Señor Presidente,
En su carta respondiendo a nuestra invitación de nombrarlo Miembro Honorario, usted nos explica que por razones constitucionales no le es permitido ser miembro de una fundación privada y nos honra con su elogio a la labor que desarrolla nuestra institución. Aquí estoy para agradecer su ofrecimiento a ayudarnos en todo lo que usted pueda y a decirle lo siguiente:
Tengo conciencia que éste es un momento muy especial para nuestra organización y para mí en lo personal al encontrarme frente no sólo la investidura del Presidente sino especialmente de la personalidad cuya trayectoria nos es conocida. En la vida hay cosas que son más importantes que la vida misma. Fiel a lo que nos dicta la voz de nuestros antepasados, debemos buscar la VERDAD y la JUSTICIA.
Su histórica declaración ante el Parlamento de Israel en la cual usted tuvo la fuerza y el coraje de pedir perdón, es un ejemplo para toda la humanidad. Por supuesto que nadie puede otorgar el perdón, pero el gesto, la intención y la dinámica puesta de manifiesto son un ejemplo para nuestros hijos; y es la búsqueda de la VERDAD. Nuestra Fundación sigue el mismo rumbo, ansiamos conocer la VERDAD, la suerte corrida por el héroe Raoul Wallenberg. Nuestra institución es interconfesional y aplica un enfoque distinto para ofrecer a nuestros hijos un modelo de lo que debe ser y hacer el hombre. Treinta Jefes de Estados de todo el mundo ya nos acompañan en la Fundación Wallenberg.
Donde hay sombras hay luces, y si bien es importante no olvidar las sombras, hemos decidido dedicarnos a las excepciones que constituyen las luces. Nos hemos dedicado a Raoul Wallenberg, un protestante que salvó a decenas de miles de judíos cumpliendo aquello de que en la vida hay cosas más importantes que en la vida misma: la Verdad. Usted sabe todo lo que hemos hecho y estamos haciendo.
Pero siguiendo el mismo sendero estamos embarcados también en preparar una campaña internacional para que el mundo conozca lo que hizo otro individuo, esta vez un católico, también en funciones diplomáticas, el Nuncio Angelo Giuseppe Roncalli, quien posteriormente fuera el Papa Juan XXIII.
Hoy le presentamos a usted los primeros dos informes preparados por una comisión especial de historiadores y académicos. Permítame decirle Señor Presidente, que el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Angelo Sodano, ha expresado públicamente en Nueva York su sorpresa y admiración por esta Empresa del Espíritu iniciada por nosotros, siempre en la búsqueda de la Verdad.
Wallenberg y Roncalli son excepciones, son luces que iluminan las largas noches en las que se eternizan mártires de la humanidad. Roncalli emitió certificados de bautismo para salvar a niños judíos. Este y otros hechos notables serán parte del informe final a presentarse próximamente.
Tengo el honor de decirle Señor Presidente que, siguiendo este mismo camino -el de Wallenberg y Roncalli- hemos iniciado hace pocos meses, la búsqueda de ángeles alemanes, individuos que arriesgaron su propia vida para salvar a sus prójimos durante la Segunda Guerra Mundial. Y cuán grande es la sorpresa al revelar que muchos centenares se suman a la nómina de lo que el mundo no conoce: alemanes -católicos, protestantes, creyentes, agnósticos- que salvaron a sus hermanos judios. Muchos de ellos pagando con su propia vida sus actos de heroicidad.
Son excepciones, son decisiones personales, son de alguna manera los Roncalli y los Wallenberg de la historia en uno de sus capítulos mas trágicos.
El grupo de académicos e historiadores a los que nuestra Fundación les encargó este trabajo ya logró reunir testimonios y documentación como para poder decirle hoy que: Debemos seguir el sendero de la VERDAD. Que el mundo sepa y legue a sus hijos este ejemplo: alemanes ángeles (‘Germangels’).
En el futuro próximo, al finalizar este trabajo de producir y registrar la lista de los alemanes que salvaron a seres humanos durante la Shoa, deseamos lanzar esta campaña internacional que incluirá, al igual que lo logrado en el caso Wallenberg, una difusión digna que sirva como legado para las nuevas generaciones a través de exhibiciones, programas de educación, films documentales, concursos, seminarios y ciclos de esclarecimiento. Todo en varios idiomas.
Señor Presidente: en el Antiguo Testamento, en un diálogo que registra el Libro del Génesis, el patriarca Abraham dialoga con el Creador tratanto de persuadirlo para que no destruya la ciudad de Sodoma. El Todopoderoso le dijo entonces que si en Sodoma había sólo cincuenta personas íntegras se evitaría la destrucción de todos sus habitantes. Luego, esta cifra se fue reduciendo más y más, pues Abraham buscaba alguna luz en la profundidad de las sombras pero no la encontraba. Buscaba la excepción y no lo logró. Todos sabemos como terminó este episodio.
Con toda modestia y humildad, hemos buscado en este capítulo tan dramático de la historia y por suerte encontrado, a seres humanos que sirven como modelo y ejemplo para nuestros hijos.
Esta es la VERDAD. Y hoy estamos acá para decirle, Señor Presidente Johannes Rau, que todos deseamos aportar algo en este sentido y le rogamos siga junto a nosotros en todo lo que la Constitución de su pais le permita.
¿No le permitiría acaso ser el Presidente Honorario de este movimiento que estamos iniciando dedicado a exaltar los individuos ángeles alemanes, aquellas luces que iluminaron nuestras vidas?
Hemos decidido renovar una vieja tradición sobre la cual ya hemos conversado con autoridades del Vaticano y deseamos compartirla con usted. Tanto en el caso de Wallenberg como de Roncalli y de los centenares de los ángeles alemanes, nos dirigiremos a todas las comunidades y confesiones del mundo sin excepción para pedirles que consideren la posibilidad de nombrar a los niños recién nacidos con los nombres de los ángeles salvadores. Este proyecto que sin duda provocará emociones profundas deberá ser adaptado por los cristianos en el bautismo, los judíos varones en la circuncisión y cada confesión de acuerdo a sus ritos y tradiciones. Por supuesto que ya hemos hecho la consulta a las autoridades religiosas y la respuesta fue de entusiasmo y aprobación total.
Hijas e hijos con nombre de héroes y ángeles.-