Nuestro país se estructuró a partir de un apotegma que, lanzado por uno de nuestros próceres, Juan Bautista Alberdi, marcó el rumbo de nuestros deseos de integración. ”Gobernar es poblar”, decía Alberdi. A partir de este concepto, y como política de profunda captación de inmigrantes a través de la ley de inmigración y colonización en octubre de 1876, el Presidente Nicolás Avellaneda da un paso importantísimo en lo que será a futuro la nueva trama social de nuestro país.
Se necesitaban manos para labrar la tierra. La política de puertas abiertas preconizaba nuevas condiciones sociales, permicionar la nueva movilidad de clases que harían progresar y prosperar a la Nación. En este contexto se produce el arribo a esta cuna de palmeras de las primeras 30 familias de valientes hombres y mujeres provenientes de los lejanos territorios rusos de aquella época. Es bien conocida la historia de esas ochocientas y tantas personas que llegan en el vapor Wesser, que son engañadas, maltratadas, hacinadas, aquí cerca en la zona de Palacios.
Es bien conocida la labor humanitaria que llevó el Dr. Loewenthal que hizo llegar las inquietudes por sus compatriotas a otro gran humanista que era el Barón Mauricio de Hirsh, quien a partir de la creación de la Jewish Colonization Association (JCA) dio la herramienta para poder llevar adelante en forma ordenada y digna la colonización judía en estas tierras, tanto en Santa Fe como en Entre Ríos y en la provincia de Buenos Aires. Arriban, pues, esos héroes lejanos que huían del horror en busca de libertad y pan con la ilusión de trabajar en un país libre, a una república donde todos los hombres eran iguales, dejando atrás el fantasma del cosaco, del zarismo, de la violencia antisemita y de la discriminación.
Argentina se transforma en la tierra prometida. Al llegar, La Pampa les resultó inabarcable: tenía la medida de la libertad; pero también, la de su propio desamparo. La generación del ochenta hizo del crisol de razas su lema oficial. Así se sumarían los abuelos gringos que venían a hacer la América con los criollos que se incorporaban al microclima de las colonias poco a poco. En común unión, católicos y judíos, debieron sortear todo tipo de dificultades, desde cuestiones burocráticas hasta rigideces y exigencias que no contemplaban las dificultades que la actividad del campo conlleva. Aprendieron a trabajar la tierra y sintieron fracasos, pero con fuerza de decisión transformaron la adversidad en conocimiento y muchas de las innovaciones que resultaron de ese proceso son hoy de uso corriente en el trabajo agrícola del país.
La sequía o las inundaciones, la langosta y otras calamidades les enseñaron que no solo era conveniente basarse en la cosecha de granos, y dieron un importante aporte al proyecto cooperativista que después de los asentamientos judíos se trasladó a todo el resto del país.
La fundación formal de Las Palmeras se reconoce con la llegada de la primera estación ferroviaria en 1904. Pero como antes decíamos, muchos años antes ya había aquí esfuerzo, ya había aquí participación, de una comunidad próspera, de una comunidad decidida a llevar adelante este proyecto de integración. Vientres que se abrieron a la tierra, hijos que en algún lugar del mundo sienten la presencia y llevan en su pensamiento a sus pueblos. Las Palmeras, sangre que está y que trabaja incansablemente día a día y no baja los brazos.
Y hablamos de aquellos hijos que en algún lugar del mundo sienten su presencia. Y en este sentido yo tengo que manifestar el orgullo y el honor que tengo de estar compartiendo un palco, un acto de este tipo con Baruj Tenembaum. Baruj Tenembaum no es cualquier argentino, no es cualquier judío. Es un humanista, es un pacifista, es un hombre de pensamiento ecuménico que ha llevado por todo el mundo estas ideas, que ha sido galardonado en el congreso de los Estados Unidos, que ha sido reconocido por el presidente de las Naciones Unidas, Kofi Annan, en forma especial.
Hace algunos días leíamos en La Nación la crónica que salió respecto al film documental Legado que narra la historia de la colonización judía en Argentina, y que en buena parte fue filmada en Moisesville y otras localidades de aquí de la zona. Muchas gracias por este gesto, Sr. Tenembaum, conservaremos copia de este film con todo cariño, como las cosas que atesoramos en nuestro corazón.
Pueblo de Las Palmeras: feliz cumpleaños, gracias por las demostraciones de afecto que nos dan, gracias por permitirme a Dios estar en un momento tan importante como este aquí, gracias a Baruj Tenembaum por su presencia, shalom, felicidades a todos y feliz cumpleaños.
octubre 16, 2004