Anteayer me tocó dar testimonio en nombre de la Fundación Raoul Wallenberg en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Austral. Siempre arrastro el miedo a las lagunas mentales. Nos encontramos, Lidia Assorati y yo, con una calidez notable que me ayudó muchísimo.
Unos 125 alumnos (mayoría de mujeres) y las rezagadas, sentadas en el piso. Pocas veces me ha tocado una audiencia tan atenta en su totalidad.
Un capítulo aparte merece la gentileza del personal docente, del vice-rector Dr. Fernando Ruiz, que sugirió a las últimas filas pararse para verme! Lo menos que podía hacer, fue pararme yo también. Y me quedé así hasta el final, sin darme cuenta. Me habían crecido alas…
Y el broche : cuando llegó el final, las manos levantadas para preguntas… preguntas sensatas, inteligentes, creo que alrededor de 25 ! Luego el diploma y un regalo precioso. Y chicas rodeándome para agradecer. Y la última, delgadita, rubia, preguntándome mi opinión con respecto a una institución religiosa que no la reconoce como judía (hizo sus estudios en una escuela nuestra) porque la madre es convertida! Y me dice «pensar que los nazis se remontaban cuatro generaciones para certificar la pureza de raza para matar y aquí les basta una generación para descartarme…»
Volví conmocionada y por supuesto saco la conclusión de que hay que seguir haciendo cosas. Lidia se acordó más tarde que había omitido hablar del Proyecto Aprendíz, pero va a retomar contacto con el Dr. Ruiz y le comentará.
Un abrazo.
Myriam