”Entonces llega este señor sueco de familia distinguida, dispuesto a arriesgar. Por cierto estaba arriesgando mucho al asumir esta tarea, sabemos que estaba arriesgando su vida. Y eso le devuelve a uno parte de este sentimiento de saber que uno es digno de ser salvado. Quizás no somos entonces la escoria de la tierra. Así que fue un mensaje muy importante el que su mera presencia nos dejó.” Judith Saly.
P: ¿Cuál es su nombre de nacimiento?
R: Mi nombre de nacimiento fue (en inglés se diría) Judith Maria Garai. G-A-R-A-I. En húngaro se dice el apellido primero así que era Garai Judith Maria.
P: ¿Y cuál es su nombre de casada?
R: Me casé dos veces. Y esta historia de la que voy a hablar trata mucho de mi primer marido. Su nombre era John Kudar. K-U-D-A-R.
Mi segundo marido fue John Saly En húngaro Sh-aly. S-A-L-Y. Así que mi nombre hoy es Judith Saly.
P: ¿Y en qué ciudad y país nació?
R: Nací en Budapest, Hungría, en 1921.
P: ¿Y el mes y día?
R: El 21 de agosto
P: ¿Dónde creció?
R: Crecí en Budapest. Los veranos los pasábamos en algún lugar del campo, sobre el lago, cerca del Danubio, pero crecí en Budapest.
P: ¿Con quiénes vivía? ¿Padres, hermanos, otros familiares?
R: Por supuesto. Mi padre era dentista. Muy apreciado y querido. Vivíamos junto a él, mi madre y mi hermana menor, y teníamos familiares cerca. Vivíamos cerca del puente Margarit, que cruza el Danubio, que divide Buda y Pest. Nosotros vivíamos en Pest.
P: ¿Se crió en una comunidad judía?
R: En realidad, no. Crecí más bien en una comunidad simuladamente judía. La mayoría de la gente y mis amigos nacieron judíos y no se convirtieron. Pero había muy poco de eso de guardar la tradición judía. Ahora lamento que no hayamos tenido más conexión con la herencia judía porque quizás hubiera sido más fácil enfrentarse con todo lo que sucedió. Pero en el colegio íbamos a la clase de instrucción religiosa judía. Nosotros, sin embargo, teníamos un árbol de Navidad porque mi familia, especialmente la materna, estaba muy entrecasada con católicos. Tenía tíos abuelos que se casaron con mujeres católicas. Y una de mis tías abuelas nos enviaba un árbol de Navidad todos los años con decoraciones. Fue parte de mi etapa de crecimiento en que siempre celebráramos la Navidad.
P: ¿A qué clase de colegios concurrió?
R: En esa época la escuela primaria era de cuatro años y la escuela secundaria de doce. Yo fui a un colegio privado para la primaria y la secundaria. El colegio secundario era para chicas solamente pero el primario era mixto. Me encantaba ir al colegio. (Risas) A la mayoría de la gente no le gusta el colegio, pero a mí me encantaba.
P: ¿Y como adquirió sus costumbres judías?
R: Como te decía, muy poco. Mi familia sí solía celebrar el Yom Kipur y, no sé, el Año Nuevo, el Año Nuevo judío. Pero eso era solamente una vez al año. Y ni siquiera celebrábamos la Pascua. Excepto una vez que estaba en la casa de un pariente, el hermano de mi padre, en el campo, y hubo una celebración de Pascua. Mi tío estaba impaciente y quería su sopa de bolitas de matzo (risas) antes de lo que el ritual permitía. Pero lo interesante ocurrió cuando los alemanes ocuparon Hungría , el 19 de marzo de 1944. Por supuesto, ya antes de eso sabíamos que había grandes problemas. Así que de hecho fue después del Anschluss (Anexión) cuando sentimos que debíamos acercarnos más a nuestra herencia judía. Así que mis padres, con un tío y una tía que tenían dos hijos varones, (nosotras éramos dos mujeres y éramos muy unidas) decidimos tener un Seder de Pascua, cosa que hicimos. Y todavía recuerdo (lo que aún hoy me conmueve) cuando se dice: ”Hoy en el cautiverio mañana en Jerusalén”. Y como ves, todavía me pongo a lagrimear con esto porque el anhelo del pueblo judío, del pasado judío, está de tal manera en esto. Acabo de leer un libro muy interesante sobre la historia judía. Como los judíos siempre estaban sometidos a… como los judíos eran expulsados de un país a otro… entonces pensaban ”Ahora, aquí, lo lograremos”. Y, antes de que te des cuenta, hay otra oleada antisemita y otra vez se trata de otro país y nuevamente estar escondidos o tratando de mimetizarse con la población. O, al contrario, mantener tu herencia y … ¿viste? es nuestra historia. Ese es el motivo por el cual pienso que la existencia de Israel es lo más importante. En tanto exista Israel no puede haber otro holocausto. Eso es lo que yo pienso.
P: ¿A qué se dedicaba antes de la guerra?
R: Quería ser médica. Pero no me admitieron en la universidad porque era judía y, para peor, una chica judía. Había una norma que establecía que los judíos, los estudiantes judíos, solamente podían ser inscriptos en la misma proporción de la población judía en Hungría, que era del seis por ciento. Yo era estudiante y me postulé en siete universidades del país, pero no fui admitida en ninguna de ellas. Así que me inscribí en un curso de entrenamiento para enfermeras quirúrgicas en la clínica de la Universidad de Budapest. También hice otras cosas. Asistí a la universidad en calidad de oyente. No estaba inscripta, pero podía asistir a las clases de historia del arte y filosofía.
P: ¿Cuándo empezó a notar señales de antisemitismo?
R: Estaba en el aire. En Hungría, en ese momento, lo que pasó fue que después, antes, de la Primera Guerra Mundial hubo una era de liberalismo y a los judíos se les permitía hacer lo que quisieran. Y se alentaba mucho a los judíos a cambiarse el nombre, a mimetizar sus nombres. Así, por ejemplo, el apellido de mi padre era Goldstein, y luego él, antes de la Primera Guerra Mundial, cuando era un joven médico, lo cambió a Garai. Y hubo mucha gente que hacía lo mismo. Pero hubo antisemitismo después de la Primera Guerra Mundial; por un breve período hubo un régimen comunista que fue bastante brutal y muchos de sus líderes eran judíos, por lo tanto, cuando el Almirante Horthy, el Regente de Hungría, vino a liberar a Hungría de ese régimen, fue cuando se dieron todos estos decretos contra los judíos. No se podía hacer esto y no se podía hacer aquello. Pero, sin embargo, uno todavía podía llevar una vida normal. Yo personalmente nunca me encontré con antisemitismo. Nadie me dijo a mí ”judía sucia”. Pero ocurría. Por ejemplo, a mi primo preferido, que terminó viviendo en Brasil, a él mismo, cuando estaba en la escuela primaria, un día un chico lo golpeó y le dijo: ”judío sucio”. Había que ser muy cuidadoso. No se debía ser demasiado conspicuo. Había que portarse bien y conocer su lugar.
P: ¿Cómo se enteró por primera vez de lo que le estaba ocurriendo al pueblo judío?
R: ¿Te refieres a los campos de exterminio y las cámaras de gas? No sé exactamente cuándo, pero obviamente fue antes de que los alemanes invadieran Hungría. Bastante antes de eso. Además había un número de refugiados polacos que no eran judíos. Y de ellos también oíamos toda clase de historias. Sabíamos de las cámaras de gas aunque no podíamos imaginarnos cómo era.
P: ¿Cuáles fueron sus pensamientos, sentimientos o reacciones cuando por primera vez se enteró de todo esto?
R: Al comienzo incredulidad. Uno no puede realmente creer que esas atrocidades sucedan. Hasta el día de hoy siento que el Papa Pio XII estuvo realmente en falta. No hizo lo que debió haber hecho. Tendría que haber tomado posición contra esta atrocidad. Al menos debería haber dejado en claro que los católicos que eran considerados judíos por Hitler, por sus leyes, no eran considerados como tales por la Iglesia Católica en el caso de que hubieran sido bautizados. No se puede decir que eso fuera suficiente porque no era la actitud moral y espiritualmente correcta, pero ni siquiera eso hizo. Y lo estábamos esperando. Estábamos esperando un documento, una encíclica, una carta o alguna forma de declaración. Nada sucedió.
P: ¿Cuándo oyó de Raoul Wallenberg por primera vez?
R.: Tan pronto como se supo que iba a venir. Cuando los alemanes entraron en Hungría, eso fue el 19 de marzo de 1944, creo que era sábado. El domingo fui a casa de una muy buena amiga que vivía en el edificio inmediatamente contiguo. Ella era concertista de piano y su marido era físico. Allí conocí a mi entonces futuro marido que no era judío en absoluto, todos sus antepasados estaban en regla. Fue allí para preguntar: ”¿Qué puedo hacer, cómo puedo ayudar?”. Y allí fue donde nos conocimos. Y al día siguiente fue a nuestra casa y hubo una conexión tan instantánea que en el primer minuto que estuvimos solos me preguntó si me casaría con él. Él iba a ir a Suecia. Había estado en Suecia antes. Hablaba sueco. Trabajaba con modelos de óptica con un sueco, en una fábrica o compañía sueca, algo así. Pero no podía llegar allí porque había guerra, por lo que nunca se conocían cuáles vuelos había ni otro modo para llegar de Hungría a Suecia. Pero dijo: ”Bueno, podemos casarnos y podremos encontrar algún modo.” Por supuesto, no podíamos casarnos porque había una ley que impedía que se casaran judíos con no judíos. Entonces, una amiga mía apareció y dijo: ”¿Les interesaría un juego de documentos? Porque hay alguien que tiene dos juegos de documentos”. Y ella compró el juego de documentos y mis padres compraron el otro juego para mí. Así que tuve otro nombre. Había un francés maravilloso, un artista, con quien yo había estudiado un poco sobre textiles y diseño. Él falsificaba documentos. Así que falsificó un documento que decía que Yanjey Kudar y Erjay Behtmuschani estaban casados.
P: ¿Se acuerda de cuántos años usted tenía entonces?
R: Si, tenía veintitrés.
P: Sólo preguntas generales sobre Wallenberg, por ejemplo: ¿Cómo era? ¿Era serio? ¿Tenía sentido del humor? ¿Usted dijo que era reconcentrado?
R: Sí, sí. Esto es lo que mejor recuerdo. Era muy reconcentrado y muy entregado a su tarea. No sé como esto le aconteció. Cómo ese manto cayó sobre él y logró estar a la altura de la situación. Pero luego ocurrió algo, y aún me da vergüenza contarlo, pero lo que ocurrió fue que un día volvimos al observatorio y el director dijo que tenía que hablar con Yanjey ( John). Le dijo que dos hombres estaban allí preguntando por él. Parecían detectives. Uno era alto y el otro bajo. Y entonces Yanjey dijo. ”No me imagino por qué alguien me puede estar buscando.” Y volvimos a nuestro cuarto e inmediatamente empacamos nuestras cosas en una valija pequeña y escapamos. Ni siquiera nos atrevimos a tomar uno de esos, cómo se dice… uno de esos coches que suben y bajan la montaña. ¿Sabes? Como un tranvía, pero es un vagón de cable carril. Y sólo nos fuimos a pie a través de los campos porque no sabíamos. ¿Era cierto? ¿Ese hombre se habría dado cuenta de que algo pasaba? Habíamos sido realmente cuidadosos. Jamás decíamos nada cuando hablaban de la nueva arma que los alemanes tenían y que iban a utilizar muy pronto. Fuimos muy cuidadosos. Pero hasta el día de hoy, no sabemos. ¿Habían estado allí esas dos personas? ¿O lo inventó? Así que rápidamente volvimos a esa casa en donde estaba la oficina de Wallenberg, porque no sabíamos a dónde ir. Mis padres y mi hermana estaban ya en ese momento en una de esas casas suecas donde la gente tenía salvoconductos para la casa. Así que preguntamos: ”¿Nos podemos quedar aquí por esta noche? Y Star dijo: ”No, no pueden, no está permitido.” Y no teníamos ni idea sobre qué hacer. Y entonces, uno de ellos tuvo lástima de nosotros y dijo: ”Miren, escóndanse en algún lugar del piso de arriba. Yo tengo que caminar por el edificio y asegurarme de que todos se hayan ido antes de cerrar por las noches. Esténse muy quietos y quédense por esta noche. Pero sean muy cuidadosos. No hagan correr el agua en el baño y no enciendan luces. Bueno, nos descubrieron en la mañana siguiente, porque sí hice correr el agua en el baño antes de que hubiera suficiente gente en el lugar. Tuvimos que hacerlo, y Wallender quiso vernos. Y todo el mundo estaba allí y él dijo que habíamos puesto en peligro toda su misión. Porque él tenía un acuerdo con el gobierno húngaro que ese era un lugar extraterritorial y no íbamos a esconder a nadie allí, nadie podía quedarse a dormir. Y nosotros lo habíamos hecho y debíamos irnos. Tuvimos que partir. Así que es muy avergonzante. De alguna manera aún veo esta escena. Sabes, como que nosotros estamos parados allí tratando de parecer lo más pequeños posible. Y nos fuimos. Y por supuesto que otras cosas nos sucedieron que fueron milagrosamente útiles y sobreviví a todo. Pero este fue mi contacto más cercano con Wallenberg.
P: ¿Recuerda o tiene alguna experiencia respecto de alguien que haya estado próximo a él?
R: En realidad, no. Pero vi ese musical, que me encantó. Era muy lindo. Se represento… ¿fue el año pasado o hace dos años?
P: Si, fue hace dos años.
R: Aprendí más de eso que de mi propia experiencia.
P: ¿Y nos puede decir lo que es un Schutz-pass?
Si. Esta es una fotocopia del Schutz-pass de mi hermana. Esto fue una invención ingeniosa que Wallenberg y sus amigos pergeñaron. Este era un pasaporte provisional, que decía que la persona cuya fotografía estaba en este lugar, y a quien pertenece, está protegida por la corona sueca. Así que, milagrosamente, esto funcionaba la mayor parte de las veces. No siempre, por que algunos de estos vándalos, los ”Cruz de Flecha”, ese era su nombre porque su emblema era una cruz que tenía en cada punta una flecha, no igual a la svástica pero parecido, no respetaban el documento, pero otros sí. Y luego la embajada suiza y después la portuguesa tomaron la idea y también emitieron pasaportes Schutz en cantidades más pequeñas. Pero después que silenciosamente dejamos a Wallenberg, Yanjey aún quería seguir salvando judíos. Así que fuimos a la embajada portuguesa y ofrecimos sus servicios allí. Y allí fue donde obtuvimos un Schutz-pass portugués. Nosotros, él, mi marido, era muy astuto y dijo: ”tengamos uno juntos”. Porque de esa manera yo estoy con él. Entonces así fue. Y muy milagrosamente, cuando dejamos Hungría, había mucha gente viajando y fuimos a Yugoslavia, a Bulgaria y a Grecia con él. Y también aún había particulares que emitían algunos documentos. Era un hombre encantador. Cara redonda, mejillas sonrosadas… Su nombre era Angelo Rota. Y, no sé por qué, pero con la madre de una amiga que era católica devota y tenía algunas conexiones, una vez fuimos a verlo. No sé que le fuimos a pedir. Y él hizo lo mejor que pudo. Y estaba también Anonsino Verrolino, que estaba también entre su personal, y estas dos personas eran maravillosas, a pesar de que estoy segura de que estaban apoyadas por el Vaticano.
P: Usted mencionó que su hermana y sus padres vivían en una casa especial. ¿Era una casa segura?
R: Bueno, llamarla casa segura… No era tan segura. Pero lo que ocurrió fue que cuando los alemanes llegaron y esas leyes se impusieron sobre todo, los judíos fueron obligados a mudarse de ciertos edificios, que eran considerados domicilios no judíos, e irse a otras casas que habían sido designadas como domicilios judíos. Entonces, la casa de mis padres, de la que yo me había ido, fue designada como casa no judía. Mi tía, que también era dentista, vivía muy cerca. Su casa fue designada como casa judía, así que mis padres al principio se mudaron allí, ya que mi tía fue deportada y murió en Auschwitz. Esa es otra historia. Pero, más tarde cuando ciertas casas lo necesitaron y fueron designadas como protegidas por la corona sueca, entonces todos los que habían tenido el Schutz-pass sueco se mudaron allí. Así que mis padres, mi abuela y mi hermana se mudaron allí.
P: ¿Cuánto tiempo vivieron allí? ¿Cuánto tiempo pudieron quedarse?
R: Bueno, no sé, no te puedo decir exactamente, porque exactamente no…Cuando se mudaron allí debe de haber sido a finales de la primavera, principios del verano. Y vivieron allí hasta que las tropas rusas liberaron Hungría, que fue, probablemente en enero 1945, en el lugar donde ellos estaban. Porque cada parte fue liberada en tiempos distintos.
P: ¿Usted sabría, por ejemplo, cómo eran los mecanismos de cómo las casas seguras estaban organizadas y eran mantenidas?
R: Bueno, en todas partes había una persona que estaba a cargo. Pero las familias tenían un cuarto. Y a veces un amigo o pariente llegaba y nos hacían lugar. Estaba muy atestado y ellos hacían lo mejor que se podía hacer en tales circunstancias.
P: Se mencionó que Wallenberg abrió un orfanato en el área, de aproximadamente setenta y ocho niños. ¿Sabe algo de eso?
R: Si sé un poco sobre eso. No estoy segura, pero es posible que mi hermana haya estado por un tiempo allí, porque hubo un tiempo en que se pensó que iba a ser más seguro para ella que no estuviera con los padres. Y ella estuvo en algún tipo de hogar para niños, aunque no era una niña. No recuerdo mucho al respecto.
P: Y también hubo descripciones respecto a Raoul Wallenberg y los camiones y choferes que usaba para rescatar a la gente.
R: Oh, si. Bueno, así fue.
P: ¿Sabe cómo lo hacía?
R: No.
P: ¿Cómo llegó de Hungría a Yugoeslavia?
R: Yanjey, que era un genio, dijo textualmente, después de que los rusos nos liberaron, ”Salgamos de aquí.” Porque era tanto mayor que yo. Era diecinueve años mayor. Así que había visto más. Dijo que al principio, cuando era joven él había simpatizado con el comunismo y todas esas ideas. Pero después en la década de 1930 existieron esos juicios fingidos en Rusia, en la Unión Soviética, donde tanta gente fue condenada, obligada a confesar crímenes contra Stalin. Y fueron ejecutadas y hubo una dictadura. Y él dijo. ”Todo lo que pasa allá ahora, va a pasar acá. Uno va a necesitar no solamente un pasaporte, sino una visa de salida, que no se va a conseguir. Entonces si imponen una visa, va a ser muy difícil irse de acá. Vayámonos ahora. Tratemos de llegar a Suecia.” Porque él tenía un contrato con la empresa sueca llamada ”Nifer”. Pero, ¿cómo? Así que dijo: ”La única forma de llegar allá es yendo a algún lugar cerca del mar. ¿Cómo podemos llegar al mar? Yendo hacia el sur a Yugoslavia. En algún lugar habrá un barco y podemos llegar por mar a Suecia.” Por supuesto, era absurdo porque todavía seguía la guerra. Pero no había otro camino. Obviamente, no podíamos atravesar Alemania, así que yo dije: ”Por supuesto. Lo que sea.” Confiaba tanto en él. ¿Y cómo podemos llegar a Yugoslavia? No había trenes. No había nada. Pero de algún modo conseguimos subirnos a un vagón de ganado. No había animales sino personas. Y ese fue el primer intento. Y después nos subimos a otro vagón. Otro tren que tenía algo mas de cobijo, y había soldados rusos, pero a ellos no les importó porque en un extremo había un poco de espacio. Y estuvimos parados allí, no sé, por veinticuatro horas, ya ni me acuerdo. Hasta que llegamos a Yugoslavia. Y allí fuimos interrogados por partisanos. Los partisanos tenían el mando allí. Y, eventualmente nos soltaron y entonces pensamos que deberíamos ir a Turquía. Y para eso había que ir a Bulgaria y para eso había que ir…. Y estos partisanos al mando, dijeron: ”Está bien, no los vamos a arrestar. Pero tienen que salir del país.” ¿Y cómo salimos del país? Los búlgaros no nos daban visa. Subimos al tren de todos modos, logramos entrar a Bulgaria. Pero es un cuento largo e interesante, pero desde allí, con la ayuda de los británicos, llegamos a Grecia. Y desde allí a Inglaterra.
P: ¿Cuánto tiempo se quedaron en Inglaterra?
R: Cinco años, de hecho. Al poco de habernos instalado en Inglaterra, donde yo tenía parientes, Yanjey pensó que quizás deberíamos ir a Estados Unidos porque, entretanto, la empresa sueca había decidido que no querían desarrollar el invento que tenía la patente. Que deberíamos ir a Estados Unidos porque su patente tenía que ver con cámaras de alta velocidad y proyectores de películas y eso. Así que fuimos al consulado de Estados Unidos y un joven americano muy agradable nos dijo: ”No pidan una visa de visitantes, porque eso solamente les va a causar problemas. Ustedes no van a querer irse, pero deberán hacerlo, después tendrán que entrar de nuevo. Postúlense para una visa de inmigrante.” Y nosotros dijimos: ”Eso va a llevar mucho tiempo”. ”Oh, no va a llevar tanto tiempo.” Tomó cinco años. Estábamos casi listos para pedir ciudadanía británica cuando recibimos una carta diciendo que había llegado nuestro turno. Entonces vinimos acá. Fue en diciembre 1950.
P: Si Raoul Wallenberg estuviera acá con nosotros hoy ¿que le diría?
R: Ni me lo preguntes. En un momento sentimental, como dije hace un rato…. No.
P: Bueno. Nos tomamos un descansito.
R: Si. A lo mejor ya es suficiente. ¿No te parece?
Lo que les dije, dije que si querían anotar solamente una cosa más, es que no solamente cómo una sola persona puede hacer una diferencia (porque él comenzó esto, después los portugueses y los otros hicieron aquello), sino que hubo gente muy buena. Por ejemplo, un amigo mío que era un joven maestro y también pianista, profesor de filosofía en la escuela secundaria a la que yo iba, vivía con su madre y su hermana. Acogieron, creo que siete, una buena cantidad de judíos. Y los escondieron y alimentaron en su departamento y eso era… había que ser muy cuidadoso porque ni siquiera se podía dejar que se notara que entraba más comida allí ni que había mayor actividad. Y no solamente los salvaron y alimentaron y alojaron, sino que no les permitían hacer nada. Los trataban como a invitados de honor. ¿Entiendes? Ahora, esto es algo realmente especial. Hay gente como ésta. Y, por supuesto, Yanjey Kudar. Realmente creo que en algún lugar debería ser recordado. Y otros a quienes he conocido que han ocultado a judíos y arriesgado sus vidas. Pero es fácil olvidarse de eso y es fácil acordarse de toda la gente que fue cruel y metía a los judíos en vagones de ganado y los transportaba fuera del país. Por lo tanto, por mucho tiempo no quise volver, pero después sí volví y me di cuenta de que hay gente buena en todas partes.
P: Ayuda a que uno se reconcilie con todo el asunto.
R: Y la otra cosa triste es que estoy convencida de que esto puede ocurrir en cualquier lugar. Yo pensaba que esto no podía ocurrir en los Estados Unidos, pero ya no pienso así. Pero si no es con los judíos, entonces, por supuesto, indios, negros, etcétera. Ustedes saben lo que está ocurriendo ahora.
P: ¿Sabe o recuerda cuáles eran las tareas de su marido cuando estaba ayudando a Wallenberg?
R: Bueno, la de ir a hablar con gente y ver quién tenía una conexión y armar una lista y sacarlos. Además, una vez fue a una fábrica de ladrillos. Por algún motivo las fábricas de ladrillos se usaban como lugares de depósito de los judíos que estaban a punto de ser deportados. Y, en uno de estos lugares encontró a mi mejor amiga, su madre, su padre y su hermano menor, y consiguió sacarlos.
P: Eso es fantástico.
R: Sí.
P: Lo que usted dice que escribía. ¿Qué sucedió con la historia?
R: Yo escribí todo esto con muchos más detalles. No que pueda dar más detalles sobre Wallenberg porque ya he estado tratando de decir todo lo que recuerdo. Sino mi historia personal…antes… después…
P:¿Ha sido publicada?
R: No.
P:¿Consideraría publicarla?
R: Bueno, he estado pensándolo.
P: Sería realmente un regalo.
Y escribí algo más que la gente quiere que publique, que son las recetas que provienen del libro de recetas de mi madre, donde ella empezó a poner recetas cuando era recién casada y más adelante. Y la mayoría de ellas cuentan quién se las dio y luego las historias de esas personas. Entremezclo eso con las recetas porque algunos de ellos terminaron en Auschwitz o lugares parecidos, y no sobrevivieron.
P: Eso debe ser precioso.
R: Y hay fotografías. Mi hijo lo compaginó.
P: Es una idea muy buena porque hace que dos cosas distintas lleguen a unirse.
R: Sí, sí.
P: Comida y familia puestas juntas.
R: Sí, sí. Así que lo estamos pensando
P: ¡Avísenos!
R: Bueno. ¡Por supuesto! Si llega a suceder… Muchas gracias.
P: Gracias a usted.
Creditos:
Entrevista: Mari Rodríguez
Cámara: Michael Ragsdale.
Trascripción: Yale Kim.
Edición: Adriana Lee.
Traducción: María Lía Macchi