El establecimiento definitivo de relaciones diplomáticas plenas entre Israel y el Vaticano puede decirse que asomó como la punta de un gigantesco iceberg; la parte visible de una compleja trama de relaciones y acontecimientos construída a partir de pequeños y grandes gestos en su mayoría virtualmente desconocidos por el gran público.
Entre ellos cabe destacar uno que ocurrió en 1965: en el marco de las nuevas pautas que el documento conciliar ”Nostra Aetate” delinearía para el diálogo y la relación entre católicos y judíos, Baruch Tenembaum, empresario argentino nacido en ”Las Palmeras”, pequeña colonia judía en el corazón de la Pampa Argentina, que por entonces, con apenas 33 años de edad, conducía la Oficina de Turismo Israelí en Buenos Aires, llegaba al Vaticano para un encuentro con el Sumo Pontífice Paulo VI.
Tenembaum había ya vislumbrado las renovadas posibilidades de acercamiento entre judíos y católicos que nacían con el albor de la década de los sesenta. En un espíritu de afanosa búsqueda de un marco digno y permanente que propiciara un diálogo constructivo, este hombre, con un pasado de sólida formación bíblica y seminarista, supo crear el clima propicio para, junto a un nutrido grupo de pioneros de orígenes y posiciones diversas -los sacerdotes Carlos Cuccetti y Ernesto Segura; Jorge Luis Borges, Numo Werthein, Zulema Alsogaray, entre otros- fundar la Asociación Casa Argentina en Israel Tierra Santa o Casa Argentina en Jerusalem como se la denomina hoy con mayor frecuencia.
La audiencia con el Papa tuvo lugar en la fría mañana del 13 de enero de 1965. Un impensado, para la época, encuentro entre un Pontífice y un hombre de la fe mosaica quien, entre otras cosas, acababa de organizar la peregrinación a Tierra Santa de los sacerdotes argentinos Oglieti, Cascón y Vercovich. El encuentro quedó marcado para la historia con la emisión de un sello postal vaticano.
Aquel primer gesto, en una tierra yerma pero que comenzaba a abonarse lenta e inexorablemente, fue sucedido por otros que insistieron de modo permanente en la necesidad de no desoír el común reclamo de Paz y Reencuentro entre los viejos hermanos de la Fe. El 30 de abril de 1968 el entonces Cardenal Primado Antonio Caggiano visitó la Casa Argentina y dió a conocer una declaración de neto espíritu conciliatorio. ”He escuchado con verdadero interés y complacencia las palabras pronunciadas por el Sr. Baruch Tenembaum. El ha acentuado el anhelo que vuestro pueblo y la Iglesia proclaman como las más urgente de las necesidades: la Paz”, señaló en la oportunidad el Arzobispo de Buenos Aires momentos antes de distinguir al fundador de la entidad.
En el mismo año de 1968 la Casa Argentina encargó al artista Raúl Soldi la creación de un fresco en el mural dedicado a la Argentina en la Basílica de la Anunciación en Nazareth. Baruch Tenembaum acompañó al destacado artista a Tierra Santa durante todo el proceso de creación y realización del monumental fresco. La obra, que hoy sigue siendo visitada por miles de turistas de todo el mundo, es un símbolo unánimemente reconocido por judíos y católicos.
En la misma línea de conducta Tenembaum organizó en febrero de 1992 el histórico peregrinaje del Cardenal Antonio Quarracino a Israel en la primera visita que en carácter de tal realizaba un Primado argentino a Tierra Santa. De algún modo se anticipaba la presencia del mismo Arzobispo de Buenos Aires en el decisivo Encuentro Interfe del 18 de noviembre de 1993 junto al Presidente de la Argentina, Dr. Carlos Saúl Menem, el Gran Rabino Salomón Ben Hamú y el Kadi de Jerusalem, Dr. Faruk Zoabi, invitado especial para la ocasión. Menos de treinta días después y en la misma Casa Argentina se celebraba, con la participación de los embajadores de ambos Estados y las más altas autoridades comunitarias, la firma inicial del acuerdo entre la Santa Sede e Israel.
El impulso de Tenembaum a la creación del Programa ”Justos entre las Naciones” de la Casa Argentina marcó otro hito de relevancia en la tarea que desde hace más de treinta años cumple por el diálogo interconfesional la organización, ya que tiene como objetivo dar a conocer ejemplos de humanidad como los de la Sra. Emilie Schindler, a quien premiara la cancillería argentina en 1995 con la Orden al Mérito y Raoul Wallenberg, en honor de quien se ha creado el Comité Internacional Raoul Wallenberg, que reúne destacadas personalidades de todo el mundo.
Hechos tales como el mural conmemorativo con textos religiosos judíos instalado en la mayor catedral católica de la Argentina (abril de 1997), el encuentro de Emilie Schindler con el Papa Juan Pablo II en el Vaticano (marzo de 1995), el homenaje de sobrevivientes del Holocausto sobre la tumba de un Cardenal Primado (abril de 1998) son ejemplos exactos del espíritu y la voluntad de reconciliación que anima a Tenembaum. Ese es el camino: destacar las raíces y aspiraciones comunes y, sobre todo, escuchar la voluntad manifiesta de los Pueblos que, en definitiva, comparten lo esencial: el mismo Dios.