Los canadienses intentan descifrar el misterio que rodea la muerte del héroe.
Raoul Wallenberg consiguió salvar a alrededor de 100.000 judíos húngaros de las cámaras de gas de Hitler durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial con las únicas armas que poseía: su ingenuidad, su astuta comprensión del enemigo y, más que nada, su coraje intrépido.
Wallenberg era hijo de una distinguida familia sueca compuesta por respetables banqueros, diplomáticos y políticos; llegó a Hungría a pedido de la Junta de Refugiados de Guerra de los Estados Unidos y del gobierno sueco, en julio de 1944, en forma clandestina, como diplomático sueco.
El 17 de enero de 1945, sólo 6 meses después de haber empezado su misión, Wallenberg fue capturado por soldados rusos. Nunca se supo más nada de él.
Esta primavera marca el 65º aniversario de la misión de Wallenberg en Hungría. Un grupo de canadienses que han estado trabajando para descubrir que le sucedió al valiente sueco desean que el misterio que rodea su desaparición sea resuelto rápidamente.
La misión de Wallenberg era la de rescatar el mayor número posible de judíos húngaros del exterminio nazi. Cuando llegó a Budapest sólo quedaban 230.000 judíos, pues Adolf Eichmann, conocido como el Arquitecto del Holocausto, ya había enviado a 400.000 a las cámaras de gas.
Aún estando en el medio del territorio enemigo y bajo las narices de los soldados alemanes, Wallenberg distribuyó pasaportes falsos, que él mismo había confeccionado, a los judíos que cargaban en los vagones atestados de los trenes y que luego tenían que hacer a pie las ”caminatas de la muerte” de 125 millas. Una vez rescatados se los empujaba hacia los camiones internacionales de la Cruz Roja o a los autos que lucían los colores suecos que los estaban esperando para ser trasladados a casas seguras.
”Era un gran héroe de guerra. Saber lo que le sucedió ayudaría a recordar lo que hizo”, dijo David Matas, un abogado de derechos humanos e investigador de la vida de Wallenberg, residente en Winnipeg.
”Además, es un simple hecho de justicia hacia él y su memoria. Creo que después de lo mucho que hizo para ayudar a tanta gente, es una deuda que tenemos con él y con su familia la de ayudar a saber qué le sucedió.”
Matas dice que hay una ”enorme variedad de evidencias que son conflictivas” y que apuntan en muchas direcciones distintas, incluyendo cuando se dice que Wallenberg fue baleado, envenenado o que murió de un ataque cardíaco.
El gobierno ruso ha sido acusado de obstruir todos los intentos realizados para descubrir que le sucedió a Wallenberg después de su captura y el subsiguiente encarcelamiento en la famosa prisión de Lubyanka.
Matas dice que apenas terminada la guerra la URSS informó que Wallenberg había muerto en Hungría en un accidente de motocicleta. Luego, en 1957, dijeron que había muerto en 1947 de un ataque al corazón. Después del derrumbe de la Unión Soviética, Moscú proclamó que había sido asesinado en 1947, pero no dijeron en qué forma.
Sin embargo, durante años hubo numerosos informes de anteriores prisioneros del gulag que declaraban haber visto, haber oído o haberse comunicado con Wallenberg en diversas prisiones rusas después del año 1947.
Matas dice que la Unión Soviética siempre asumió una posición con respecto a Wallenberg, pero el problema era que la posición cambiaba con el pasar del tiempo y la subsiguiente contradecía la posición anterior. ”Por lo tanto, no existe más que este cambio constante de posiciones conflictivas sin una evidencia real que apoye a ninguna de ellas.”
Matas fue el autor de un informe sobre Wallenberg en 1998, financiado por el Departamento de Relaciones Exteriores que presidía Lloyd Axworthy, Ministro de Relaciones Exteriores en ese momento.
Matas escribe: ”La conclusión de mi informe es que la respuesta a la pregunta sobre qué le sucedió a Wallenberg es desconocida, pero se puede llegar a saber.” Señala que la principal dificultad para determinar la suerte corrida por Wallenberg se debe a la incapacidad de los investigadores independientes para tener acceso a los archivos rusos confederados.
Sin embargo, Vladimir Lapchin, consejero superior de la Embajada Rusa en Ottawa, dice que toda la documentación que existe sobre Wallenberg fue puesta a disposición de los investigadores a principios de 1990. Sostiene que desde entonces no hay ninguna novedad. Sólo hay documentos que confirman que estuvo preso y nada más. No hay documentos que prueben que fue baleado o ejecutado.
Además, Lapchin afirma que los argumentos sobre el ocultamiento de parte de Moscú son infundados. ”La gente trata de encontrar el gato negro en la habitación oscura, aún cuando no existe el gato negro”.
Nominado dos veces para el Premio Nobel de la Paz, Wallenberg es Ciudadano Honorario de cuatro países incluyendo Canadá y Estados Unidos.
Hay monumentos dedicados a su persona en doce países y se imprimieron estampillas conmemorativas en ocho. También ha sido tema de numerosos libros y películas.
Canadá ha declarado el 17 de enero, día de su desaparición, como el Día de Raoul Wallenberg. Hay parques conmemorativos en varias ciudades canadienses. En gran parte, gracias a los esfuerzos de Vera Gara, habitante de Ottawa, se creó el Parque Raoul Wallenberg en esta ciudad. Gara, también sobreviviente de los campos de exterminio nazis, ha estado comprometida con ”el proyecto Wallenberg” desde 1986. Dice que hay una pista nueva y prometedora que en la actualidad está siendo investigada.
Los investigadores han pedido ayuda a la Embajada Húngara para obtener información sobre tres hombres, uno de los cuales compartió una celda con el asistente de Wallenberg en Lefortova, antes de 1944.
Los otros dos hombres trabajaron en el movimiento de la resistencia húngara que tuvo contacto directo con Wallenberg. Se sabe que los tres trabajaron con Wallenberg en Budapest en 1944.
El oficial del Consulado de Hungría, Imre Helyes, contestó diciendo : ”Es posible que el Archivo Nacional de Hungría tenga algún material relacionado con los tres hombres y que cuando reciban más información sea viable que los investigadores del Archivo puedan determinar cuáles son las fuentes de información que se encuentran ahí.”
Gara ve eso como una señal positiva.
Ella dice que es muy optimista porque siente que algo está sucediendo y que tiene que ser ahora. ”Con toda franqueza, tiene que ser ahora; pues este dilema debe poder tener una conclusión.”
En su discurso, que tuvo lugar en una cena de abril, en conmemoración del heroísmo de Wallenberg, David Kilgour, investigador y con anterioridad MP (Miembro del Parlamento) criticó a Hungría, Suecia y los Estados Unidos por no hacer lo suficiente para averiguar qué le sucedió al héroe de guerra.
Dijo que Wallenberg y su equipo rescataron a más de un tercio de todos los judíos salvados por la Junta de Refugiados de Guerra de los Estados Unidos.
”Hasta que lo capturaron era la mayor ventaja que tenía la Junta en la mano. Sin embargo, las sucesivas administraciones estadounidenses a partir de 1945 han ofrecido muy pocas pruebas para resolver el misterio de su desaparición.”
Además, Kilgour le dijo al diario The Epoch Times que Canadá también debería ser más activo en descubrir la verdad de la suerte sufrida por Wallenberg, sobre todo después del incidente del St. Louis, un barco cargado de judíos que huían del Holocausto al cual no se le permitió atracar en las costas canadienses. ”Hicimos tan poco para ayudar a los judíos antes de la guerra que, aunque sea de una manera humilde, deberíamos actuar ahora para reparar esa terrible injusticia.
Wallenberg estudió arquitectura en la Universidad de Michigan, donde se lo conocía por su buen humor, por su energía y anti esnobismo, según Kilgour.
Durante sus vacaciones viajaba haciendo autostop por los Estados Unidos, Méjico y Canadá. Después de graduarse estuvo un tiempo en Sudáfrica y en Medio Oriente. Fue en Palestina (hoy Israel) en donde el cristiano Wallenberg conoció por primera vez a judíos que huían de la Alemania de Hitler.
Kilgour espera que el misterio de su destino sea resuelto mientras sus dos hermanos aún estén vivos.
”La verdad va a salir a la luz. Resta saber si saldrá antes de que todos los hermanos de Wallenberg estén muertos. Sería bueno que se pudiera conocer ahora y no dentro de 25 años.”
Traducido por María Pensavalle