”Muchas veces los pueblos se odian porque se ignoran”
Precursor del diálogo interreligioso, pide rendir homenaje a quienes en la Argentina de los ’70 salvaron vidas arriesgando la propia. Cree en la posibilidad de integrar el islam y advierte sobre el peligro de confundir la religión con el poder, que a menudo la usa de excusa.
Precursor del diálogo interreligioso y fundador de varias instituciones (desde el Colegio Tarbut hasta la Fundación Wallenberg), Baruj Tenembaum considera que ha llegado el momento de rendirles homenaje a quienes salvaron vidas en los años de plomo. Considera que en la Argentina y en el mundo abundan los Wallenberg (los justos), sólo es cuestión de salir a su encuentro.
–Usted dijo que la ignorancia es el enemigo. ¿Cómo se lo enfrenta?
–El peor enemigo de la humanidad es la ignorancia porque, en la medida en que nos sobreponemos a la ignorancia, es decir, en que la gente aprende, estudia, se conoce, entiende, se llega al equilibrio y se dialoga, y en el diálogo pacífico está la oportunidad de persuadir o de ser persuadido o de entender que no nos entendemos. Pero el problema es la ignorancia en el sentido de que muchísimas veces en la historia los pueblos se odian porque se ignoran y porque no saben explicar las motivaciones que los llevan a ciertas actitudes. Y esto se puede ver en el mundo de hoy, en el cual prevalecen, aparentemente, algunos caprichos de las supersticiones o religiones. Prevalecen porque nos ignoramos, no en el sentido de que nos hacemos los distraídos sino en el de que una cosa es conocer y otra reconocer. Pero están relacionados: conocer a alguien es reconocer sus valores y sus defectos. Por eso decía que el peor enemigo es la ignorancia
ISLAM Y ECUMENISMO
–¿ Cómo se hace para incorporar el islam en el diálogo ecuménico?
–Está incorporado. Nosotros iniciamos el movimiento interconfesional hace cuarenta y pico de años y de entrada tuvimos contacto con los islámicos. El mundo islámico no es monolítico. Hay distintos grupos y no hay que olvidar que, cuando la religión se confunde con el poder, que es el caso del mundo islámico (y también de otras religiones), se produce una situación en la que el poder se confunde con la religión. Entonces, hay sectores en el islamismo que, para justificar alguna actitud política, le dan una interpretación especial a lo que dicta el Corán. Volvemos al problema de la ignorancia: si uno toma a diez personas en la calle y les pregunta si leyeron la Biblia, no sé cuántos, pero algunos más o menos habrán leído o escuchado algo de la Biblia. Pero si les hablás del Corán, la palabra misma, ”Corán”, les resulta casi extraña; es muy raro que alguien haya leído el Corán, lo ignoran y es una pena. Pero ¿cómo se hace para establecer un diálogo con el mundo islámico? No sé. No puedo dar una solución global.
Creo que hay que intentarlo. Hoy en día hay grupos en el islamismo a los cuales podemos acceder con toda facilidad. No olvidemos que el movimiento islámico se expandió mucho en Africa, donde hay guerras entre ellos. También hay que tomar en cuenta situaciones de casi esclavitud que pusieron en peligro la estabilidad de sociedades. Y entonces entraron las religiones, a veces, para aprovechar estos vacíos.
–¿Cómo se entiende el enfrentamiento entre religiones que se definen como herederas de Abraham y creen en el mismo dios?
–El cristianismo pregona principios que tienen que ver con las reglas de Noé y de Abraham. Sin embargo, tuvimos las Cruzadas y la Inquisición, sin el islamismo. Y creemos en el mismo dios que creó al hombre o en el mismo dios que el hombre creó. El ser humano toma como pretexto las religiones, aunque algunas quisieron imponerse por la fuerza, como las cruzadas en el cristianismo.
–¿Dónde están los Wallenberg del 2000?
–Nosotros creamos la Fundación Wallenberg porque muchos hablan del Holocausto. Entonces mencionan los campos de concentración, la destrucción, etc., etc. Es la parte negra, oscura de la época. Nosotros trabajamos con la luz, la parte clara. Y nos ocupamos de los salvadores porque están. Los encontramos porque los buscamos. Por ese motivo, hace varias semanas dijimos que acá, en la República Argentina, se habla mucho de los desaparecidos. Curiosamente, nadie habla de los Wallenberg, porque seguramente junto a los 30.000 desaparecidos hay muchos que sobrevivieron porque fueron salvados por otra gente. Yo no recuerdo haber leído ningún caso de un homenaje o de un recordatorio de alguien que haya salvado a uno de los perseguidos. Personalmente, conozco a más de uno. Yo mismo fui víctima de la manu militari y ha habido gente que me dio una mano. No fueron los Wallenberg en el caso mío. Vamos a hablar de los demás. Hay gente que yo sé que fue salvada por vecinos, por conocidos, por familiares, por militares. Entonces, ¿donde están los Wallenberg? Están, hay que buscarlos. Me parece que uno de los grandes objetivos de nuestra sociedad es la educación, para eliminar la indiferencia. Y en este caso sería bueno iniciar una campaña para identificar a los Wallenberg. Uno lee en los diarios de gente que salvó vidas en un incendio, que se encontró con un chico abandonado y lo adoptó, que le dio todo el apoyo. Los Wallenberg no tienen por qué ser diplomáticos. Seguramente hay muchísimos. ¿Quiénes son los Wallenberg de nuestra época? Ahí están.
EL GENOCIDIO DE LOS GITANOS
–¿Por qué casi no se habla del genocidio de los gitanos bajo el Tercer Reich?
–No es cierto, se habla. Yo estuve en Italia, en un congreso de gitanos, un pueblo fascinante por la cantidad de idiomas y de culturas, algo impresionante. Incluso, entre tribus distintas no se casan. Hay publicaciones sobre el genocidio. Tal vez no se hable lo suficiente, pero también hay que tomar en cuenta que los gitanos no son como nosotros, los judíos, que estamos diseminados por todo el mundo y que por razones no genéticas sino sociológicas tenemos muchos intelectuales. El porcentaje de premios Nobel judíos es impresionante. Y estamos en todos lados. Como no nos permitían tener acceso a ciertas actividades, tuvimos que dedicarnos al cerebro. Además, Hitler odiaba a los gitanos tanto como a los judíos. El movimiento hitleriano perseguía a los gitanos hasta la cuarta o la quinta generación, igual que a los judíos. El propósito era crear una raza pura.
–¿El ser humano corre el riesgo de caer en la bestialidad?
–Hay un viejo cuento en el que un chico vuelve a casa y le dice al padre: ”El maestro me quiso pegar”. El papá no le cree y le grita: ”¡¿Cómo sabés que te quiso pegar?!” El chico le contesta: ”Porque me pegó”. El hombre, claro que puede convertirse en una bestia. ¿Cómo lo sabemos? Porque ya se convirtió, porque ya lo hizo. La diferencia entre la fiera y el ser humano es que la fiera mata sólo cuando tiene hambre, mientras que el ser humano mata aun saciado.
–¿Por qué es tan difícil comprender al otro?
–No es difícil, hay que querer comprender al otro. Hay una pequeña leyenda que cuenta cómo dos personas que estaban en el desierto viajaban en dirección contraria, en medio de una tormenta de arena. Y, de lejos, no sabían quién se aproximaba: una fiera, un enemigo. Se preparaban para enfrentarlo, para luchar. A medida que se iban acercando, las sombras se iban disipando y las figuras empezaban a tomar formar. Y cuando se acercaron (quiere decir, cuando se conocieron y se vieron) se dieron cuenta de que podían abrazarse y lo hicieron. En la medida en que uno puede crear el diálogo, entiende al prójimo sin necesidad de convertirlo a la ideología o a la creencia de uno. Precisamente, entenderlo y conocerlo provoca el respeto mutuo.
LA FIGURA DE WALLENBERG
El 17 de enero se conmemoró en todo el mundo el 61º aniversario de la ”desaparición” de Raoul Wallenberg.
En Budapest fue colocada una placa recordatoria en la estación ferroviaria donde rescató a miles de judíos que iban a ser despachados a Auschwitz y Birkenau.
En Buenos Aires, el orador central fue Toti Flores, dirigente de un emprendimiento comunitario en La Matanza que cuenta con el apoyo de la Fundación Wallenberg.
Desde su puesto en la embajada sueca en Hungría, Wallenberg evitó la destrucción de los dos guetos de Budapest (la única colectividad numerosa que sobrevivió a la hecatombe). Abrió las ”casas suecas”, donde los perseguidos encontraron refugio.
También creó unas visas que funcionaron como salvoconductos.
A pesar de haber enfrentado a los nazis (Adolf Eichman incluido) y a las Flechas Gamadas húngaras, su tragedia personal comenzó con la ”liberación”, el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Lo capturó la contrainteligencia militar soviética y ”desapareció” en la noche y la niebla del gulag.
Eduardo Basz
Especial para ”Río Negro”
EL ELEGIDO
Puede resultar inverosímil pero es una muestra más de la anomalía argentina. Fue aquí donde se creó la primera organización interconfesional del mundo: la Casa Argentina en Israel- Tierra Santa. En 1966, su mentor, Baruj Tenembaum, la constituyó con un grupo claramente ecuménico: Jorge Luis Borges, monseñor Ernesto Segura (secretario general del Episcopado), Numo Werthein, Raúl Soldi, Zulema Alsogaray (hermana de Julio y de Alvaro, quienes también acompañaron la iniciativa) y Carlos Sánchez Viamonte, entre otros. De este diálogo inter-fe participaron de manera directa Pablo Casals, Pablo Neruda y Pablo VI. Por este camino se llegó a 1997, cuando se constituyó la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, con sede central en Buenos Aires y oficinas en Nueva York, Jerusalén y Caracas. La ong que lleva el nombre del héroe civil más importante del siglo XX tiene una mirada diferente sobre el Holocausto, al poner el acento en la acción de los justos, los salvadores, aquellos que en situaciones críticas no vacilaron en enfrentar a la bestia.