En 1944, Adolf Eichmann, en nombre de Himmler, intentó vender a los aliados un millón de judíos deportados con la condición de que sólo se dirigieran a España | Un telegrama secreto, fechado el 24 de mayo de 1944, alertó de la oferta al gobierno de Churchill
Entre mayo y septiembre de 1944 hubo una tentativa de negociación ultrasecreta entre aliados y nazis. Como moneda de cambio: la vida de un millón de judíos de Hungría, Bulgaria, Rumanía y Grecia. En síntesis, los nazis propusieron enviar un millón de judíos a España previo pago de bienes materiales y dinero. De lo contrario, los matarían en Auschwitz. Aquellos infortunados jamás viajaron a España.
El portavoz de la oferta nazi fue Adolf Eichmann y su obligado intermediario, el sionista húngaro Joel Brand, un hombre que, bajo una presión difícil de imaginar, transmitió a los británicos una siniestra proposición que negoció con ingleses y destacados líderes judíos tales como Moshe Shertok, Ben Gurion, Weisman o Ira Hirschmann, enviado por el gobierno de Estados Unidos. Detrás, tomando decisiones estuvieron Churchill, Roosevelt, Stalin y el gobierno del protectorado de Palestina (futuro Israel).
Esta dramática transacción fracasada, que tuvo como escenarios centrales Budapest, El Cairo, Damasco, Alepo, Londres, Washington y finalmente Moscú, se puede reconstruir al minuto gracias a los 115 documentos recuperados por La Vanguardia en los Archivos Nacionales del Reino Unido. Merced a estos escritos secretos se sabe que la propuesta nazi exigió incondicionalmente que los judíos se asentaran en España, pues Hitler no quería enemistarse con sus aliados musulmanes, ni engrosar el poder judío en Palestina.
En 1958 un más que dolido Joel Brand reveló detalles de esta negociación, pero sólo pudo contar la parte que conoció. Brand nunca supo la trastienda del drama del que fue protagonista y del que jamás se recuperó. Hundido en el alcohol, murió de forma prematura en 1964, a los 58 años.
Brand vio cómo actuaron con él los británicos, los norteamericanos y hasta tal vez intuyó la actitud de los soviéticos, que cerraron toda posibilidad de arreglo, pero no pudo saber qué dijeron y qué pensaron de puertas adentro. Ahora, la documentación desclasificada muestra que los británicos creyeron que era una trampa, para, poco después, darse cuenta de que en realidad se trataba de una oferta-chantaje auténtica. Al final, ni los británicos, ni sus amigos norteamericanos, ni su aliado soviético hallaron la manera de tratar con el enemigo nazi y salvar a aquel millón de personas.
Pero hay más. De la lectura del paquete documental se desprende que los aliados conocían perfectamente el alcance del holocausto y que los nazis sabían que los aliados estaban al tanto de lo que sucedía en sus campos de exterminio. Precisamente en ese punto residió la contundencia y el dramatismo de la propuesta de Adolf Eichmann.
La impresión que saca el periodista tras la lectura de esta documentación es que se encuentra ante uno de los episodios más trágicos de la Segunda Guerra Mundial. Un capítulo en el que los nazis demostraron, una vez más, cuán bajo puede caer un ser humano; los judíos no lograron salvar a su gente; los norteamericanos se limitaron a expresar buena voluntad; los británicos demostraron una frialdad sólo superada por los soviéticos y España se quedó sin ser el destino de un millón de judíos que hubieran podido escapar de una muerte segura en los campos de exterminio.
Para el gobierno de Winston Churchill todo comenzó con este telegrama: ”24 de mayo de 1944. Top secret. Cifrado. De la embajada Británica de Ankara a Londres. Importante. Cierta persona llamada Brand llegó a Estambul desde Hungría con pasaporte alemán. Dice que representa a la comunidad judía húngara y que trae una propuesta formal de la Gestapo para intercambiar judíos de los territorios ocupados por el Eje que intercambiarían por bienes y moneda extranjera. Los judíos de Estambul dicen que la propuesta es seria”. El mensaje añadía que el líder judío Ben Gurion había sido informado.
Cinco días antes del telegrama anterior, Joel Brand había llegado a Turquía procedente de Budapest acompañado de Bandi Grosz, un turbio contrabandista al que la Gestapo había encomendado bajo amenaza que asegurara la misión de Brand y que, en caso de fracaso, lograse suficiente dinero para pagar por la libertad de judíos a los que los alemanes permitirían huir.
La llegada de dos judíos -Brand y Grosz- a Turquía con salvoconductos alemanes fue un hecho inusual, máxime si además se presentaron ante los británicos como portadores de una extraordinaria propuesta nazi para el intercambio de seres humanos por bienes materiales. Un asunto que hizo saltar todo tipo de alarmas de los servicios de inteligencia, que en seguida bautizaron ese plan con la misma fórmula que usó Eichmann en Budapest: ”Sangre por dinero”.
El servicio secreto británico de Oriente Medio (SIME) tomó cartas en el asunto para tratar de discernir qué había de verdad en lo que aquel nervioso judío de aspecto inofensivo les decía y que su extraño acompañante reafirmaba. Brand y Grosz fueron interrogados por separado y salvo en una ocasión, el SIME no permitió que se vieran. De hecho, a Brand lo interrogaron durante días sin recibir malos tratos, mientras que de Grosz, que fue llevado a Siria, no se puede decir lo mismo. Por lo que se desprende de los documentos recuperados, a Grosz, un tipo delgado, muy pálido y con aspecto de vampiro de cine mudo, le perjudicó tanto su pasado de contrabandista colaborador de los nazis que cuando Brand lo vio tiempo después apenas pudo reconocerlo.
Brand trasmitió el mensaje de Eichmann. Su relato fue transcrito en un intenso documento secreto SIME/ P. 7769/ I. 7 de julio de 1944, de 40 tupidas páginas de extensión, en el que se descubre cómo a lo largo de toda la guerra se produjeron centenares de tratos con nazis que permitieron salvar a judíos a cambio de dinero. Estos acuerdos fueron bilaterales entre agrupaciones de resistentes sionistas y funcionarios del III Reich que se hicieron ricos a costa de la vida de los judíos. Es imposible reproducir en la limitación de las páginas de un diario la infinidad de detalles que Brand aportó sobre la tenaz resistencia armada hebrea a la que pertenecía e incluso lideraba. Desde el comienzo de la guerra e instalado en su país natal, Hungría, Brand simultaneó sus acciones clandestinas contra el nazismo con la compra de libertades. Esta última actividad es la que lo relacionó con oficiales nazis como el Hauptsturmfuhrer (capitán de las SS) Von Wisliceny, que por su propio interés no lo detuvo pese a su condición de judío. Y así, la compra de vidas se mantuvo en un plano local hasta que los alemanes ocuparon Hungría el 19 de marzo de 1944. Entonces las altas instituciones nazis entraron en escena.
Brand estaba en contacto con un oficial llamado Schmidt que le dio un consejo unos días antes de la ocupación: ”Brand, tenga usted una reserva de dinero. Algo va a ocurrir. Haga usted llegar desde Turquía 1.000.000 de dólares, que le serán útiles”.
Y lo fueron. Tras la ocupación, Brand continuó negociando con Wisliceny y Schmidt hasta que unas semanas más tarde otro oficial le anunció que tenía órdenes de tratar con él de parte de Himmler. ”Estamos autorizados a negociar. Estas negociaciones son secreto de Estado y como tales tienen que permanecer”. Comenzaba así la odisea de blood for money.
La noticia de las matanzas llegó en 1942
Durante la obligada misión de Joel Brand, los nazis tomaron como rehenes a su esposa, Hajnalka (Hansi) Hartmann, a sus dos hijos de cuatro y cinco años, respectivamente, y a su amigo Roszo Kastner. Hansi y Roszo eran del mismo grupo de resistencia antinazi que Brand y ambos estaban al corriente del intercambio ideado por los nazis. Es más, formaban parte del plan con un gran papel reservado para cuando se confirmara la transacción humana.
Brand explicó al SIME que supieron del extermino judío en 1942 a través de unos judíos rescatados por su esposa, que estuvo dedicada desde 1941 a salvar y ocultar a los que corrían más peligro. ”Hansi -reveló Brand- conoció a un oficial húngaro, el subteniente Jozsi Krem, que a menudo visitaba en su coche a tropas húngaras desplegadas en Polonia. Krem acordó rescatar a un matrimonio (los Stern) por 10.000 pengos. Hansi le proporcionó la fotografía de la pareja, pero no pudo encontrarla y en el primer viaje el oficial volvió con otros dos judíos. Krem repitió esta operación con frecuencia y, alrededor del cuarto o quinto viaje, regresó con los Stern. Ambos trajeron las primeras noticias concretas de ejecuciones masivas de judíos y de incendios en sinagogas…”.