La Fundacion Raoul Wallenberg recuerda al Cardenal Quarracino
El 28 de febrero de 1998, hace 21 años, fallecía el Cardenal primado y Arzobispo de Buenos Aires, Antonio Quarracino, uno de los grandes pilares del diálogo interreligioso en la Argentina.
En estos días turbulentos, cuando el antisemitismo está levantando la cabeza en todo el mundo, el espíritu humanista del difunto arzobispo cobra un significado muy especial.
En el año 1997, junto a su amigo, Baruj Tenembaum, creador de la Fundación Raoul Wallenberg, Quarracino promovió el emplazamiento de un símbolo de fraternidad entre católicos y judíos en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires. Se trata de un Mural conmemorativo de las víctimas del Holocausto y de los atentados perpetrados contra la Embajada de Israel y la AMIA en Buenos Aires, en la década de los 90.
Años antes, en 1992, a instancias de la Fundación Raoul Wallenberg, Quarracino emprendió un viaje a Tierra Santa, en donde recibió el premio Jerusalem Ecumenica por su labor interconfesion
Antonio Quarracino nació en el año 1923, en Pollica, pequeña población en el sur de Italia y emigró a la Argentina con solo 4 años de edad.
En 1962, el Papa Juan XXIII lo nombró Obispo de Nueve de Julio. En 1985, el Papa Juan Pablo II lo promueve a la Arquidiócesis de La Plata y luego a la de Buenos Aires, convirtiéndolo en el primado de la Argentina.
El espíritu de fraternidad que el Monseñor Quarracino sentía por los judíos se manifestó, de forma palpable en el Mural, un emblema de interfe sin precedentes.
La inauguración del Mural, que tuvo lugar el 19 de abril de 1997, coincidiendo con el 54 aniversario del Levantamiento del Gueto de Varsovia, contó con la presencia de dignatarios, líderes políticos y religiosos de diversos países, incluyendo a Lech Walesa, galardonado con el Premio Nobel de la Paz, quien dos años antes había concluido su mandato como Presidente de Polonia.
Hoy en día, en el medio de la tensión existente entre Polonia por un lado e Israel y el mundo judío, por el otro, en cuanto al rol jugado por los polacos durante la Shoah, el gesto de Lech Walesa cobró una dimensión extraordinaria.
La idea que Tenembaum transmitió a Quarracino consistía en colocar en la Catedral Metropolitana un monumento que conmemora a las víctimas de la Shoah y de los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA.
Antonio Quarracino aceptó la propuesta con entusiasmo, dando visto bueno inmediato a dicha iniciativa.
El Mural consiste de una estructura de 1,80 metros de largo por 1,20 metros de ancho, compuesta por dos cristales entre los cuales se exhiben hojas de libros de rezo halladas en Auschwitz, Treblinka y el gueto de Varsovia. También puede verse una partitura del Kadish (la oración judía por los muertos) y las tapas de dos libros: uno de fabulas, en idish, hallado entre los escombros de la AMIA y otro, del Libro de Samuel, encontrado en las ruinas de la Embajada de Israel en Buenos Aires. La pieza se complementa con un ejemplar de la Hagada de Pesaj, rescatado de un campo de concentración en 1942, donado por Miriam Kesler, hija de una de las víctimas.
En una placa interior puede leerse:
”En memoria de nuestros hermanos judíos masacrados e inmolados durante la Shoah (Holocausto) y de los mártires de los atentados a la embajada de Israel en Buenos Aires y a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). Homenaje del Arzobispo de Buenos Aires, Primado de la Argentina, Cardenal Antonio Quarracino, tributado el 14 de abril de 1997, en Buenos Aires, Argentina.”