Raoul Wallenberg, nacido en Suecia y muerto en 1947, rescató de la muerte a miles de judíos que radicaban en Hungría, durante la Segunda Guerra Mundial
MOSCU, RUSIA (29/MAY/2012) .- Raoul Wallenberg, diplomático sueco famoso por salvar a miles de judíos de origen húngaro durate la Segunda Guerra Mundial, murió asesinado por los servicios secretos de la Unión Soviética en 1947, declaró hoy Boris Pankin, quien fuera ministro de Asuntos Exteriores y embajador de la URSS en Suecia.
«Tengo el pleno convencimiento de que no murió por causas naturales, sino que fue asesinado. Cómo fue asesinado es una cuestión que debe ser investigada», aseguró el exministro soviético en una rueda de prensa dedicada al histórico plenipotenciario sueco que en 2012 habría cumplido 100 años.
Wallenberg, miembro de una influyente familia, trabajó como embajador de su país en Budapest, capital de Hungría ocupada por los nazis. El diplomático aprovechó su estatus y la neutralidad oficial de Suecia en la Segunda Guerra Mundial para salvar la vida a miles de judíos, a los que dio refugio y entregó documentos que los identificaban como suecos.
Poco después de la entrada de las tropas soviéticas en Hungría fue detenido por el Ministerio de Seguridad de Estado, el posterior Comité de Seguridad de Estado (KGB), y trasladado a Moscú, donde falleció de un infarto en julio de 1947, según la versión oficial de la URSS y luego de Rusia.
Al asumir el cargo en agosto de 1991, el último ministro de Exteriores soviético solicitó toda la documentación relativa al caso Wallenberg y se hizo con la correspondencia que habían mantenido al respecto los más altos cargos de la URSS de la época, entre la que había resoluciones del dictador Iósif Stalin.
«El análisis de esa correspondencia indica que Stalin se vio acorralado, y era lo que menos le gustaba», señaló Pankin, quien indicó que la diplomacia soviética incurrió en graves contradicciones al responder a los requerimientos de Estocolmo sobre el desaparecido diplomático sueco, del que nada se supo hasta 1957.
La entonces embajadora soviética en Suecia, Alexandra Kollontai, «primero reconoció en persona la custodia de Wallenberg», pero poco después «negó todo conocimiento sobre su existencia».
«Después hubo una gran presión por la parte sueca y reconocer entonces que se había encontrado a Wallenberg vivo en una prisión era imposible. Se echó entonces mano de una vieja máxima de Stalin: Si no hay persona, no hay problema», dijo Pankin.
El exministro soviético vio en la correspondencia «de qué manera, sin llamar a las cosas por su nombre, estas personas (altos cargos de la URSS) acuerdan deshacerse de Wallenberg».
El activista de la organización de derechos humanos rusa «Memorial» Nikita Petrov declaró a la agencia Interfax que la muerte de Wallenberg «debe ser esclarecida en el marco de una investigación penal».
«Seguramente fue asesinado. Al igual que fueron asesinados su compañero de celda y su chófer», manifestó Petrov.
Por su parte, el responsable del Año Wallenberg que se conmemora este 2012 en Suecia, Ulla Westberg, pidió a las autoridades rusas que reabran la investigación sobre las circunstancias en las que murió su compatriota.
«Todas las partes exigen que se esclarezca la verdad del caso Wallenberg. Esperamos que las autoridades rusas abran el acceso a los archivos, también a los científicos extranjeros. Es un asunto de interés para la comunidad internacional», subrayó el investigador sueco.
La Unión Soviética reconoció el arresto de Wallenberg en 1957 y sólo el 22 de diciembre de 2000, nueve años después de la desintegración de la URSS, la Fiscalía General de Rusia rehabilitó «post mortem» al diplomático como víctima de represiones políticas.
Ya en 2001, el archivo del Servicio Federal de Seguridad ruso (heredero del KGB) devolvió las pertenencia del diplomático sueco a sus familiares.