NUEVA YORK, miércoles, 22 junio 2005 (ZENIT.org).- La Fundación Raoul Wallenberg ha recordado los 42 años del fallecimiento del beato Juan XXIII, recordando en un comunicado que el Papa bueno pasara a la historia como el obispo de Roma que «convocara el Concilio Vaticano II, evento que diera a luz la declaración ”Nostra Aetate”, documento que acentuó las raíces judías del cristianismo, intentando reparar siglos de hostilidades entre ambas vertientes religiosas».
La Fundación Internacional Raoul Wallenberg creó en el año 2000, el Comité Internacional Angelo Roncalli, en un acto celebrado en la Misión del Vaticano ante las Naciones Unidas, en presencia del secretario de Estado, el cardenal Angel Sodano, a fin de rendir homenaje a la acción humanitaria desplegada por el Nuncio Angelo Roncalli, luego papa Juan XXIII, para la salvación de refugiados judíos perseguidos por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
El Comité Internacional Angelo Roncalli esta integrado por personalidades de renombre internacional, como el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el profesor André Chouraqui, gran intelectual y traductor al francés del Antiguo y Nuevo Testamento así como del Corán, y el Cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, entre otras destacadas figuras.
«Una de las notables acciones humanitarias desplegadas por el nuncio Roncalli durante la Segunda Guerra Mundial fue la utilización de correos diplomáticos para hacer llegar certificados de bautismo y visas en blanco a la población judía en Hungría, documentos que fueron utilizados por el nuncio papal Angelo Rotta en Budapest para salvar la vida de decenas de miles de judíos perseguidos por el régimen nazi», explica la fundación Wallenberg.
«Cabe destacar que el nuncio Roncalli se entrevistó durante 1944, en diversas oportunidades con el Gran Rabino de Jerusalén, Isaac Herzog, e intercedió a pedido del Rabino en favor de judíos de Rumania. Asimismo, presto ayuda a Haim Barlas, delegado de la Agencia Judía en Estambul, para permitir el ingreso a Palestina de refugiados judíos, y también Roncalli intercedió ante el Rey Boris de Bulgaria para evitar la deportación de población judía».
Según la fundación, «la acción humanitaria del Nuncio Roncalli para salvar la vida a miles de refugiados judíos durante el Holocausto, unida a su decidida actitud de acercamiento religioso y diálogo hacia el Judaísmo en su calidad de Papa Juan XXIII, convierten su figura en un símbolo imperecedero de amor al prójimo y de encuentro dialogal interreligioso».