La libertad de expresión es un derecho fundamental o un derecho humano, señalado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, y las constituciones de los sistemas democráticos, también lo señalan.
Es el derecho de todos los ciudadanos decir, escribir, publicar lo que se piensa y de difundir ideas.
Más allá de la Declaración Universal, cada país se rige por sus propias leyes, siendo los jueces quienes evalúan caso por caso la infracción a la ley.
El ámbito en el cual nos interesa abordar esta cuestión es la escuela.
El año pasado, en una escuela de la provincia de Buenos Aires en el marco del programa educativo “Wallenberg en la Escuela”, al preguntar a los alumnos cuáles eran sus héroes, desde un rincón de la sala, se escuchó “Hitler y Bin Laden”. En el momento, y dada la cantidad de alumnos, no consideramos oportuno tomar en cuenta esas expresiones. Sin embargo, fueron motivo de debate entre nosotros: ¿Se trató de un chiste, una burla, un insulto, una provocación o de la expresión de un ideal auténtico?
Cuando se plantea la libertad de expresión surgen de inmediato algunas preguntas:
¿Tiene límites? ¿Se puede decir todo? ¿Qué hacer cuándo se pasan los límites? ¿Cómo saber lo que se puede decir y lo que no? ¿Dónde se sitúa la frontera entre lo aceptable y lo inaceptable?
La ley condena:
– La incitación a la violencia
– La injuria
– La discriminación (por el color de la piel, la religión, la nacionalidad, por alguna discapacidad, por cuestiones de género o de orientación sexual)
– El racismo
Está prohibido:
– Desear la muerte a una persona
– Defender o negar los crímenes de guerra, los crímenes contra la humanidad o el terrorismo
¿Cómo se dirimen estos temas en el ámbito escolar?
Más que ensayar una respuesta es fundamental dejar planteada la pregunta. Todos estamos de acuerdo con la necesidad del debate plural y diverso que hace a la democracia, sin embargo parece evidente que éste no puede darse, especialmente entre los adolescentes, sin la intervención de un moderador. Si uno presta atención a los comentarios en las redes sociales, en los foros, en los blogs o en YouTube, percibe que no existe restricción para la proliferación de injurias, calumnias, incitaciones al odio y a la violencia. La experiencia demuestra que lo que se produce en Internet luego se pone en escena, por ejemplo, en el recreo o a la salida del colegio (Bullying).
A modo de conclusión, sostenemos:
1) La importancia de trabajar con los alumnos no sólo el derecho a expresar con libertad sus opiniones, sino también dejar claramente planteados los límites y las consecuencias de sobrepasar dichos límites.
2) En el siglo XXI los educadores no pueden dejar de tomar en cuenta lo que circula en las redes sociales y en Internet en general, la mayoría de las veces en el anonimato. Sería interesante debatir abiertamente con los jóvenes esos comentarios violentos apoyados en el derecho de la libertad de expresión y analizar con ellos los casos en que la libertad, tal vez, debería restringirse.