En su último informe sobre libertad religiosa en el mundo (septiembre 9, 1999), el Departamento de Estado de los Estados Unidos dedica un capítulo a la Argentina en el cual destaca la labor de la Casa Argentina en Jerusalem como Organización No Gubernamental dedicada a la prosecución de la Paz desde 1966.
Lamentablemente en la Argentina, país con un pasado aún no esclarecido y un presente inquietante en materia de actitudes discriminatorias, la difusión de temas vinculados a la cuestión religiosa no ocupan el lugar que debieran.
Peor que la discriminación es la indiferencia. Lo ilustro con un ejemplo: Para el pasado Día del Perdón el Arzobispo de New York, Cardenal John O’Connor, escribió una carta de tono reconciliatorio a sus amigos judíos. Algunos de estos, entre ellos el Premio Nobel de la Paz, Elie Wiesel, conmovidos por el gesto, decidieron publicar el facsímil en una página completa de la edición dominical del diario The New York Times del 19 de septiembre próximo pasado.
En la Argentina, un recordatorio como el Mural dedicado a la memoria de las víctimas del Holocausto y de los muertos en los atentados a la embajada de Israel y la AMIA fue inaugurado el 14 de abril de 1997 por el Cardenal Antonio Quarracino, dentro de la Catedral de Buenos Aires, a instancias de la organización que presido. Se trata de un símbolo de reconciliación que no tiene precedentes en la historia de las relaciones judeo-católicas. Este memorial, declarado de interés educativo por la ex ministra de educación Susana Decibe y evocado por el Correo Argentino en una estampilla alusiva, ha pasado desapercibido para la población debido al desinterés -público y privado- demostrado.
La reciente profanación de tumbas en el cementario de La Tablada es otro caso para tener en cuenta. Pocos crímenes repugnan tanto como la violación de un cementerio; sin embargo, fuera de la misma comunidad judía, contadas voces se han levantado para condenar la atrocidad. La indiferencia es alarmante.
Frente a estas profanaciones me pregunto si finalmente han sido acertadas las distintas profecías de comienzo de siglo que anticipaban un fin del milenio de máximo desarrollo tecnológico conviviendo con la más execrable involución moral.
Los educadores y formadores de la juventud que preparan la llamada sociedad de la posmodernidad no olvidan que sólo la memoria del pasado es garantía de la libertad en el futuro.
La incapacidad de horrorizarse ante lo aberrante es simultánea a la perdida de la capacidad de admiración como fuente de la creatividad. Una sociedad sin proyecto creativo se adentra, necesariamente, en el reino del mal, es decir de la nada como es la carencia absoluta de los bienes y valores debidos a la naturaleza humana del hombre como persona.
La situación es grave y, por ello, debe encenderse una luz de alerta. La Argentina no genera defensas para combatir la peste de la discriminación. Hay sociedades en donde las conductas discriminatorias son mucho más feroces que en nuestro país; sin embargo se trata de comunidades que, en algunos casos, cuentan con anticuerpos de formidables reflejos.
Una persona sin defensas se muere de una gripe; otra, con las defensas altas, combate a una enfermedad incurable.
* El Pbro. Horacio F. Moreno es Presidente de la Organización No Gubernamental argentina Casa Argentina en Jerusalem. Buenos Aires, septiembre de 1999.