Albert Einstein dijo que el crecimiento intelectual debe comenzar con el nacimiento y finalizar con la muerte. Puede decirse que Eliahu Toker (1934-2010) obedeció la fórmula al pie de la letra. Fue un verdadero intelectual toda su vida y no dejó de serlo hasta el último suspiro.
Amaba los libros con una pasión inusual. Gozaba hablando de títulos, ediciones y autores. Es probable que haya sido una de los escritores argentinos con mayor autoridad en materia de literatura idish y hebrea. Me honró con su amistad, su confianza y su entusiasmo.
En su condición de asesor editorial Eliahu le imprimió a la Biblioteca Digital de la Fundación Wallenberg un ritmo vertiginoso que permitió sumar numerosos títulos en muy pocos meses.
Echaremos de menos su inteligencia y su maravillosa sonrisa. Su ausencia se hará sentir en una época en la cual la palabra, la materia prima del intelecto, ha sido devaluada a mero instrumento de intercambio.
Baruj Tenembaum
Fundación Raoul Wallenberg