Con su familia, escaparon del horror nazi. Trabajó toda su vida aquí y ahora consiguió que le devuelvan la nacionalidad alemana.
Bernardo tiene ojos celestes, pequeños y profundos, aunque aclara que del derecho no puede ver desde los ocho años cuando una noche de Navidad se lastimó con una flecha, mientras jugaba con uno de sus nueve hermanos. Tiene las manos gruesas y casi siempre manchadas con cera, como si fuera una huella imborrable del oficio de lustrabotas que ocupa sus días desde hace 57 años.
Bernardo Jerochim es alemán: nació en Berlin el 16 de enero de 1928. Pero los golpes e insultos en su colegio por ser judío fueron suficientes para que toda su familia decidiera marcharse a la Argentina. Su lucha por recuperar la nacionalidad que le quitaron las leyes de Hitler obtuvo resultados: mañana, en la Embajada de Alemania, le devolverán su ciudadanía. Y así podrá volver a su tierra, aunque sólo será de visita y sin sentir miedo.
”Nunca tramité la nacionaliad argentina. Agradezco todo lo que me dio este país, es mi segunda patria. Pero quiero que mi pasaporte diga que soy alemán” aclara Bernardo, de 78 años, casado con un argentina, con tres hijos y cuatro nietos aquí.
LEJOS DEL HORROR
Este lustrabotas, que todas las mañanas comienza su día en la esquina de 25 de Mayo y Perón, llegó a la Argentina cuando tenía diez años. Vivió dos años en Entre Ríos con su familia y después se mudaron a una humilde casa en Lanús. El problema de recuperar su nacionalidad es que en ninguno de sus documentos figura su país de origen. Un abogado, Alejandro Candiotti, a quien le lustra habitualmente, decidió ayudarlo. Intervino la Fundación Raoul Wallenberg y aceleraron los trámites, además de recibir una invitación de la Alcaldía de Berlín.
Se mantiene con su trabajo de lustrabotas y una jubilación de 380 pesos, además de sus recuerdos. Y asegura que seguirá viviendo en la Argentina, trabajando —hasta que pueda— allí, en el microcentro.