En el marco de la eminente tensión religiosa y de los conflictos actuales en las relaciones internacionales, la fecha 28 de octubre marca un aniversario significativo para todas las personas que apoyan la convivencia de la diversidad y prácticas religiosas. Cuarenta y un años atrás, el Segundo Concilio Vaticano emitió ”Nostra Aetate”, una declaración de la posición de la Iglesia Católica respecto a las religiones no cristianas. Encomendada por el Papa Juan XXIII, la iniciativa condenaba el antisemitismo y buscaba facilitar el comienzo de una nueva era de relaciones interreligiosas pacíficas. Desde América hasta Israel y desde Irlanda del Norte hasta Sudán, el precedente sentado por ”Nostra Aetate” es fundamental si se desea conseguir el respeto y la igualdad de todas las prácticas religiosas.
”Esta oportunidad de cambio en la historia de las relaciones judeo-católicas no fue el resultado de una casualidad o de un oportunismo político”, dijo Baruj Tenembaum, líder judío fundador del Comité Angelo Roncalli, que promueve el legado humanitario del hombre que más adelante se convertiría en el Papa Juan XXIII. ”Nostra Aetate fue el testimonio que confirmó una nueva actitud hacia el pueblo judío, una auténtica transformación originada en los sentimientos y en el profundo sentido de reconciliación de Juan XXIII”, señaló Tenembaum.
El trabajo de Angelo Roncalli en la Iglesia estuvo marcado por el respeto y la vocación al diálogo con las religiones no católicas. Como Delegado Apostólico en Turquía y en Grecia, después de 1935, se comprometió pacíficamente con el mundo de la Iglesia Ortodoxa y el Islam. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial arriesgó su posición y seguridad personal para conseguir visas de tránsito para miles de turcos, certificados de bautismo ”temporarios”, y certificados de inmigración que permitieron escapar a Palestina a judíos húngaros perseguidos por los nazis. También ayudó a judíos de Francia, Eslovaquia, Croacia, Bulgaria, Rumania e Italia. Fuentes católicas informan que emitió 80.000 certificados de protección. Las declaraciones de los testigos durante el juicio de Nuremberg señalan la valiosa ayuda que prestó para salvar decenas de miles de vidas.
Roncalli no sólo participó en forma directa en el rescate de numerosas personas sino que además denunció ante el Vaticano y las naciones Aliadas el genocidio llevado a cabo por el nazismo. Este espíritu de acercamiento y el compromiso para aliviar el sufrimiento, independientemente de la religión profesada, constituyen el telón de fondo de su convocatoria al Comité que, el 28 de octubre de 1965 emitió Nostra Aetate. ”La humanidad todavía tiene mucho que aprender de su maravilloso apostolado”, sostiene Tenembaum.
El Comité Internacional Angelo Roncalli está compuesto por personas de diferentes religiones e ideologías. A todos los une el deseo de hacer pública la valiente tarea de rescate de las personas perseguidas durante el Holocausto por obra de quien se convertiría en el futuro en el Papa Juan XXIII. El Comité Angelo Roncalli es parte de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, una organización no gubernamental cuya misión es desarrollar programas educativos y campañas de concientización pública que promuevan el legado moral de quienes contribuyeron a salvar vidas durante el Holocausto.
Traducción: Florencia Askenasy