La propuesta de Eichmann de vender un millón de judíos y conducirlos a España desconcertó a los aliados, que la ocultaron y no supieron qué contestar | La Agencia Judía, con Ben Gurion al frente, también insistió para que el asunto se mantuviera secreto | ”Si el planteamiento fuera de una tonelada de material por judío se podía pensar que el chantaje es más serio”
A los aliados, la oferta de Adolf Eichmann de venderles la vida de un millón de personas condenadas a las cámaras de gas les pilló desprevenidos. Tuvieron muchas dudas de si creérsela. Pero finalmente les pareció barata y decidieron ocultarla al mundo, igual que hicieron los alemanes. Sin embargo, las razones para mantener en secreto la propuesta fueron diametralmente opuestas. Los nazis no querían que en Alemania se supiera que su antisemitismo era moneda de cambio, máxime cuando, en esa fase de la guerra, el pueblo alemán podía interpretar que sus líderes preparaban su huida. En cambio, para los aliados el asunto se presentaba como un dilema que, según cómo se resolviera, cambiaría el curso de la guerra. Incluso podría provocar enfrentamientos entre británicos y americanos con la URSS, o podía llegar a desbaratar la invasión aliada de Europa por Normandía.
Sea como fuere, la llegada a tierras aliadas de Brand y Grosz desencadenó un intenso ir y venir de negociadores y un incesante intercambio de mensajes cifrados entre Londres, Washington, Jerusalén, El Cairo, Ankara, Moscú y, en menor medida, Madrid, que han sido localizados por La Vanguardia en los Archivos Nacionales del Reino Unido.
Como decíamos en el segundo capítulo de esta serie, el 24 de mayo de 1944 la embajada británica en Ankara alertó a Londres del asunto Blood for Money (sangre por dinero). La respuesta no se hizo esperar. Procedía del gabinete del ministro de Exteriores, Anthony Eden. ”En referencia a este caso. Nos parece mentira y un chantaje y queremos asociarnos al gobierno de Estados Unidos para ofrecer una respuesta oficial conjunta. Usted (embajador) debe comunicarse en estricto secreto con el embajador de EE. UU. en Ankara anunciando que ya hemos comunicado todo a Washington. También debería decir al embajador de EE.UU. y a Moshe Shertok que se trata decididamente de un chantaje, pero que la respuesta nuestra definitiva se producirá después de hablar con Washington”. Shertok, también conocido como Sharret, era entonces jefe de la sección política de la Agencia Judía, segundo después de Ben Gurion.
En ese momento, mientras británicos y americanos se ponían de acuerdo, Brand y Grosz eran interrogados por separado y el servicio secreto inglés trataba de comprobar los extremos de una oferta que, apresuradamente, el ministro Eden había calificado de mentira. Al mismo tiempo, Ben Gurion, líder de la Agencia Judía y futuro primer jefe del Estado de Israel, se ponía en marcha y trataba de mover hilos a favor de los deportados. Así las cosas, Intelligence Service recogió el planteamiento de Ben Gurion: ”La Agencia Judía entiende muy bien las dificultades enormes que encierra esta cuestión, pero cree que no son insalvables si esta tarea se afronta con el coraje requerido para una catástrofe sin precedentes. Shertok parte hacia Estambul en breve para comprender mejor la propuesta y hablar con el embajador británico en Ankara. La Agencia Judía mantiene esta información estrictamente en secreto y desea que nosotros (los británicos) hagamos lo mismo, pero pide que el gobierno británico comunique inmediatamente todo este asunto a Washington (…)”.
Los aliados no sabían a qué atenerse y las conversaciones entre Londres y Washington se intensificaron. Cada día se cruzaban varios telegramas en los que, al tiempo que tachaban la propuesta de chantaje, no se atrevían a rechazarla en vista de los informes que iban recibiendo de sus respectivos servicios secretos y de la presión de la Agencia Judía, en especial de Ben Gurion, de Moshe Shertok y del negociador americano Ira Hirschmann, representante de la Entidad de Refugiados de Guerra de EE. UU. Un buen ejemplo de este panorama lo ofrece el telegrama ”Secreto, cifrado e inmediato” de 3 de julio de 1944 del ministro Eden a su embajada en Washington. Decía: ”Informe inmediatamente al Gobierno de USA (Roosevelt) de estas propuestas y de que estamos contando todo” a los judíos.
”En cualquier caso es importante no dar una negativa total a la Gestapo sobre el rescate de los judíos, cosa que merece una consideración seria por parte de los gobiernos aliados. (…) Si el gobierno alemán desea liberar judíos que se encuentran en situación de extremo peligro, nuestros gobiernos pueden examinar las posibilidades de transportarlos a España y Portugal, sin perjuicio para las vitales operaciones militares”.
”Debemos decir a Shertok que no podemos sancionarle ni a él ni a otro ciudadano de un país aliado por negociar con la Gestapo. Nos gustaría que Shertok comunicara la sustancia de nuestras observaciones a su amigo sionista que llegó de Hungría (Joel Brand). Todo ello para demostrar que, a pesar de que no podemos entrar en el trato tan monstruoso que nos ofrece la Gestapo, no somos indiferentes a los sufrimientos de los judíos y no cerramos la puerta a propuestas serias compatibles con la continuación con éxito de la guerra”.
Como se desprende del mensaje anterior, el gobierno de Churchill jugaba a dos barajas. Por una parte, negaba sistemáticamente la mayor, es decir, la veracidad de la oferta, pero por otra le daba crédito al dejar una puerta abierta a un diálogo con la Gestapo abandonando en manos de los judíos o, más concretamente, de Ben Gurion y de Moshe Shertok, la solución de tan tremendo problema.
El caso es que a los británicos la oferta de Eichmann les parecía ilógica por lo barata. Un mensaje secreto de la embajada británica en Ankara a Londres, de 12 de junio, se refiere a este extremo: ”El quid de la cuestión es que es demasiado barato cambiar 1.000.000 de judíos por 200 toneladas de bienes. Si el planteamiento fuera de una tonelada de material por judío se podía pensar que el chantaje es más serio. La embajada piensa que el chantaje lo hacen agentes locales de la Gestapo en Hungría que piensan sólo en ellos y en su interés. En cualquier caso, es absurdo pensar en enviar 1.000.000 de judíos a España y Portugal sin verificar si esos gobiernos están preparados para recibirlos”.
Mientras tanto, en Washington no sólo no cerraron la puerta a un diálogo con los nazis, sino que enviaron a Turquía al ”negociador especial” Ira Hirschmann para que se entrevistara con Brand y sacara sus propias conclusiones. El viaje requería quince días. Hirschmann partió con la idea de ”no rechazar totalmente la propuesta de la Gestapo y darle alguna consideración”. El telegrama Top Secret, de 11 de junio de 1944, del Vizconde de Halifax, embajador británico en Estados Unidos, explicaba a Londres la opinión americana: ”Es importante dejar una puerta abierta mientras se estudia el tema. Deberíamos hacer todo el esfuerzo para convencer a los alemanes de que este gobierno de EE.UU. está tan preocupado con el problema que desea considerar propuestas alemanas para salvar judíos y a otras víctimas, pero también está claro que no podemos establecer ningún acuerdo con los alemanes sin hablar antes con británicos y soviéticos”.
Hirschmann siempre creyó que la propuesta de los nazis era genuina y que habría que haber dejado a Joel Brand volver Hungría y negociar directamente con Eichmann.
”Cien judíos por camión y envíalos a España”
Joel Brand se fió del enviado de Estados Unidos, Hirschmann, al que dio más detalles de sus encuentros con Eichmann. El mensaje de 23 de junio de 1944 de la embajada británica en El Cairo a Londres lo deja claro: ”He hablado con Hirschmann, que ayer habló con Brand. Brand dio respuestas francas. Hirschmann opina que Brand es sincero y que sólo quiere salvar vidas. Hay diferencias entre lo que Brand contó a Hirschmann y a Shertok. A Shertok le dijo que las propuestas alemanas eran muy tajantes y que habría resultados desastrosos si no regresaba a Budapest en 15 días. A Hirschmann le dijo que no tenía plazo o propuesta específica de los alemanes, que le encomendaron la misión después de cuatro conversaciones con Eichmann, que está en contacto con Himmler y con el alto mando militar alemán. Eichmann mencionó 10.000 camiones y un tal Wiesmeyer sugirió café, té, chocolate y jabón. (…) Los alemanes le han dicho que utilice el tiempo que sea necesario. (…) Brand le ha dicho a Hirschmann que hay que pedir dinero a las autoridades judías para ayudar a los judíos de Hungría y Polonia. Desea volver a Hungría y decirle a Eichmann: ´Libera a 100 personas por cada camión y envíalas a España´”.