Melbourne – Un héroe del Holocausto, un estudiante sueco, Raoul Wallenberg (1912 -) es sorprendentemente ‘redescubierto’ en Australia por un alumno de la universidad estadounidense. Su vida, ahora a 100 años de su nacimiento, inspira a las personas que pueden hacer una diferencia.
Camino abajo, manejando, mirando hacia la izquierda, vi un monumento a un alumno de mi universidad a distancia. Meses más tarde, al saber que es el centenario del nacimiento de Wallenberg en Suecia, revisité el monumento situado al borde de un pequeño e íntimo jardín tropical. Tomé unas cuantas fotos.
Hoy en día, recuerdo mi asombro al ver su imagen en Melbourne. Raoul Wallenberg, quien asistió y se graduó en la Universidad de Michigan en la década de 1930. Treinta años más tarde, caminé por las rutas del mismo campus, pero no fue sino hasta 1984, cuando me pidieron una contribución al Fondo Wallenberg, que empecé a conocer su historia.
Rescató a judíos en Hungría. Era 1945. No unos pocos, miles de judíos. Y lo hizo solo.
En 1981, fue la segunda persona en ser honrada con la Ciudadanía Honoraria de los Estados Unidos. La primera había sido Winston Churchill.
¿Por qué? Porque es el arquetipo del héroe, alguien que se arriesga por quien no conoce y con quien no comparte ni su origen ni su religión..
En 2011 la Medalla de Wallenberg número 21 fue concedida a Aung San Suu Kyi , cuando ella no podía salir de Burma. Habló, vía Skype a más de 700 personas reunidas en Ann Arbor, sobre el miedo, su miedo y el miedo de los déspotas que intentaban mantenerla bajo control.
Recientemente se han concedido medallas humanitarias a Lydia Cacho (México) y Ginetta Sagan (Italia), quienes – cada uno a su manera- probaron la veracidad del legado de Wallenberg: «Una persona puede hacer la diferencia».
La 22ª Conferencia de Wallenberg, el 23 de octubre, estará a cargo de María Gunnoe, una intrépida defensora de la justicia ambiental y social. A pesar de las amenazas a su vida como ella continúa su cruzada contra las prácticas de la industria del carbón de América.
Hace apenas una semana, asistí a una presentación de una joven de Afganistán, Malalai Joya, defensora de la mujer; ella ha sobrevivido a seis atentados contra su vida.
Raoul Wallenberg (1912 -) no tuvo la oportunidad de dar conferencias o de escribir acerca de las personas que marcan la diferencia. Como un ciudadano sueco, en la Budapest controlada por los nazis, con credenciales diplomáticas, silenciosamente creo casas de seguridad y entregó todos los visados de salida posibles para todos los judíos que tuvo a su alcance. Hasta que fue llevado a un puesto de custodia soviético y desapareció. Su desaparición sigue siendo uno de los grandes misterios no resueltos de la Segunda Guerra Mundial.
El monumento fue la última obra de Karl Duldig (1902 – 1985), escultor, evacuado a Australia en 1940.