El 17 de enero Gabriela Michetti, vicejefa de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, recordó a Raoul Wallenberg, el diplomático sueco desaparecido durante la segunda guerra mundial. El acto fue organizado en Buenos Aires por la Fundación Raoul Wallenberg junto a la estatua que conmemora a quien salvara decenas de miles de personas perseguidas por los nazis.
”Debería llegar al momento que cuando hablemos de Wallenberg no digamos que era un protestante que salvaba judíos, porque su apuesta era la apuesta a la vida, a la vida trascendente, a la vida con un valor profundamente intenso”, dijo Michetti.
Por su parte, José Ignacio García Hamilton, vicepresidente de la Fundación Wallenberg, destacó algunos aspectos de la figura del diplomático sueco.
”Wallenberg es, seguramente, el héroe más interesante, más valioso del siglo XX. No fue un héroe guerrero, fue un pacifista, un humanitario, un romántico y a la vez es el gran desaparecido del siglo pasado”, comentó.
Wallenberg desapareció junto a su chofer, Vilmos Langfelder, luego de ser detenido por miembros del ejército soviético en enero de 1945. Si bien las autoridades soviéticas informaron que falleció el 17 de julio de 1947 en una prisión, existen numerosos testimonios que ofrecen versiones diferentes sobre su destino.
”La figura de Wallenberg muestra el valor, la fuerza y el coraje de quienes saben enfrentar a las corrientes culturales, ideológicas o políticas de la época.”, afirmó García Hamilton.
Y agregó: ”En esos momentos de millones de muertos y combatientes, de actos fascistas con cientos de miles en las plazas públicas, Wallenberg demostró que la fuerza de un individuo puede cambiar el curso de acontecimientos que parecen inevitables.”
Por su parte, Baruj Tenembaum, creador de la FIRW, señaló: ”Wallenberg es el mayor salvador de vidas de la historia y, además, es el paradigma moderno de la figura del detenido-desaparecido, tristemente popular en la Argentina. Su nombre remite a la solidaridad y al coraje cívico como valores universales que se contraponen al despotismo y al avasallamiento de las libertades individuales.”
En el acto se leyó una carta del congresista americano Tom Lantos, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, salvado por Wallenberg en 1944.
Entre la numerosa asistencia se encontraban los embajadores de Suecia, Arne Rodin; de Israel, Rafael Eldad; de Estados Unidos, Earl Anthony Wayne; de Croacia, Mira Martinec; de Alemania, Rolf Schumacher; de Austria, Gudrun Graf y representantes de las embajadas de Brasil, España, Gran Bretaña, y Suiza. También asistieron el periodista libanés George Chaya; el vicepresidente de la DAIA, Angel Schindel; Mario Feferbaum, presidente de la Fundación Memoria del Holocausto; Sergio Widder, director ejecutivo del Centro Wiesenthal; Ricardo López Murphy, de Recrear; Héctor ”Toty” Flores, líder del Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza y diputado nacional; el rabino Simón Moguilevsky, del Museo Judío de Buenos Aires; Claudio Avruj, Director de Relaciones Institucionales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires; Abdul Kader Baradei, del Centro Islámico y los sobrevivientes del Holocausto Tomás Kertesz, Laszlo Ladanyi, Miriam Kesler, David Galante y Zosia Klawir, los dos primeros salvados por Wallenberg.
Wallenberg había nacido en el seno de una de las familias más prominentes de Suecia, de varias generaciones de banqueros y estadistas. Tenía apenas 32 años cuando se le ofreció en 1944 encabezar una misión de alto riesgo para auxiliar a la comunidad judía en Budapest, que estaba amenazada por el exterminio.