”Hoy no estoy acá para hablar de negocios ni de economía”, dice sonriente el magnate Yosef Maiman. ”He venido hasta aquí luego de un vuelo de veinte horas para estar junto a mi familia y para honrar a la familia Slavinsky que salvó a mi familia durante el Holocausto y sobre quienes tanto oí hablar durante mi infancia en Perú.”
Maiman habló anoche en la ceremonia que tuvo lugar en la residencia de la embajadora de Polonia, en el curso de la cual la Fundación Wallenberg distinguió a miembros de la familia de la señora Stanislava Slavinsky, Roman Slavinsky (75), su hijo Yatzek y su nieto Milosh (15), a quienes entregó una medalla especialmente acuñada: ”Medalla Esfira Maiman, Muejres Salvadoras”.
El evento tuvo lugar a continuación de la ceremonia en Yad Vashem en Jerusalén cuando Stanislava Slavinska fue póstumamente declarada ”Justa entre las Naciones” por haber salvado a la familia Maiman.
A la casa de la embajadora de Polonia asistieron algunas decenas de invitados, amigos, familiares, embajadores y representantes de la prensa. La única cámara de filmación en la sala era operada por Noa, la hija del señor Maiman, quien se encuentra abocada a la realización de un documental sobre su familia.
Esfira, la madre del señor Maiman, tiene 94 años. Abandonó Lodz, en Polonia, al comenzar la segunda guerra mundial. Anoché comentó que decidió dejar su casa de Lodz para dirigirse a Varsovia esperando ”que allí las cosas estuviese mejor ya que creíamos que los nazis no llegarían hasta la capital polaca.”
Las expectativas de la familia Maiman se vieron truncadas apenas llegaron a Varsovia y fueron obligados a trasladarse al gueto judío de la ciudad.
Unos meses más tarde Esfira escapó del gueto junto a su primer esposo Roman Domb, su cuñada y su hija. La resistencia clandestina polaca los ayudó y los condujo a las afueras de la ciudad, a la casa de la familia Slavinska. El sobrino de Stanislava, Roman, vivía con la pareja dueña de casa, que no tenía hijos. La familia escondió a judíos en el sótano durante tres años, hasta poco antes del fin de la guerra. Luego, Esfira, junto a otras personas, se trasladó a un campo de refugiados en Alemania en donde conoció a su segundo esposo, Yisrael Maiman.
”Los miembros de la familia Slavinsky arriesgaron sus vidas para salvar a mi familia”, dijo Yosef Maiman. ”Roman, quien tenía diez años de edad por entonces, ayudó a esconder judíos e inclusive se unió a la resistencia polaca en su lucha contra los nazis. Cuando un vecino descubrió que los Slavinsky escondían judíos e intentó extorsionarlos la familia pagó lo solicitado a pesar de vivir en la pobreza.”
Esfira intercambió cartas con Stanislava desde el fin de la guerra hasta 1968 cuando el régimen comunista comenzó a devolver la correspondencia.
Luego de muchos años de búsquedas infructuosas, la Fundación Wallenberg logró ubicarlos. La fundación encontró una carta que Stanislava había escrito a Yad Vashem en 1961 describiendo a los judíos que había salvado. Gracias a esa carta fue posible localizar a Roman Slavinsky.
”Luego de comprobar que se trataba del mismo Roman Slavinsky lo llamé por teléfono. Fue muy emotivo y ambos lloramos. Durante esa conversación supe que Stanislava había muerto en 1971. Era como una hermana para mi; mi hermana de la guerra, mi hermana de por vida”, contó Esfira.
Roman se encontraba algo incómodo por el premio recibido.
”Lo que hicimos durante la guerra fue nuestra obligación natural, no creo que merezcamos un premio por ello”, dijo.
Las emociones sorprendieron a Roman por primera vez hacia el final de la ceremonia cuando leyó una inscripción en la cubierta de un álbum de fotos que le entregó Ohad, hijo de Yosef Maiman. ”Muchas gracias a su familia por haber permitido existir a la mía”.