Cierta vez escuché de boca de un conocido diplomático la siguiente frase: ”Si hubiéramos tenido medio Wallenberg en la Argentina de los años de la dictadura militar, no habría habido desaparecidos”. La metáfora no deja de ser controvertida pero, ¿no expresa acaso una verdad?
Las estimaciones más moderadas cuentan que Wallenberg salvó entre 40 y 50 mil vidas (aunque la cifra que más se menciona se aproxima a los cien mil). Por lo que si en la Argentina de 1976-1983 hubiéramos contado con alguien provisto de la mitad del coraje demostrado por el diplomático sueco, probablemente la tragedia de los desaparecidos, que marca a la Argentina para siempre en los libros de historia y en la memoria, no habría tenido lugar.
Paradoja de la vida o, quizá, previsible final para quien luchó contra una de las dictaduras más sangrientas de la historia, Wallenberg terminó él mismo siendo un desaparecido a manos de un régimen tan totalitario y cruel como el liderado por Adolf Hitler.
Coraje, solidaridad y respeto por el prójimo; son valores que nunca mueren y por cuya vigencia todas las personas deberíamos hacer algo, no importa cuán pequeño o cuán grande, todos los días. Las libertades individuales son como la salud: se deben cuidar mientras están vigentes, porque cuando las perdemos resulta ser demasiado tarde.
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