Cartas al País
A propósito de la conmovedora columna del señor Francisco Wichter, sobreviviente del Holocausto, salvado por Oskar Schindler (6 de enero. “Fui parte de la lista Schindler y cumplí el legado de mi madre: Sobrevivirás.”), nos permitimos escribir estas breves líneas a pocos días de cumplirse un nuevo aniversario que impacta con una alta carga simbólica en el calendario mundial de los derechos humanos; nos referimos a la detención y desaparición de Raoul Wallenberg -el 17 de enero de 1945- otra figura emblemática del Holocausto.
Raoul Wallenberg (Lidingö, 1912) era miembro de una de las familias suecas más prominentes, protagonistas del escenario financiero e industrial de aquellos días, y de la actualidad también. Dejando atrás una vida cómoda, llegó a Budapest el 9 de julio de 1944. En solo nueve meses de trabajo y con la protección de un cargo diplomático salvó las vidas de miles de condenados a muerte por el régimen nazi.
En 2006 la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires dedicó un día conmemorativo del héroe sueco, el 4 de agosto, fecha de su nacimiento. En 1998 una estampilla en su honor había sido emitida por el Correo Argentino.
Estos tributos no son ociosos. La gesta de Wallenberg tiene ecos que suenan con particular énfasis en Argentina, país en el cual la figura del detenido-desaparecido se ha hecho trágicamente y globalmente famosa.
Invitamos a la población a acercarse, el próximo 17 de enero, a la magnífica estatua que lo recuerda, obra del consagrado artista británico, Philip Jackson, ubicada en la esquina de la avenida Figueroa Alcorta y la calle Austria, en la ciudad de Buenos Aires, y depositar flores en memoria de Wallenberg.
Eduardo Eurnekian
Presidente
Baruj Tenembaum
Fundador