febrero 14, 2019

Infobae – La increíble historia de Carl Lutz, el diplomático suizo que salvó a 60.000 personas de los campos de exterminio nazi

 

La hazaña del vice-cónsul apostado en Budapest, Hungría, fue recordada por la Fundación Raoul Wallenberg en el 44 aniversario de su fallecimiento. «Fue uno de los mas destacados salvadores de victimas del Holocausto. Su gesta heroica es digna de nuestro eterno agradecimiento y reconocimiento», indicó la ONG.

La Fundación Raoul Wallenberg recordó este domingo al diplomático suizo Carl Lutz, «héroe del Holocausto» responsable de salvar a 60.000 judíos de la persecución nazi en Hungría durante la Segunda Guerra Mundial.

«Carl Lutz fue uno de los mas destacados salvadores de victimas del Holocausto. Su gesta heroica es digna de nuestro eterno agradecimiento y reconocimiento», señala una declaración firmada por Eduardo Eurnekian, presidente de la ONG, y su fundador Baruj Tenembaum.

Lutz murió el 12 de febrero de 1975 en la ciudad de Berna, catorce años después de su retiro de la diplomacia. Junto a su esposa Gertrud habían recibido en 1965 el título «Justo entre las naciones» de parte del Museo Memorial del Holocausto Yad Vashem, ubicado en Jerusalén.

Además, en 2012, y por gestiones de la Fundación Raoul Wallenberg, su historia fue inmortalizada en una emisión de estampillas conmemorativas a cargo de la Autoridad Postal de Israel.

La vinculación de Lutz con Israel comenzó en 1935, cuando fue nombrado vice-cónsul de Suiza en el entonces Mandato Británico de Palestina.

Allí vivió «seis años inolvidables» en la ciudad de Yaffo, registrando en su archivo fotográfico personal la ciudad vieja de Jerusalén, las caravana de camellos en la costa de Tel Aviv y compartiendo con los colonos alemanes en Sarona, como rescata la ONG.

En Palestina fue también testigo del comienzo de la inmigración de judíos a Palestina,escapando de la persecución nazi en el período anterior al comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

En 1942 fue destinado, también en calidad de vice-cónsul, a la delegación diplomática suiza en Budapest, Hungría, y en ese momento comenzó a trabajar para proteger a decenas de miles de judíos que corrían el peligro de ser deportados a los campos de exterminio por las autoridades fascistas, aliadas a la Alemania nazi.

Cooperando con la Agencia Judía, organización en Palestina que coordinaba la inmigración judía, emitió salvoconductos para más de 10.000 niños judíos húngaros y se estima que gracias a sus gestiones 60.000 personas escaparon del Holocausto.

Sus tácticas fueron muchas y en todo momento contó con la ayuda de Gertrud. Emitían, por ejemplo, cartas de protección (Schutzbriefe) del gobierno suizo, neutral durante la guerra, para retrasar su deportación a los campos de concentración. También otorgaron 50.000 pasaportes que permitieron la salida del país, y coordinaron el envío de ayuda médica y comida a estas poblaciones en riesgo.

En una ocasión el diplomático se lanzó al río Danubio para rescatar a una mujer judía baleada por fascistas húngaros y arrojada a su muerte en el curso de agua. Lutz emergió con la víctima y enfrentó a los oficiales, haciendo valer su autoridad y los papeles que había conseguido para ella. Finalmente logró llevar a la mujer a un centro médico.

Se estima que Carl Lutz y su esposa Gertrud fueron responsables de salvar de los campos de concentración a al menos 60.000 judíos húngaros

Lutz también conoció en Budapest a Raoul Wallenberg, diplomático sueco que da nombre a la fundación y fue también responsable de salvar a más de 62.000 personas del Holocausto antes de morir como prisionero de los soviéticos en 1947,instruyéndolo rápidamente en los métodos de rescate.

Cuando Hungría fue liberada de los nazis por el Ejército Rojo, Lutz permaneció allí asegurando el bienestar de los judíos que no habían logrado aún emigrar, y en enero de 1945, poco antes del fin de la guerra, retornó finalmente a Suiza.

Lutz y Gertrud se divorciaron un año después, y el vice-cónsul permaneció en el servicio exterior de su país hasta su retiro en 1961. Falleció en 1975, pero el legado de su obra sigue hasta hoy siendo recordado e invocado como un ejemplo ante la oscuridad que el nazismo sembró sobre Europa.