El 29 de noviembre se conmemoró el 62º aniversario de la Resolución 181 de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, por la que se ordenaba la partición del territorio de Palestina (bajo dominio británico hasta ese momento) en un estado árabe y judío.
Unos días antes, el 25 de noviembre, coincidentemente, se recordaba el 128º onomástico del Nuncio Angelo Giuseppe Roncalli, más tarde conocido como el Papa Juan XXIII.
Casi todo el mundo sabe que su papado simbolizó un entibiamiento de las relaciones entre el Vaticano y el mundo judío. Son pocas las personas que conocen las acciones realizadas por el Nuncio Roncalli para salvar vidas durante el Holocausto, cuando era delegado apostólico en Estambul.
Mientras servía en Estambul, el Nuncio Roncalli salvó a miles de judíos. Como fundador del Comité Internacional Angelo Roncalli, la Casa Argentina en Israel – Tierra Santa y de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, me siento orgulloso de que estas tres ONGs hayan estado investigando de manera activa la valiente intervención del Nuncio Roncalli a favor de las víctimas de los nazis.
Son menos aún, las personas que saben que después de la guerra como Nuncio Apostólico en Francia, el Nuncio Roncalli tuvo un rol importante al tratar de facilitar el voto positivo para la propuesta que estaba por llegar a la ONU a favor del Plan de Partición de Palestina.
Fue a través del relato de Yair Tsaban, ministro del gobierno de Ytzhak Rabin, que conocí esta historia. En la década del 50, Tsaban era asistente personal de Moshe Sneh, quien en 1947 ocupaba la posición de jefe del departamento de política de la Agencia Judía en Europa. Sneh, también tenía a su cargo la ”aliá” y la cartera de la inmigración ilegal. Fue Sneh quien reveló el compromiso del Nuncio Roncalli, por el cual muchos creemos que se allanó el camino para la creación del Estado de Israel.
En 1947, el jefe de Sneh, Moshe Shertok (quien luego cambiaría su nombre a Sharet y más tarde sería el Primer Ministro de Israel desde 1953 hasta 1955), estaba preocupado por cómo los delegados de los países latinoamericanos votarían sobre la partición en la Asamblea General.
Para la aprobación de la partición, se requerían una mayoría de dos tercios. Los países latinoamericanos se inclinaban a votar a favor de la partición. Sin su apoyo, Shertok sabía que la moción sería rechazada.
Se encontraba sumamente preocupado por la influencia que el Vaticano tendría sobre esos países, temiendo especialmente que la Santa Sede tratase de que votaran en contra de la partición, a pesar de sus expresas intenciones hechas públicas, de votar a favor. Así, Shertok llamó a Sneh, desde Lake Success N.Y. donde se había reunido la Asamblea General y lo instruyó para que tratara de persuadir al Vaticano de no objetar las preferencias sobre las presunciones de los votos de los países latinoamericanos.
El pedido de Shertok confundió a Sneh, quien le confió a su asistente (en Idish) – ”¿Cómo yo, Moshe Ben Shimon Klainboim (Sneh) del pueblito de Radzin, voy a poder reunirme con el Papa?” –
Sneh se dirigió a su amigo, Abbé Alexander Glasberg, quien había colaborado en los esfuerzos de la inmigración ilegal a Palestina. Aún durante el Holocausto, Abbé Glasberg se apartó de su camino para salvar a los judíos. Glasberg le dijo a Sneh que él sabía quién podría ayudarlo: – ”Un gran humanista que ayudó a los judíos durante el Holocausto” – Fue así como Abbé Glasberg le presentó a Sneh al Nuncio Roncalli (quien en ese momento era Nuncio en París).
La reunión de Sneh con el Nuncio Roncalli, transcurrió en una atmósfera cálida. Roncalli prometió que haría todo lo posible para ayudar. Unos días después, confirmó que Sneh tendría una audiencia con el Secretario de Estado del Vaticano, el Cardenal Domenico Tardini.
La reunión se llevaría a cabo el 3 de octubre de 1947, y el Nuncio Roncalli, deliberadamente cambió un viaje planificado a Roma para estar cerca, en caso de que fuera necesario.
Aunque el Cardenal Tardini no prometió nada, Sneh sintió que había tenido éxito en comunicar el caso de Israel. Después de la audiencia con Tardini, Sneh se reunió con Abbé Glasberg y el Nuncio Roncalli e informó sobre su impresión sobre la reunión. El Nuncio Roncalli no quedó satisfecho. El esperaba un firme compromiso del Cardenal Tardini. Fue más allá aún al decir que ”el Papa Pío XII podría perder la oportunidad de redimirse por su falta de actuación a favor de los judíos durante el Holocausto”. La misión de Sneh entonces podría llegar a ser exitosa. Para estar seguros, otros factores también contribuyeron para que este sueño se vuelva realidad, pero se puede asumir que la reunión de Sneh con el Cardenal Tardini tuvo un impacto positivo.
Doce países latinoamericanos apoyaron la partición. Seis se abstuvieron. Solamente Cuba votó en contra.
En una sola década, este hombre extraordinario, el Nuncio Roncalli, pudo ayudar al pueblo judío en dos momentos sumamente críticos: salvó vidas durante el Holocausto y contribuyó a alcanzar el establecimiento del Estado de Israel.
Israelíes, judíos, y los pueblos de todas las creencias, que adhieran a los valores más básicos de la dignidad humana y la libertad, tienen una eterna deuda de gratitud hacia este gran héroe.
Algunos años antes de mi conversación con Yair Tsaban, mi buen amigo, quien más tarde fuera Moshe Tov, uno de los fundadores de la diplomacia israelí, me contó en detalle sobre sus interminables reuniones con funcionarios y líderes de los países latinoamericanos. En 1946, Tov había creado la sección latinoamericana en la Agencia Judía, y tuvo un rol decisivo en la conquista de los corazones y mentes de casi todos los líderes latinoamericanos. Dentro de mí, tengo la seguridad de que Tov fue uno de los jugadores clave en la influencia positiva sobre los votos de los países latinoamericanos para la partición.
Otro jugador importante en esta historia, tal como lo mencioné anteriormente, fue Abbé Glasberg. Fue reconocido póstumamente en enero de 2004 por Yad Vashem como Justo entre las Naciones.
Durante la celebración del 62º aniversario de la resolución 181 de la ONU, el Presidente israelí, Shimon Peres, recibió una visita importante en su casa: su contraparte de Costa Rica, el Presidente Oscar Arias Sanchez. Al igual que Peres, Sanchez fue laureado con el Premio Nóbel de la Paz. Ambos, son también miembros de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, una ONG dedicada a la investigación y divulgación de los legados de los salvadores de las víctimas del Holocausto. Costa Rica tiene una rica tradición democrática y fue uno de los 12 países latinoamericanos que votó a favor del Plan de Partición y uno de los primeros países que reconoció al recién creado Estado de Israel.
Mucha gente jugó roles claves detrás de la escena del voto por la partición en 1947: los líderes de los países latinoamericanos como Costa Rica, gente noble y bien intencionada como el Nuncio Roncalli, Abbé Glasberg, Tov y Sneh.
Es nuestra obligación recordarlos.
Baruj Tenembaum es el fundador de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg.
Traducido por Graciela Forman