La última experiencia con los Talleres- no digo ”Clases” porque no vamos a enseñar sino a trabajar con los alumnos- la última vez, decía, no fue como las anteriores.
Empezamos como siempre contando nuestra misión en la Fundación; mencionamos la Segunda Guerra Mundial y el exterminio de millones de personas resaltando finalmente la figura y la acción de uno de los héroes, la de Wallenberg.
Seguimos avanzando, intentando provocar- como hacemos habitualmente- algún diálogo, debate o intercambio de ideas: ”¿Qué puede motivar a personas como Wallenberg?… ¿Saben de algún otro héroe o de alguna persona conocida por ayudar a salvar vidas…de alguna persona que se destaque por su solidaridad?…”
A pesar de nuestros intentos, no aparecía ninguna reacción. Reinaba un silencio medio tenso. Nadie participaba, tampoco la profesora sentada al fondo del aula. Era difícil saber si se trataba de indiferencia, de pasividad, de desconfianza o si simplemente, como tantos adolescentes, ellos estaban en su mundo.
Para mí fue una experiencia inédita. En otros grupos de chicos, de púberes o de adolescentes, todos (o casi todos) levantaban la mano al mismo tiempo: para hablar, para opinar, para discutir, para preguntar. Con este último grupo no logramos abrir un canal de comunicación más allá de las ”miradas” y de alguna frase dicha con cierto fastidio ”ya vino mucha gente a dar charlas sobre solidaridad”.
Después de probar distintas estrategias sin grandes resultados, la situación- confieso- empezó a resultarme un poco exasperante. Fue entonces cuando en tono de arenga, pregunté:
”¿Les interesa el tema? ¿Les parece importante? ¿Tiene valor para ustedes? ¿Se hacen preguntas o están cómodos así, sin cuestionarse?… Porque para que se produzca un cambio, hay que tener ganas de cambiar y si uno está satisfecho con su manera de ser, no ve necesidad de cambio… ¿Ustedes quieren ser mejores personas?”
La respuesta de uno de los alumnos me dejó perpleja:
”¿Para qué?… Si prendés la tele y ves que los otros matan… ¿Porqué vas querer ser mejor”.
Agradezco haber tenido esta experiencia y haber escuchado esa respuesta. Ahora sé mejor con quienes y sobre qué sentimientos tenemos que trabajar.
”Wallenberg en la Escuela” también somos nosotros en las escuelas. No arriesgamos nuestras vidas como él, pero tenemos la misión- un poco heroica- de salvar a cientos o miles de chicos que prenden la tele…ven como los otros matan… y no creen en un mundo mejor.
Licenciada Diana Liniado
Programa Educativo Wallenberg en la Escuela
Fundación Raoul Wallenberg