La celebración del 84° cumpleaños del padre Horacio Moreno, uno de los fundadores en 1966 de la Casa Argentina en Jerusalén Tierra Santa y actual presidente de la entidad, fue hace unos días ocasión de un encuentro cordial en el que se habló del acercamiento y respeto entre personas de diversos cultos y religiones, en especial, entre cristianos y judíos.
En la sede de la institución compartieron un brindis con Moreno -doctorado en Derecho en la UBA, que impulsó en Martínez la parroquia Nuestra Señora de Fátima, con un gran colegio y un teatro adjunto-, entre otros, los rabinos Simón Moguilevsky y Marcos Edery; Jack Fuchs, sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz, y el compositor Ben Molar.
En la reunión, el periodista Nicholas Tozer, ex editor del Buenos Aires Herald, informó sobre el proyecto Fátima-Reconciliación, impulsado por la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, que consiste en levantar un mural que aúne a judíos y cristianos cerca del gran santuario mariano de Portugal. La idea fue asumida en una reunión recientemente convocada en Nueva York por el arzobispo Renato Martino, nuncio apostólico ante las Naciones Unidas, con la presencia del obispo de Fátima, monseñor Serafín Ferreira. Allí el iniciador de la fundación, Baruj Tenembaum, argentino, brindó por la esperanza, ”concepto trascendental que une a cristianos y judíos”.
Esta idea prolonga una iniciativa que en 1997 se concretó en la Catedral de Buenos Aires cuando se inauguró un mural conmemorativo de las víctimas del Holocausto en una capilla en la cual el entonces arzobispo, cardenal Antonio Quarracino, dispuso que reposaran sus restos después de su muerte. En una carta enviada a Tenembaum en diciembre de aquel año, Quarracino le dijo, tres meses antes de morir, que esperaba que iniciativas similares se repitieran en el mundo.
En línea con estas inquietudes, en diálogo con LA NACION desde Nueva York, Tenembaum calificó de impresionantes la cantidad y calidad de testimonios reunidos en una investigación iniciada hace un año y medio sobre la acción de Giuseppe Roncalli, que luego sería el papa Juan XXIII, para salvar a hombres y mujeres judíos de la matanza por los nazis, cuando era nuncio en Estambul durante la Segunda Guerra Mundial.