El 4 de agosto de 2002 se cumple el 90º aniversario del nacimiento del diplomático Raoul Wallenberg, salvador de decenas de miles de personas, en su mayoría judíos, perseguidas por el nazismo en Hungría, durante la Segunda Guerra Mundial. Desapareció luego de ser detenido por el ejército soviético el 17 de enero de 1945. Su paradero es aún hoy un misterio.
En un mundo carente de valores la figura de este joven arquitecto vuelto diplomático, miembro de una de las familias más prominentes de su país, se destaca por su nobleza. Era protestante, pero voluntariamente ingresó al infierno de la guerra para salvar judíos. Su país era neutral, pero decidió a pesar de ello enfrentar al jerarca nazi Adolph Eichmnan, encargado de deportar a Auschwitz la mayor cantidad posible de personas. Era un aristócrata, pero dió su vida por salvar las de decenas de miles de hombres y mujeres que en rango social en nada se le parecían.
A cincuenta y siete años de sus desaparición la figura de Raoul Wallenberg es mucho mas que la del primer desaparecido del siglo veinte. Es un ejemplo para el mundo de hoy.
Todos los días este agitado nuevo milenio nos muestra que hay conflictos entre naciones, sociedades y culturas distintas. Todos los días se registran cientos de casos de discriminación, de persecución y de intolerancia que recuerdan lo poco que hemos aprendido de nuestros errores y horrores pasados.
En el escenario de estas realidades dolorosas es posible que hagamos nuestra la bandera de Raoul Wallenberg y la de muchos otros miles que, como él, arriesgaron sus vidas para proteger al prójimo.
En las presentaciones que la Fundación Internacional Raoul Wallenberg realiza en el marco de su programa educativo ”Wallenberg en la Escuela”, los alumnos nos recuerdan que es posible defender lo valores más sagrados. Desde el muchacho que protege a un desconocido que es atacado por el sólo hecho de usar la camiseta de un equipo de fútbol, o aquel que se para junto a otro que es agredido por su vestimenta y su peinado. Para ellos Wallenberg es un ejemplo digno de ser emulado. Como tan claramente se pudo ver después de los atentados terroristas a la Embajada de Israel y la AMIA, en Argentina; o en el ataque del 11 de septiembre de 2002, en los Estados Unidos, hay mucha gente dispuesta a desafiar la apatía y la indiferencia.
Y pensar que existen aquellos que piensan que vivimos en un mundo sin valores.
* Nicholas Tozer es periodista e investigador. Ex Editor del diario Buenos Aires Herald.