Señor Director,
Los asesinatos perpetrados en Estambul provocan el rechazo y la firme condena de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg. Se trata de atrocidades que no dejan lugar para justificación de ninguna índole.
En menos de una semana distintos objetivos civiles han sido blancos del odio. Fueron atacadas dos sinagogas, una sucursal bancaria y una representación diplomática.
Estos crímenes de lesa humanidad afectan no sólo a las comunidades judía, turca y británica, sino a todos quienes creemos que la libertad de expresión y la aceptación de las diferencias son los únicos caminos que pueden conducir a una sociedad mejor. A este respecto, el ejemplo del diplomático sueco Raoul Wallenberg, y tantos otros como él, sigue vivo como modelo de conducta a seguir cuando el totalitarismo amenaza.
La Fundación Wallenberg se ve en la obligación de alertar sobre las consecuencias funestas que pueden devenir de la tolerancia o la indiferencia hacia el terrorismo.
Baruj Tenembaum
Fundador