían ir a la Universidad, entró en vigencia en 1938. Pero los problemas empezaron en la Universidad, realmente. Los primeros nazis fueron los profesores e intelectuales. Cuando fui a la escuela, los niños ya recibían golpes y heridas, y las chicas vivían todos tipos de experiencias traumatizantes. Era la única nieta con esos cuatro niños. Tenía una linda vida, muy alegre, así que decidieron que debería ir a una escuela privada. Fui a la Misión Escocesa, en Budapest. Era una de las raras escuelas que resistieron activamente y ayudaron a judíos después de marzo del 1944. También había un internado, y la directora era una señora Presbiteriana escocesa. La mandaron a Auschwitz en la primera semana. Yo no estaba allí, pero me dijeron que cuando vino la Gestapo, fue la única que tuvo suficiente valor para contestar. Su nombre era Jane Maryanne Hanning. También llevaron a un señor que vivía en mi calle y no era judío; eso lo vi, porque vivíamos en la misma calle. Era el Presidente de la Iglesia Adventista Húngara. No sabía lo que significaba – mis padres no querían decirme todo –, así que fui a la Misión Escocesa (podía ir caminando). Nunca supe qué significaba decir que los judíos eran malos. De hecho, sobre 38 chicas en una clase, creo que sólo dos no eran judías. Los judíos burgueses, ricos, acomodados eran los que podían pagar. La educación era sensacional. Naturalmente, era una de las cinco primeras escuelas nacionalizadas por los comunistas. Todavía tengo amigas de esa clase. Nos enviamos correos electrónicos. Eso es lo que llamo amistad – es amor. Esa era la escuela donde estaba cuando los alemanes llegaron el 19 de marzo del 1944. En una semana dieron la orden de llevar la estrella amarilla. Tengo que decirles, la psicología debe ser una especialidad alemana. Teníamos que hacer nuestras propias estrellas. Sé que golpear a alguien o herirlo físicamente es muy mal, pero destruirlo psicológicamente es lo peor. La estrella amarilla que tengo en casa, la cosió mi madre. Tuvimos que llevar la estrella pero pudimos quedarnos en nuestro apartamento, del 5 de abril hasta junio. Sin embargo, salir en la calle estaba limitado. Era de las 11 a la 1 al principio, pero después el Regente (después del régimen de Bela Kun, tuvimos un regente) dijo de las 11 a las 5. Pero luego, llegó la situación de las casas designadas. Nos mudamos a una casa designada y estuvimos con gente muy linda que ya vivía allí. No tenía nada que ver con cuantos judíos vivían en ese edificio, por lo que recuerdo era realmente al azar. Nos pusieron en el apartamento porque dijeron que una familia profesional tenía derecho a dos habitaciones – no incluía una cocina y una sala. Estaban encantados porque había solamente un niño. Tuvimos dos habitaciones y ellos tenían la tercera. No sé exactamente por cuanto tiempo mis padres se quedaron allí. Salí pronto porque mi padre y mi madre empezaron a informarse sobre la posibilidad de esconderme. Eso fue retrasado por muchos factores, uno de ellos era el ”D-Day”. Mis padres se abrazaron, llorando y gritando ”¡se terminó la guerra!, ¡se terminó la guerra!” Pero luego hubo rumores de que los nazis intentaban hacer algo. El regente recibió cartas del Rey de Suecia y de Pío XII, quien estaba en ese período muy activo en el rescate de la población judía de Hungría. Los judíos formaban un diez porciento de la población del país. El Papa intervino y escribió una carta a Ángelo Rotta, el regente. En ese período, yo estaba en el convento, con la ayuda de Raoul Wallenberg. Por supuesto, fue porque mis padres conocían a alguien. Me pusieron en un convento en Buda, cerca del Palacio Real. Eran las Hermanas de la Merced, en el 27 calle de la Gran Señora Misericordiosa. No sé que ocurrió con este lugar: es difícil encontrar a viejos lugares. Los alemanes cambian los nombres de las calles; los rusos también. Ahora lo cambiaron de nuevo pero probablemente no pusieron el mismo nombre.
P: ¿El convento estaba dirigido por Raoul Wallenberg?
R: Recibían dinero por parte de Raoul Wallenberg. Pero eran monjas. Durante este tiempo, prominentes judíos podían pedir exenciones de ley para la estrella amarilla. A principios de octubre mi padre, que hizo el servicio militar cuando tenía 18 anos, recibió toda especie de medallas con nombres en latín y cosas así… gracias a eso y a recomendaciones, no tuvimos que llevar la estrella amarilla nunca más. Después de eso, mi madre dijo ”Tienes que traer a la niña a casa, no tengo vida sin mi hija” y vinieron a buscarme al convento el 15 de octubre, 1944. ¿Por qué no me llevaron a casa? Porque los nazis arrestaron al regente y mi padre le dijo a mi madre ”Se quedará allí”. Fue la última vez que vi a mi padre. Me quedé allí hasta que los nazis bombardearon los puentes. A causa de estos bombardeos, mis amigos y parientes se preocuparon por mí, que estaba sola por mi cuenta. Dijeron que debería quedarme con ellos, que aún si estuviera en el gueto, estaría con un pariente. Así que me llevaron. Tengo todas las direcciones. En ese período, era un gueto auténtico, establecido. Un mini-gueto de Varsovia. El convento era bajo protección de Raoul Wallenberg, y todos los fondos provenían de la Embajada Sueca, por supuesto. De lo contrario, las monjas no hubieran sido capaces de darme de comer. Las otras chicas del convento eran muy lindas, maravillosas y todas vinieron con la ayuda de Raoul Wallenberg, que lo habían encontrado directamente o no. Sé por un hecho que estaba en donde vivía el. ¿Saben por qué? Porque había una lámpara de mesa muy muy bonita, y las pequeñas niñas, mientras los adultos hablaban, estaban ocupadas mirando todo alrededor – y recuerdo esta lámpara de mesa. No estoy segura de qué edificio o casa. Pero tengo que decirles que Raoul Wallenberg vivía muy cerca de donde vivía Eichmann.
P: Tenía su número de teléfono, ¿no? Algunos documentos dicen que Raoul Wallenberg tenía el número de teléfono de Eichmann.
R: Algunas personas dicen que hablaban por teléfono o se encontraban en persona. No sé. Eichmann se fue de Hungría después de que el regente parara la deportación de los judíos. La gente fue deportada hacia Auschwitz por la línea ferroviaria construida por los alemanes solo para los judíos. Budapest tenía 250.000 judíos, pero ¿cómo llevar a los otros cientos de miles? Habían construido un nuevo ferrocarril. Mi único primo del lado de mi madre, y su madre, fueron enviados a Auschwitz. Su padre murió en un campo de trabajo forzado en Ucrania, el mismo invierno. Así, como les digo, no tengo que ir a Hungría, nadie fue enterrado.
Eichmann se fue de Hungría por un tiempo, y cuando la Cruz de la Flecha, los nazis húngaros, volvieron y tomaron el poder, Eichmann volvió para terminar el trabajo. Se fue sólo unas horas antes de que el Ejército soviético cercara Budapest, el 24 de diciembre. Wallenberg estuvo en Budapest hasta el último momento y más, y si no hubiera estado, habría seguido viviendo y podría haber escrito las historias más lindas sobre el Holocausto húngaro. Nunca se pueden decir suficiente malas cosas sobre los rusos y lo que le hicieron… Quizás sea como la gente tiene que morir… se convierten en leyendas eternas. Si uno se muere normalmente, ¿qué pasa? La gente lo olvida. Las circunstancias de su muerte también preservan su memoria. Vivir con Adolph Eichmann y Raoul Wallenberg, con el mal absoluto y el bien absoluto, eso se queda con alguien. Que sea o no una persona religiosa o espiritual, lo afecta. Donde vivíamos, podíamos ir caminando a los dos apartamentos (en tiempo de guerra, cuando no había transportes públicos). Budapest era la única ciudad en la cual Eichmann intervino directamente, simplemente por el tamaño de la Judería. Se lo digo sinceramente, sin Raoul Wallenberg, no quedaría ni un judío en Budapest hoy. Sinceramente.
P: ¿Oyó algo sobre la fábrica de ladrillos?
R: No estaba allí, pero mi madre sí, y creo que era una fuente confiable. Mis padres todavía no estaban en las casas designadas. Tenían que ir caminando, una distancia de Suffolk hasta la Quinta avenida, en tres horas. Tenían que correr, una marcha forzada, sin importar la edad. Ya había unos miles de personas cuando llegó Raoul Wallenberg. Mi madre, que era totalmente ateísta, lo describió como un ángel enviado por Dios. No era una persona con palabras teatrales. Mi madre era una persona muy seca, muy práctica. Consiguieron el Schutzpass y se fueron a una ”casa sueca”. Nadie habla de manera muy positiva sobre el Papa Pío XII pero debe de haber pasado un milagro porque dio una vuelta de 180 grados – creo que el ejemplo de Raoul Wallenberg estuvo tan abrumador e impresionante que el Papa estuvo inspirado. Y un extranjero –que un extranjero de un país frío, escandinavo- tuviera un corazón tan cálido. Es muy fácil decir ”eso no me gusta”, volver a casa y cerrar la puerta. Raoul Wallenberg nunca dijo ”eso no me gusta”. Lo vivió. Raoul Wallenberg influenció el punto de vista de muchos húngaros no judíos, especialmente al fin de la guerra. En 1944, los americanos liberaron Italia, y el Papa quería estar del buen lado de los Aliados. Ok, lo dije. No quiero insultar la religión de nadie, pero estuvo tan obvio, que la Iglesia tuvo que hacer algo. Estoy segura de que Raoul Wallenberg y Karl Lutz se comunicaban. También hubo un hombre de la España Franquista, quien tuvo el permiso de Francia para distribuir 100 Schutzpass, puso un 0 y se convirtió en 1.000. No 1.000 judíos, sino 1.000 familias. Con toda sinceridad, Franco se comportó mejor que los franceses y aún que los británicos, y seguramente mejor que los suizos. No rebotó a nadie que entró a España. De hecho, se decía que era el descendiente de la familia Marrano. Raoul Wallenberg sólo, y es muy importante para mí, dio el ejemplo. Su ejemplo animó a los otros que vinieron después. Cuando hablé del Holocausto con mi único hijo, eso fue lo primero que mencioné sobre Raoul Wallenberg. Se convirtió en… piensen en Hércules, o Sansón… alguien de diez pies de altura y trescientos libras. Pero no era un hombre muy atlético, no tenía muchos músculos ni nada… Era un hombre de carácter, de gran carácter. No puedo decir suficiente palabras lindas sobre él. Si hubiera sobrevivido, habría esperado que Michelangelo hiciera una estatua de él y Rafael lo pintara. Es a donde pertenece. Al siglo XX le faltaron buenos seres humanos. Empezamos a contar y hacemos una pausa… porque no podemos pensar en nadie más.
Todo el mundo en el convento sobrevivió, cada niña. La razón por la cual pregunto por las niñas de Raoul Wallenberg, que crecieron en Canadá, es porque sé que es definitivamente posible que una de las niñas se mudara a Canadá. Una de ellas venía de una familia muy famosa de Budapest. De hecho, dos – una familia estaba en el comercio del vino, y la otra poseía tierras, algo muy raro porque los judíos no podían poseer tierras. No solamente tenían tierras, seguramente podrían haber comprado Budapest. Tenían un doble nombre, lo que significaba que no eran de la aristocracia oficial sino aristocracia de Europa Central. No como barón tal o cual, pero como dicen los alemanes, ”Von”. Está por algún lado en Israel. En Australia, hay probablemente algunas personas, y es todo lo que les puedo decir. Creo que si hubiera hecho un PhD, ese habría sido mi tema. Lo habría dedicado en memoria de Raoul Wallenberg. Tenemos esta conciencia anémica – prometí a mi hijo que iba a escribir todo. Pero empecé y mi presión sanguínea subió. Tengo direcciones juntas, y es lo que les puedo decir. Lo interesante es que es un país muy ruidoso, todo el mundo está gritando siempre, pero el apartamento de Raoul Wallenberg era silencioso. Todo el mundo susurraba cuando él estaba. Debía tener una linda voz, probablemente, no recuerdo. Parecía muy ordinario. Si caminara en la calle, nadie sabría. No era su ambición destacarse, pero mandaba… Mi madre dijo que, aunque los guardias de la fábrica de ladrillos eran más grandes y más anchos, cuando él llegó, ”había luz alrededor de él, irradiando”. Ahora, no puedo realmente responder de eso, pero bajo esas condiciones, caminando durante tres horas sin agua, sin comida, puedo imaginar que la gente vea cosas. Mi madre estaba convencida que tenía una aura y que era un ángel. Hasta su muerte en 1988, mi madre nunca dijo su nombre sin decir ”ese ángel”. Y no era religiosa ni sentimentalista.
P: ¿Cuántos años tenía usted cuando encontró a Raoul Wallenberg por primera vez?
R: Todavía no tenía 12 años.
P: ¿Se acuerda cómo era?
R: No pude ver nada especial. Tengo un sello con Raoul Wallenberg en casa, y lo mire bien… ¿pero sabe qué era? Ir allí, ver a Raoul Wallenberg, teníamos que sacarnos la estrella amarilla. Lo que recuerdo realmente, es que todo el mundo era cuidadoso – no como judío, sino diciendo ”no pongas Raoul Wallenberg en aprietos”. Lo importante era comportarse para que no tuviera problemas. Creo que eso nos enseña algo. Pero no recuerdo nada destacado. Tenía una apariencia física normal. Agradable – no tenía dos narices o lo que sea. Pero ¿quién, en ese período analizó su apariencia? Todo el mundo sólo quería formar parte de su alma. No era como Schindler; quiero subrayar eso. No era un criminal, comprando tal cosa y vendiendo tal otra, y de repente vio la luz y salvó a judíos por accidente. No me importa el Señor Schindler y que el Señor Spielberg lo idolatre. Raoul Wallenberg lo eligió como su deber de vida, como ser humano. No fue un accidente, ni un encuentro por casualidad. Se metió en eso, arriesgando todo, aún su vida, y la perdió. Y aquí estoy yo.
P: Habla de la decisión de su familia de enviarla al convento. ¿Cómo eran las discusiones en la familia? ¿Cómo se tomaban las decisiones?
R: Podíamos salir del edificio entre las 11 y las 5. Mi abuela materna estaba muy enferma, y mi madre quería visitarla. Tuvieron la idea porque era una niña muy linda, y si fuera por mi madre, la gente me habría mirado como si fuera Shirley Temple. ¿Vieron cómo son los padres? Es una manera de pensar muy judía. Así nos fuimos, tuvimos que tomar el tranvía y no era ”Deseo”. La regla era que dos tranvías debían estar conectados, como en los trenes, los judíos sólo podían subir en la parte trasera del segundo tranvía, para que no se mezclaran con los no-judíos.
Nos escupieron encima durante todo el viaje y cuando volvimos a casa, tuvimos que tirar nuestra ropa. Estaba tan traumatizada que me escondí bajo la mesa de comedor con mi manta. Mi padre dijo que eso no debería pasarme, que tenían que enviarme a un lugar seguro para los judíos. Eso fue probablemente el disparador. Mi madre también se sintió muy humillada, pero eran adultos y entendieron lo que les estaba pasando. Pero era una niña protegida, y eso fue mi primer encuentro con el género humano.
Había una ley especial para los judíos que se convirtieron antes de una cierta fecha. Un banquero privado se convirtió realmente, en el sentido clásico, aceptó enteramente la Iglesia católica. Poseía dos cuentas. Una era la rama húngara de la familia [inaudible], y la otra cuenta era la Iglesia católica de Hungría. La Iglesia húngara era tan rica, no lo podrían creer. Podían competir con el Vaticano. Su hermana, a través del canal diplomático, organizó la cita con Raoul Wallenberg. Conocimos este banquero porque mi madre era su corresponsal comercial alemán hasta que se casó. Mi madre se casó con el arquitecto que remodelaba la casa del banquero. Después de la guerra, este hombre fue preso a causa de sus vínculos con la Iglesia católica. ¿Ya oyó el nombre de Cardenal Minsenti? El Obispo más alto o Cardenal de un país dado – por supuesto, los comunistas lo mandaron preso. El banquero, por manejar el dinero de la iglesia, estaba preso. Así fue mi manera de entrar en el círculo de Raoul Wallenberg. No sé como lo dicen pero mi madre tenía la costumbre de decir que ”la gente estúpida como tú tienen un ángel para sacarlos de todos los problemas”. Mi madre estaba convencida que mi actitud despreocupada era demasiado bohemia para ella. Siempre preguntaba ”¿de dónde te tengo?” porque era muy seca.
Los tiempos en que los nazis ganaban eran extraordinarios. Eran peores que la Inquisición, porque la Inquisición sólo quería su alma. Les tiraba agua encima, si decían que aceptaba la Trinidad Santa, ya estaba. La Inquisición era para los judíos que decían ”No, soy judío”. De una manera, eso iba con la filosofía y el punto de vista de 1492. Lo que pasó en 1938-45 no iba con el período. Después del Renacimiento, el siglo de las Luces, y el movimiento del siglo XIX, ¿cómo pudo la gente hacer cosas así? Por eso, los judíos de Budapest no quisieron escaparse. Nadie podía imaginar este horror. Los judíos alemanes tenían la costumbre de decir Por Uns, por nosotros, todo es lo mejor. Así, el Holocausto fue especial porque fue fuera de los tiempos. Las Cruzadas eran como el siglo –cruel, horrible, bárbaro. En 1933, el año de Hitler, eso fue pasado. Estaba terminado. Este choque, este crecimiento canceroso de racismo… no podías convertirte con los nazis. Era racial. Hasta ahora, nunca hubo un régimen en la tierra dedicado a eliminar a un grupo racial entero. Los españoles dijeron ”Hagan sus maletas y váyanse, dejen lo mejor aquí, pero hagan las maletas y váyanse.” No podíamos hacer las maletas e irnos en 1933. Eso fue lo interesante.
Raoul Wallenberg, no hablan así de él, porque mucha gente que sigue viva se siente muy culpable. En comparación con ellos, son incapaces. Guardaron el silencio. Lo que hacen ustedes es muy importante, por eso. La gente debería tener una conciencia social. No se puede dejar que pasen algunas cosas, y no lo hizo él. ¿Pueden nombrar diez personas en toda Europa que tienen en mismo nivel que Raoul Wallenberg? No pueden.
P: Mencionó que le dieron un Schutzpass a su madre, cuando la salvó Wallenberg. ¿Usted lo vio?
R: Nunca. Llevaron el Schutzpass con ellos al gueto internacional, en el lado de Pest, cerca del Danubio. De allí, tomaron a mi madre, mi padre, mi abuela y algunos de mis primos. Los hombres estaban atados de a dos por dos cinturones de cuero, para que al que no le disparaban cayera y se ahogara. No ataban a las mujeres, fue por eso que pudo sobrevivir. Elle pensaba que mi padre la empujo al agua, y así sobrevivió. Intentaron hipnotizarla para que olvidara. Sé que les golpearon gravemente antes de dispararles. Obviamente, mi madre no puede entender cómo algunas personas se comportan en ciertas situaciones. El invierno era excepcionalmente frío y el Danubio se congeló. Gracias a Dios, porque miles de personas no fueron enterradas, y podría haber sido una plaga horrible. Había hielo flotando en el río y creo que por eso sobrevivió. Cuando salió del río, alguien la llevó a una casa, la vistió, y le dijo ”Por favor, váyase, váyase”. Se dieron cuenta que si alguien volvía, iban a llevar no solamente al primer piso, sino también al segundo, tercero y cuarto. Mi madre tuvo que irse. En ese período, no tenían el Schutzpass. Pest fue liberada el 18 de enero y Buda después del 10 de febrero. Había un orfanato judío, a cargo de Raoul Wallenberg. Los nazis entraron y mataron a todos los niños. Murieron con ositos de peluche y juguetes en sus manos. ¿Se pueden imaginar que eso pasara, en 1945? Cuando sus padres ya habían nacido. Y el peor problema en la época era una linda bar mitzvah, o algo así. Dispararon a niños con peluches. A nadie le gusta mostrar su dolor muy fácilmente, pero Raoul Wallenberg lo vale. Es una muestra de comportamiento humano, eso lo creo. Aún si no nos podemos convertir en Raoul Wallenberg, porque Gracias a Dios, nos vivimos en una época que lo necesite, creo que será una inspiración para la gente, para la gente que busca llegar a una especie de perfección. Este hombrecito sueco, que venía de una familia aristócrata, muy establecida, podría haber sido lo que quisiera, aún embajador en la Berlín de Hitler. Su familia no tenía nada especial, no eran los más amables. Suecia no era el mejor país tampoco.
P: Mencionó los orfanatos. ¿Sabe usted dónde Raoul Wallenberg consiguió la comida y el necesario para mantenerlos?
R: No, ojalá lo supiera. Los orfanatos estaban bastante lejos del gueto; era inteligente por eso.
Miren, conozco a un hombre que tenía un gemelo. Estaban en un campo de trabajo forzado, y algo pasó, los alemanes llegaron, pusieron los prisioneros en línea y empezaron a disparar a uno de cada diez hombres. Entre este hombre y su hermano gemelo, había un hombre. Su hermano dijo al hombre ”Déjeme estar al lado de mi hermano”. El hombre cambió su lugar. Dispararon al hermano, y el hombre que tuvo un corazón tan grande como para cambiar su sitio siguió viviendo. Así iba la vida, y a veces cuando Raoul Wallenberg llegaba con un auto y la gente estaba separándose (Madre dijo ”Como el Mar Rojo”), la gente se disciplinaba, sólo porque había llegado. Y eso, después de una situación de vida o muerte, después de muchos traumas emotivos y físicos. Ėl era así. A donde iba, la gente experimentaba un cambio.
P: ¿Su padre pereció en el Danubio?
R: Con mi abuela, y los primos de mi padre.
P: ¿Podría hablarnos de su reencuentro con su madre?
R: Que la hicieran irse de la casa era comprensible. Mi madre perdió toda sensación de miedo. Había alrededor de 70.000 alemanes en Budapest, y dos grandes Ejércitos rusos, algo como 240.000 personas, no estoy segura. Los alemanes pelearon tan desesperadamente que parecía un nuevo Stalingrad. Cuando los rusos finalmente echaron a los alemanes, la primera palabra que aprendí en ruso fue ”Budapest kaput”. Al volver del Danubio, mi madre caminó de la orilla del río hasta donde yo estaba, a través de todo eso. Habían disparos y granadas a su alrededor. Cuando un alemán se pelea con un ruso, no es como la sinfonía inacabada de Schumann. Era horrible. Fuimos a nuestra casa, y todos estaban muy sorprendidos de que volviéramos, y luego fuimos a las casas designadas. Cuando caminamos a través del ”Central Park” de Budapest, mi madre me decía ”Haz pasos altos, cierra tus ojos”. Tropezamos cuerpos muertos. Creo que arrestaron a Raoul Wallenberg 10 días después. Ya estaba en los Estados Unidos cuando la historia de Raoul Wallenberg salió a la luz. El representante de la Unión Soviética en los EEUU dijo ”No sabemos de qué están hablando”.
P: Emocionalmente, ¿cómo era volver a ver a su madre?
R: Era muy conmovedor para ella, pero para mi era natural. ¿Qué no podían hacer mi madre y mi padre? Esperaron un poco antes de informarme de la muerte de mi padre, sólo cuando la gente empezó a volver de los campos de concentración. En ese momento, mi madre me dijo que mi padre no estaba con ellos. Pero sin Raoul Wallenberg, tampoco hubiera tenido una madre. La gente tocada por él fue probablemente juzgada favorablemente por Dios. Pero si existe el paraíso, estoy casi segura que él está allí.
P: ¿Todos los que Raoul Wallenberg rescató eran judíos?
R: Creo que también hubo unos que no eran judíos, pero no estoy segura. Como decía mi madre, y era mi fuente principal, no había resistencia que esconder en Hungría. Si había una docena de personas, estoy segura que las escondía. Personalmente, sólo conozco un nombre, y era tan resistente que nombraron tres árboles para él en Israel. Y un nombre famoso fue disparado –no fue por causa de los judíos, no le importaban los judíos del gueto- peleaba para Hungría. La resistencia en Hungría era muy limitada. No creo que tuviera muchas noches sin dormir. Aunque en esos días críticos, probablemente lo buscaron. Sé que la Misión Escocesa está recordada en libros sobre la resistencia, porque no había mucho que no pudieran hacer. Ayudaron a la gente escaparse y les dieron falsas cédulas de identidad. Era divertido, porque cuando uno pasa un huevo duro sobre tinta, la tinta se pega en el huevo, después se pasa el huevo en una hoja y parece un documento original. No sé como lo hicieron, pero tuve falsos documentos. La niña de quien tenía los documentos vive ahora en Sidney, Australia; se llama Susan Javor. Tenía una agencia de viaje, a no ser que ya la haya vendido. Luego, en un momento, estuve en un refugio transilvano. Los rusos ya habían atravesado la frontera, estaban en la parte este de Hungría. El plan de los nazis de exterminar a todos los judíos de Europa necesitó tanto dinero, trenes de carga y energía, que eso realmente participó a su fracaso en la guerra. No mandaron al Ejército al este o al oeste porque a finales de agosto, los poderes aliados liberaron Paris. En el medio de todo eso, Raoul Wallenberg, quien pudiera haber dejado todo, nunca nunca nunca abandonó. No sé si pudiera hacer la décima parte de lo que hizo él.
P: Si Raoul Wallenberg estuviera sentado aquí hoy, ¿qué le querría decir?
R: No creo que pudiera decirle nada a Raoul Wallenberg. Creo que no sería capaz de hablar con él. Sólo me quedaría aquí llorando. ¿Qué diría? Gracias, señor. ¿Y después qué? Es suficiente. Me quedaría aquí totalmente muda, y lloraría.
P: ¿Qué cree que diría al mundo hoy?
R: Creo que esta década va a ser una de las décadas más importantes de la historia humana. Es una elección entre el bien y el mal. Es muy bíblico –si recuerda la historia del ternero dorado, Moisés dijo ”¿Quién está por mi lado?”. Tenemos que decidir de qué lado estamos. Raoul Wallenberg estaba del buen lado. Diría probablemente algo como lo que escucharíamos de una gran figura religiosa, o de un profesor. Diría algunas palabras inspiradoras. No hubiéramos conocido un Ruanda si Raoul Wallenberg hubiera estado aquí. Habría ido a las Naciones Unidas y probablemente habría dado un puñetazo en la nariz de Kofi Annan. Habría dicho ”¿¡Otra vez!?”. Habría hecho algo por el Darfur, o habría marchado con Martin Luther King. Digamos que sobrevivió a todo eso, ¿quién sabe qué faltaba para continuar una nueva lucha por la justicia? Estoy casi segura de que tendría algunas palabras fuertes, y lindas. Creo que no hubiera pasado lo que pasó en Ruanda o en Darfur. Habría dicho algo.
P: ¿Cómo fue la vida después de la guerra?
R: Después de la guerra, teníamos un solo huevo para toda la semana. No habían obras públicas, ni luz, gas o agua. Hacíamos nuestras velas o las robamos de las casas de culto.
El agua era buena, porque recogíamos nieve fresca. Aún cocinamos con eso. Después, las mujeres iban a las cocinas del Ejército ruso, recogían la piel de las papás y las cocinaban. Mi madre, que sabía todo, sabía que había vitaminas en la piel de las papas y de las manzanas. Cocinaba, y conseguía leña para hacer fuego… En mayo, empezó el mercado negro. Los campesinos venían del campo, y llevaban cosas para intercambiar con lo que habíamos dejado. No teníamos mucho porque tuvimos que entregar las joyas y otras cosas. No había mucho para trocar.
Estaba muy enferma, mi nivel de glóbulos rojos estaba a la mitad de lo que debería haber estado, y por supuesto, mi madre tenía cicatrices de su experiencia. No sé cómo comimos. Por supuesto, la Cruz Roja sueca vino con camiones. Comí un tipo de cereales, como copos de centeno. Tienen que tener tanta hambre como yo tenía para comer eso. Luego, los americanos enviaron comida. Así que comí esos copos de centeno con chocolate Hershey’s. Había largas filas para la comida. Las escuelas también abrieron, cosa que era bueno, porque allí teníamos comida y calefacción. Era un problema mayor para mi pobre madre. Íbamos a los almacenes bombardeados, y recogíamos los porotos de las latas de vidrio rotas. Había mucho robo. Mi madre podía conseguir porciones más grandes de harina, y lo intercambia contra cosas con las otras amas de casa. Es por esta razón que nunca aprendí a cocinar, porque mi madre sólo tenía un huevo por semana, nunca podía permitirme arruinar un plato. Me decía ”aléjate de este plato”. Durante años, compramos comida con esos boletos. Pero tengo que decir, al crédito de los rusos, nunca fastidiaron a las mujeres. A veces decían cosas en ruso. Las aprendí y ahora puedo maldecir como un marinero.
El edificio en el que vivía Adolph Eichmann era la sede de la Gestapo en Budapest. ¿Pueden creer que después de que se fueron, los rusos instalaron de inmediato su sede en el mismo edificio? Mi madre dijo que sólo el color cambió. En vez de ”Ama a tu vecino”, era ”Roba a tu vecino”. Los alemanes robaron, y luego los rusos tomaron lo que quedaba. Probablemente nunca habían visto una casa burguesa. La guerra transforma a la gente (aún a los filósofos) en bárbaros. Para seguir vivo, tiene que ser un bárbaro. Pero sin embargo, nada transformó a Raoul Wallenberg en un bárbaro. Desde sus primeros momentos hasta sus últimos, en la cárcel, fue un ser humano bueno. Si un día estuviera encarcelada, querría ser su compañera de cárcel, porque es más difícil sobrevivir emocionalmente que físicamente. Este hombre nunca cambió, no tenía por qué. Estoy completamente convencida, quizás deba empezar a rezar por él – es mejor que todos los que conozco.
Conservo la última carta de cumpleaños de mi padre en mi biblia. Seguramente, no vi a nadie como él desde este tiempo. El evento más maravilloso fue cuando Ronald Reagan fue al Senado y a la Cámara y lo declaró ciudadano honorario de los EEUU. De verdad, eso era el mínimo para su memoria. ¿Tiene una estatua en los EEUU? Sí, en las Naciones Unidas, y en la calle de Museo del Holocausto. Bueno, eso está bien escondido. Hay una calle Verdi por todos lados en Italia. Debería haber calles Wallenberg por todos lados también.
P: ¿Por qué y cuándo se mudó a América?
R: ¿Por qué? No me gustaban los tanques rusos. No es donde usted quisiera estar. Estoy muy preocupada por lo que ocurre ahora en Rusia. No es un país ordinario. Rusia inspira temor en Europa Occidental por su tamaño y porque tenían miedo de la gente. Lo que pasa hoy y mañana es nuestra historia. Era interesante ver que los húngaros no se rebelaron contra los nazis pero sí se rebelaron contra los comunistas. No lo tomo en serio. Pero cuando vuelvas a casa y tu madre te dice que llevaron al Señor y la Señora Fulano la noche pasada, eso no es un buen régimen. Y cuando en la escuela tienes que estudiar el marxismo-leninismo, sabes que no perteneces allí. Fueran estudiantes de música o medicina, tenían que estudiar el marxismo-leninismo antes de estudiar como funciona el corazón. Hay un chiste sobre eso. Un hombre sufre un colapso en Budapest y alguien grita ”¿Hay un médico por aquí?”. Una voz dice ”Sí, soy médico”. Se va a ver al hombre a punto de morir, y le susurra en el oído ”Lenin vivió, Lenin vive, Lenin vivirá… pero usted va a morir porque eso es todo lo que aprendí en la escuela de medicina”. Y por este chiste, podían encarcelar a uno por seis meses. Tenía un buen amigo, llamado George Mirsch, y alguien se quejó de que no era suficiente marxista. Una noche, vino la policía, investigó todo, y no encontró nada. Estaban a punto de irse pero uno miró de nuevo y por accidente, notó que la aguja de la radio estaba en la emisora de la BBC. Lo llevaron.
Les voy a contar una historia. Una noche, oímos a un auto pararse cerca de nuestra casa, y ningún auto se paraba sin buena razón. Mi madre fue a ver por la ventana, miró y dijo ”Gracias a Dios, no es para nosotros”. La miré, me miró, y mi madre, que no era nada sentimentalista, se puso a llorar. Me dijo ”Vete. ¿Oíste lo que te dije?”. Es lo que me pasó. De hecho, ella estaba feliz de que llevaran a otras personas. Quería que me fuera. Así que me fui. Hice una buena cosa en mi vida – me fui de Hungría. Es un país abiertamente antisemita. Tienen una estatua de Raoul Wallenberg que siempre está llena de pintadas. Pero no importa. Con o sin estatua, Raoul Wallenberg se quedará con la gente – a través de un pariente, de la historia de un hermano, es inmortal. Estoy sorprendida que no haya poemas o buenas novelas escritas sobre él. Los judíos americanos deberían haber hecho un poco más para eso. ¿No es un poco embarazoso para la supuesta comunidad judía? …bastante fragmentada. Les puedo decir eso porque vivo en un barrio sefardita, ortodoxo, reformista… vivo en Synagogue Road. Podrían haber hecho más. Les soy muy sincera.
Creditos:
Entrevista: Sharon Tobías, Falishia Ali, Adam Esrig
Transcripción: Sharone Tobías
Edición: Susan Wind
Traducción al castellano por: Julie Rogani