El hombre que hizo tanto para salvar al projimo se merece, por lo menos una digna tumba, junto a sus difuntos padres y familiares vivientes.
Raoul Wallenberg siempre será recordado como uno de los héroes más sobresalientes de la historia.
Con solo treinta y dos años, desprovisto de antecedentes diplomáticos e hijo de una de las familias más poderosas de Suecia, se sumergió en Budapest, como miembro de la delegación diplomática sueca, y en un lapso de seis meses organizó una excepcional operación de rescate destinada a salvar lo que restaba de la comunidad judía.
Sus únicas armas eran su propia audacia, ingenio y un sentido agudo de solidaridad humana. A fin de salvar el maximo de vidas posible, utilizó todo tipo de tácticas, incluyendo el ardid, el soborno y la seducción de alemanes y sus cómplices húngaros.
Siendo consciente de la fascinación que los alemanes tenían por el papelerío burocrático, diseñó un certificado de protección sueco (Schutz Pass) que carecía de valor legal pero abundaba en colores, sellos y logotipos que causaban gran impresión en los Nazis, proveyendo, de tal manera, cierta protección a sus titulares. Wallenberg repartió este documento a la mayor cantidad posible de judíos, caracterizándolos como «Sujetos suecos que estaban por ser repatriados a Suecia».
Asimismo, organizó un número importante de «Casas Seguras» y hospitales en los cuales se albergaron numerosos judíos encontrando protección de las hordas húngaras de la facción “Cruz Flechada”.
Conforme a varios testimonios, en varias ocasiones Wallenberg se enfrentó a oficiales nazis, corriendo gran riesgo de muerte, y salvó personas que estaban por ser deportadas o ejecutadas.
En total, entre el 9 de julio de 1944 y el 17 de enero de 1945, salvo a decenas de miles de judios de manos de los nazis y sus complices.
En esta ultima fecha, pidio a su fiel chofer, Vilmos Langfelder, que lo conduzca al Comando en Jefe del Ejército Soviético a fin de encontrarse con el Mariscal Rodion Malinovsky. Los historiadores creen que la intención de Wallenberg era la de negociar con las fuerzas soviéticas el destino de los refugiados judíos.
Empero, los soviéticos tenían otro plan en mente para Wallenberg y Langfelder. Siguiendo ordenes de la mas alta jerarquia (muy posiblemente, del mismo Stalin), ambos fueron tomados prisioneros y transportados a la notoria carcel de Lubyanka en Moscú, donde soportaron duras sesiones de interrogatorios.
Desde ese día, Raoul Wallenberg y Vilmos Langfelder desaparecieron de la faz de la tierra.
Setenta y tres años despues, el mundo sigue buscando respuestas. En 2016, las autoridades Impositivas de Suecia pronunciaron oficialmente la muerte de Raoul Wallenberg, pero esta declaración es meramente una formalidad administrativa.
El año pasado, los familiares mas cercanos de Raoul, iniciaron una demanda judicial contra la FSB (el principal servicio de seguridad ruso), demandando acceso a documentos de archivo que podrían echar luz a su destino después de su encarcelamiento. Por ahora, la corte rusa ha desechado la demanda, pero la última palabra aún no fue dicha.
La Fundación Raoul Wallenberg es una ONG global, con sede central en Nueva York. Su misión es la de preservar y divulgar el legado de Raoul Wallenberg y de aquellos que obraron como él.
En la actualidad nuestro proyecto central se conoce bajo el nombre de «Casas de Vida». Inspirados por las acciones de Wallenberg, tratamos de identificar y marcar con placas conmemorativas edificios pertenecientes a instituciones que ofrecieron en toda Europa refugio a las víctimas de la persecución nazi cuya mayoría eran niños dejados por sus padres antes de que estos fueran deportados a los campos de exterminio. Hasta el día de la fecha hemos descubierto más de 500 Casas de Vida en Italia, Francia, Bélgica, Hungría, Grecia, Holanda y Dinamarca. Actualmente estamos en proceso de declarar a Albania como un «País Casa de Vida».
Albania, con población de mayoría musulmana, es el único país que estuvo bajo ocupación nazi en el cual luego de finalizada la guerra el número de judíos era mayor al que existía antes del comienzo del conflicto.
También recordamos a Raoul Wallenberg y a Vilmos Langfelder como víctimas y hemos instituido un significativa recompensa para toda persona o entidad que pueda proveer información científicamente verificable sobre el destino de ambos.
Nuestra meta es puramente humanitaria. El hombre que hizo tanto para salvar al prójimo merece, al menos, una tumba digna, cerca de sus difuntos padres y de sus familiares vivientes, incluyendo a su media-hermana Nina (96), que espera desde hace demasiado tiempo.
Eduardo Eurnekian y Baruch Tenembaum son el Presidente y Fundador de la Fundación Raoul Wallenberg
Fuente: http://www.jpost.com/Opinion/Raoul-Wallenberg-another-sad-anniversary-536934