Es un destacado hombre de negocios y activista ecuménico judío-argentino creó la Fundación Internacional Raoul Wallenberg junto con su difunto amigo Tom Lantos. Más activo que nunca, vive buscando testimonios de salvadores de judíos durante el Holocausto. Como deber y como deuda.
Baruj Tenembaum, destacado hombre de negocios y activista ecuménico judío-argentino creó la Fundación Internacional Raoul Wallenberg junto con su difunto amigo, el ex congresista estadounidense, Tom Lantos, único sobreviviente del Holocausto en el Congreso de los EEUU salvado por el desaparecido diplomático sueco desaparecido en acción.
Tenembaum, cuya jornada de trabajo haría palidecer a jóvenes de 20 años, reparte su vida entre Nueva York, Londres, Buenos Aires y Punta del Este. En estos días, se encuentra en Israel visitando la sede jerosolimitana de la fundación y manteniendo numerosos encuentros de trabajo con factores relacionados a su actividad humanitaria.
La fundación Wallenberg, recalcó Tenembaum, es la única institución en el mundo que, activamente, investiga y documenta historias desconocidas de salvadores. Una vez documentadas, la fundación crea programas educativos destinados a realzar el legado heroico de los salvadores.
Dichos programas, titulados ”Wallenberg en la escuela”, son impartidos por voluntarios en el marco de cursos aprobados por los diferentes ministerios de educación de diversos países de América Latina. ”Mediante nuestros equipos de profesionales y de voluntarios a lo largo y ancho del mundo, la fundación lleva a cabo un numero de investigaciones sobre historia desconocidas de salvadores que arriesgaron sus puestos y sus vidas durante el Holocausto”, destacó Tenembaum.
A fines de 2008, una de esas investigaciones culminó en la entrega póstuma del título de Justa entre las Naciones a Stanislawa Slawinska, una mujer polaca católica que dio refugio a judíos en su propia casa, en Grodzisk Mazowiecki, a 30 Km. de Varsovia. Asimismo, los descendientes de Slawinska se confundieron en un fraternal abrazo con una de las mujeres salvadas por dicha salvadora. El evento fue cubierto por Semana.
En la actualidad, dijo Tenembaum, mediante un grupo de investigadores profesionales y voluntarios, la fundación Wallenberg está investigando y documentando decenas de historias de salvadores, gente común y diplomáticos, de diversos países, religiones y credos.
Entre los diplomáticos investigados por la fundación se encuentran Julio Palencia, Sebastián Romero de Radigales y Eduardo Rolland de Miota (tres diplomáticos españoles que ayudaron a salvar judíos durante el Holocausto), así como un número de diplomáticos turcos musulmanes, entre los que se destaca el otrora vicecónsul de Turquía en Marsella, Necdet Kent.
Las evidencias apuntan a que Kent emitió Certificados de Ciudadanía Turca (que protegían a sus receptores) incluso a aquellos judíos de descendencia turca quienes habían su derecho a dicha ciudadanía debido a las leyes imperantes. Más aún, según su propio testimonio, Necdet Kent habría sido el protagonista de un rescate de proporciones históricas. Unos pocos años antes de su deceso, Kent reveló que en 1943, habiendo sido alertado por su fiel colaborador e intérprete judío, Sidi Iscan, se enteró que los nazis iban a deportar a alrededor de 70 judíos de origen turco. Kent e Iscan se apersonaron a la estación de trenes en Marsella (probablemente, Saint Charles) y se subieron al tren, negándose a bajarse del mismo si los nazis no liberaban a los judíos turcos que se hallaban en condiciones infrahumanas en el convoy de la muerte.
El comandante nazi de la estación no hizo caso a las demandas de Kent y el tren partió hacia el oeste (probablemente dirigiéndose a algún campo de concentración francés antes de su destino final en Alemania) y al parar en la estación de Arles o Nimes (Kent no se acordaba con precisión debido a su avanzada edad), el comandante nazi de dicha estación pidió disculpas a Kent e instó a que se baje del tren junto con su ayudante. Kent se negó a descender sin ”sus ciudadanos”.
Después de varios minutos de tensa negociación, en la cual Kent esgrimió sus fueros diplomáticos, el comandante nazi le permitió a Kent descender junto con su ayudante y sus ”ciudadanos turcos”.
Tenembaum contó que la fundación Wallenberg está ”removiendo cielo y tierra para documentar testimonios sobre este hecho dramático así como muchos otros más. Archivos de varios países están siendo consultados a fin de recabar más información”. En unos días, Tenembaum viajará a Europa y se encontrará con diversos factores relacionados con esta investigación. ”Instamos y rogamos a cualquier persona que nos pueda brindar mas información sobre este suceso tan dramático, a contactarse con nuestra fundación, a cualquiera de nuestras oficinas, usando los datos que aparecen en nuestro sitio web www.raoulwallenberg.net”, pidió.
Hace unos días, una entrevista que otorgó al prestigioso periódico Jerusalem Post provocó una gran resonancia. En la misma Tenembaum habló de ”la obligación moral de los sobrevivientes de Holocausto de revelar quiénes los salvaron”. ”Soy consciente del dolor de los sobrevivientes, pero aun así, creo que las jóvenes generaciones tienen el derecho de conocer las historias de los salvadores, y dicho derecho se sobrepone al derecho al silencio”, remarcó Tenembaum.
La semana pasada, en Tel Aviv, el fundador de la fundación Wallenberg se reunió con el ex ministro de Absorción, Yair Zaban. Ambos comparten una meta en común: la de reconocer la gesta heroica de Angelo Roncalli, quien fuera el delegado apostólico del Vaticano en Estambul durante la Segunda Guerra Mundial y que salvó a muchos judíos de un cruel exterminio.
Roncalli fue más conocido como el sumo pontífice ”Juan XXIII” (merecidamente llamado ”el Papa Bueno”).
Tenembaum nos relata que gracias a su amigo Zaban se enteró que Roncalli no sólo salvó a un gran número de judíos de las garras asesinas de los nazis. Antes de la votación decisiva de la ONU, que resultó en la creación del Estado de Israel, Roncalli tuvo un rol muy importante que facilitó el camino a dicho histórico evento. A pedido de Moshé Sharet (Shertok), y mediante la intervención del doctor Moshé Sneh, Roncalli intercedió ante las autoridades del Vaticano a fin de que estas no interfirieran con la voluntad de los países de América Latina de votar a favor del establecimiento del Estado de Israel.
”Roncalli fue un gran amigo del pueblo judío. Miles de judíos le deben sus vidas, y en gran medida, se puede decir que ayudo a establecer el Estado de Israel… Por todo eso, el pueblo judío le debe a Roncalli una gratitud eterna”, finalizó Tenembaum.