En marzo de 1938 Austria fue anexada al Tercer Reich. De ese modo la tercera comunidad judía más grande de Europa (alrededor de 185.000 personas) se vio súbitamente obligada a abandonar el país. La mayoría, 120.000, residía en Viena.
Poco antes de cumplirse un mes de la ocupación nazi, los primeros judíos austríacos fueron deportados a los campos de Dachau y Buchenwald.
Inopinadamente, la gran esperanza para los judíos de Austria se corporizó en la figura de un diplomático chino llamado Feng-Shan Ho.
Había nacido el 10 de septiembre de 1901 en la localidad rural de Yiyang, provincia de Hunan. Su padre murió cuando él tenía siete años. Fue educado junto a sus tres hermanas en un asilo misionero para pobres.
De joven aprovechó los beneficios de una educación liberal en la Universidad de Yalein. En 1932 obtuvo el doctorado ”Magna Cum Laude” en Economía Política, en la Universidad de Munich. Tres años más tarde se unió al servicio exterior de China nacionalista.
Debido a su excelente dominio del idioma alemán fue destinado a la capital austríaca en 1937. Allí se desempeño como cónsul general entre 1938 y 1940.
A diferencia de otros diplomáticos, Ho emitía visas a Shanghai a todos los que se acercaban tratando de escapar del nuevo régimen terrorista, a pesar de la prohibición expresa del embajador chino en Berlín, Chen Jia, quien planeaba estrechar el vínculo entre su país y Alemania. Ho le respondió que el Ministerio del Exterior había ordenado mantener una política liberal.
Alterado por la respuesta de su subordinado, Chen Jia envió a Viena a un agente de la embajada con el pretexto de investigar el rumor de que el Cónsul estaba vendiendo visas. El enviado llegó sorpresivamente pero, al no encontrar evidencia alguna sobre la falsa acusación, tuvo que regresar a Berlín con las manos vacías.
Aunque las Visas no eran indispensables para entrar a Shanghai (entonces bajo la ocupación japonesa), estos documentos eran fundamentales para los judíos que deseaban huir de los nazis.
Muchos de los ayudados por Ho viajaban a Shanghai en barco desde Italia o por avión desde la Unión Soviética. Otros utilizaban sus visas para escapar a los más diversos destinos como Palestina, las Filipinas, Inglaterra, los Estados Unidos e incluso Cuba.
Eric Goldstaub, que hoy vive en Canadá, relata como en julio de 1938 recibió visas chinas para toda su familia luego de pasar ”días, semanas y meses visitando consulados y embajadas en el intento de obtener visas para sus padres y parientes cercanos, en total unas 20 personas”.
Por su parte, Lilith Sylvia Doron, conoció a Ho accidentalmente mientras ambos veían el ingreso de Hitler a Viena, el 11 de Marzo de 1938.
”Ho, que conocía a mi familia, me acompañó a casa”, recuerda Doron. ”Proclamó que, gracias a su status de diplomático, los nazis no se atreverían a hacernos daño mientras él permaneciera en nuestro hogar. Ho continuó visitándonos para protegernos de los nazis”.
Cuando el hermano de Doron, Karl, fue arrestado y trasladado a Dachau, fue liberado gracias a una visa emitida por el consulado de China. Doron y su hermano partieron de Viena a Palestina en 1939.
Gerda Gottfried Kraus, radicada en Canadá, cuenta que después de Kristallnacht (9/11/1938), su esposo esperó en una larga fila para ser admitido en el consulado chino. Viendo que se aproximaba un auto hacia la entrada del lugar, arrojó su formulario de suscripción por la ventanilla. ”Aparentemente, el cónsul lo recibió, porque luego fue llamado y obtuvo las visas”.
Se cree que el ”demérito” que el Ministerio de Relaciones Exteriores chino ingresó en el archivo personal de Ho en 1939 estuvo vinculado a su accionar insubordinado.
En diciembre de 1938, 7.000 judíos cruzaron la frontera hacia Italia y Suiza. Muchos de ellos portaban visas chinas.
Sólo durante los primeros tres meses de sus funciones como cónsul general Ho emitió 1.200 visas. Su hija, Ho Manli, estima que varios miles de judíos fueron salvados por su padre.
Al finalizar su período en Viena, Ho pasó el resto de la segunda guerra involucrado en la lucha de su país contra Japón. En 1949, con los comunistas en el poder, se unió al bando nacionalista y continuó trabajando en el cuerpo diplomático en Taiwan.
Luego de una extensa carrera diplomática, Ho se retiró en 1973 a San Francisco. Una vez que abandonó su posición diplomática, los nacionalistas chinos de Taiwan lanzaron una campaña para desacreditarlo. Posteriormente le negaron una pensión por sus cuarenta años de servicios diplomáticos prestados.
”Era sencillamente natural sentir compasión por los perseguidos y ayudarlos. Era lo que había que hacer”, declaró Ho.
Feng-Shan Ho murió en 1997 en los Estados Unidos, a la edad de 96 años.
* Baruj Tenembaum es Fundador de The Internarional Raoul Wallenberg Foundation.
Extracto de la conferencia ”Los Salvadores de la Humanidad”.