Santarém, noviembre de 2002
Señor Baruj Tenembaum
Fundador
Fundación Internacional Raoul WallenbergNew York
De mi consideración,
Le hago llegar estas breves pero sentidas líneas en virtud de la entrega del Premio Sousa Mendes, en su edición 2002, a los distinguidos intelectuales José Ignacio García Hamilton y Nicholas Tozer, así como por la brillante idea de acuñar una Medalla Conmemorativa de mi querido abuelo; iniciativa que no sólo apruebo sino que también festejo.
Aristides de Sousa Mendes era diplomático. Como tal siempre supo que ante todo era un funcionario publico, alguien que debía servir a la gente y, de ningún modo, sacar provecho de su cargo para beneficio personal. Pero, aún más importante, antes que funcionario púbico, mi abuelo era cristiano y fiel a las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, particularmente a la que nos prescribe amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Quiero destacar el rol que cumple la Fundación Internacional Raoul Wallenberg difundiendo la obra de todos los diplomáticos quienes, en su mayoría contrariando las directivas de sus propios gobiernos, dieron lo mejor de sí mismos para ayudar al semejante necesitado.
La Fundacion Wallenberg cumple así con una misión educativa de gran importancia en todo el mundo pues revitaliza valores indispensables como lo son la solidaridad, el respeto y el coraje.
Muy cordialmente,
Francisco Sousa Mendes
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