Por Baruj Tenembaum* y Eduardo Eurnekian**
La Fundación Internacional Raoul Wallenberg anunció el establecimiento de una recompensa de 500 mil dólares para cualquier persona o entidad que pueda proporcionar información sólida y comprobable sobre el paradero de Raoul Wallenberg, salvador de miles de vidas durante la Segunda Guerra Mundial.
El anuncio fue realizado al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, en el curso de una reunión mantenida en la sede de la organización mundial en la ciudad de Nueva York.
El 4 de agosto se cumplieron cien años del nacimiento de Raoul Wallenberg, desaparecido desde hace 67 años.
Wallenberg era un incipiente hombre de negocios elegido por la Agencia de Refugiados de Guerra (WRB), una oficina establecida por el presidente estadounidense Franklin Roosevelt con el propósito de auxiliar al remanente de judíos europeos no asesinados por los nazis y sus aliados. Trabajando en coordinación con la mencionada agencia, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Suecia envió a Wallenberg a Budapest con el rango de agregado, para cumplir su misión desde la representación diplomática sueca.
Wallenberg y su chofer, Vilmos Langfelder, fueron tomados prisioneros el 17 de enero de 1945 por las fuerzas soviéticas que liberaron Budapest. Casi setenta años después, la suerte y el paradero de ambos siguen siendo un misterio. Lo mismo ocurre con los motivos de su detención y encarcelamiento. En el momento de su secuestro, con 32 años de edad, Wallenberg, cristiano, nacido en el seno de una de las familias más poderosas de Suecia, había logrado salvar, en sólo nueve meses de trabajo en la Embajada de Suecia, a miles de judíos y otros perseguidos por el nazismo.
En 1957, la Unión Soviética informó oficialmente que Wallenberg había fallecido el 17 julio de 1947 en la prisión de Lubyanka, en Moscú, a causa de un súbito ataque al corazón.
En 1991 se constituyó un grupo de trabajo sueco-ruso a fin de determinar el verdadero destino de Wallenberg. Tras el colapso de la Unión Soviética, se esperaba que sus integrantes tuvieran libre acceso a los materiales de archivo. Pero no fue eso lo que sucedió y, diez años después de iniciadas las labores de investigación, no se obtuvieron resultados concluyentes.
El 15 de junio de 2006, la Fundación Wallenberg recibió una carta oficial de la Embajada de la Federación Rusa en Washington DC. Firmada por el entonces subjefe de la misión, Alexander Darchiev, actualmente jefe de la sección de América del Norte en el Ministerio de Relaciones Exteriores, la misiva señala: “La responsabilidad de la muerte del señor Wallenberg recae en los dirigentes de la URSS de ese momento y sobre Joseph Stalin en persona”.
La afirmación de Darchiev tiene sentido. Es probable que la suerte corrida por Wallenberg esté íntimamente ligada a una decisión de Stalin, pero ¿es posible que la muerte de una persona de tan alto perfil no haya dejado ningún rastro? Si Wallenberg y Langfelder fueron asesinados por los soviéticos, los registros históricos deben estar disponibles. Por desgracia, las autoridades rusas imitan la conducta de sus predecesores e impiden el acceso sin restricciones a los archivos de la KGB.
Argentina lo recuerda con una imponente estatua ubicada en la esquina de la avenida Figueroa Alcorta y Austria, en la Ciudad de Buenos Aires, con un sello postal conmemorativo emitido por el Correo Argentino y con un día dedicado a su memoria, de acuerdo a la Ley 2.307, sancionada por la Legislatura porteña, entre otras iniciativas llevadas a cabo por la Fundación Wallenberg.
Los valores que inspiraron a Wallenberg, solidaridad y coraje cívico, son imperecederos y no conocen fronteras físicas o temporales. Su ejemplo es un faro de luz eterna que no debe ser olvidado.
A un siglo del nacimiento del “héroe sin tumba”, frase acuñada por el doctor Yoav Tenembaum, las probabilidades de que Wallenberg esté con vida son muy pocas pero, cualquiera haya sido su destino, sus familiares y todos los defensores de las libertades individuales tienen derecho a saber qué pasó con él.
*Fundador de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg. **Actual presidente.