Epílogo

Valoración

El P. Durán fue un adelantado para su tiempo, si analizamos su discurso en torno a las cuestiones que fueron de su preferencia y compromiso. La dignidad del hombre, el respeto ante las diferencias religiosas, económicas y sociales; la justicia; la atención de los desprotegidos, el papel de la mujer en la sociedad, el optimismo crítico ante los progresos de las ciencias y la historia e identidad de los argentinos, fueron los muchos y variados temas que abordaba con su ”arremolinada” personalidad, al decir de él mismo.

Su presencia fue contundente en la sociedad santafesina de la primera mitad del siglo XX, a la cual marcó a fondo con su pluralismo, amplitud de criterios, desprejuicio ideológico, todo lo cual era manifestado por su estilo amigable así como por su facilidad para transformar en prosa o poema sus ideas, las que pondría a la consideración pública mediante los periódicos santafesinos e incluso nacionales.

”Su grandeza de alma y su espíritu visionario también se manifestaron en un diálogo religioso con la comunidad judía, totalmente inusual para su tiempo. Participó en la lucha contra el antisemitismo y los prejuicios raciales; lo que le atrajo el reconocimiento de toda la colectividad. La filial Santa Fe de la DAIA se adhirió al duelo por su fallecimiento con el siguiente comunicado: ”Rendirá al que en vida fuera eminente defensor de la verdad y la justicia, sentido homenaje de admiración y respeto, disponiendo que en todas las sinagogas locales se eleven preces al Altísimo por el eterno descanso de su alma.” (Diario El Litoral 06/10/1954 – P. Rubén Strina: Monseñor A. Durán y la Casa Cuna. p.15)

Epílogo

Hay un poema de Durán que se denomina ”Diluyéndome” y que nos parece no puede faltar. Si bien es una poesía simple revela una gran sabiduría con respecto a cómo percibe el acercamiento de la muerte, aceptando sin reproches el momento final y el designio de la divinidad con la misma templanza y serenidad que demostró a lo largo de su vida. Por lo registrado, fue incorporado a las Ánforas Sonoras como una de sus últimas producciones antes de fallecer, de ahí que lo consideremos muy revelador.

Diluyéndome

Y me voy diluyendo en mis canciones
sin acabarme nunca, como el río
que sus ondas deshace en las riberas
sin mermar con el sol ni con el frío.

Y me voy diluyendo como el aire
que canta en el desierto y en el nido,
en la flor, en la hortiga, en el espacio,
en la luz, en la sombra, en el olvido.

Y me voy diluyendo como el astro
que desde el cielo su fulgor diluye,
tiene sólo un tesoro y lo esparrama,
la sola luz que de su entraña fluye.

Y me voy diluyendo, y cuando muera
Oh Dios, que sea mi cielo y mi destino
al mirarte, diluirme entre los céfiros
alegrando a los hombres su camino.