Una nueva investigación revela una rara crítica del Vaticano al Papa de la era del Holocausto, Pio XII, por su silencio ante la destrucción del Judaísmo europeo. La figura del Papa Pio XII es controvertida debido a su presunto conocimiento del genocidio desde el principio de la década del ’40 a pesar de lo cual, señalan sus críticos, no hizo nada para detenerlo. En 1999 el Vaticano designo a la Comisión Histórica Internacional católica-judía para investigar los cargos contra Pio XII. Sin embargo, el panel se disolvió luego de que le negaran el acceso a los archivos.
La profesora Dina Porat, quien dirigió el Proyecto para el Estudio del anti-semitismo en la Universidad de Tel Aviv, focalizó su investigación en las críticas contra Pio XII hechas por Angelo Giuseppe Roncalli, quien se convertiría en 1958 en el Papa Juan Pablo XXIII.
En 1943, cuando cumplía funciones como delegado apostólico en Estambul, y a instancias del delegado de la Agencia Judía Haim Barlas, Roncalli pidió por escrito al presidente católico de Eslovaquia que pusiera fin a la deportación de judíos a Auschwitz, cuenta Porat.
En 1944 Barlas recibió los ”Protocolos de Auschwitz”, diarios escritos por Rudolf Vrba y Alfred Wetzler quienes se habían escapado del campo de exterminio en abril de ese mismo año. Barlas envió el material a Roncalli, quien luego en sus memorias escribiría que los leyó horrorizado y llorando.
Según Barlas, luego de leer esos informes Roncalli señaló que estaba lleno de resentimiento hacia sus superiores, ”cuyo poder e influencia es grande pero no actúan ni brindan ayuda concreta.”
De acuerdo a Barlas, Roncalli sostuvo que enviaría los protocolos de inmediato al Vaticano. Sin embargo, este testimonio no coincide con la versión oficial del Vaticano que alega que el Papa Pio XII recibió los protocolos en octubre de 1944. Días después de la conversación de Roncalli con Barlas, el Papa envió una carta al Regente húngaro Horthy solicitándole que detuviese el ”sufrimiento humano” en su país, sin referirse explícitamente a los judíos.
Las deportaciones a Auschwitz cesaron poco después, pero sólo luego de que 400.000 judíos húngaros perdieran su vida allí.
Traducción: Belén Closas