En el 120º aniversario del nacimiento del Papa Juan XXIII
Los cambios sociales son más veloces hoy día que la más rápida de las ideas. Miran hacia el horizonte buscando en su futuro la superación de su presente.
A diferencia de ello, el aggiornamiento de la Iglesia Católica, que el Papa Juan XXIII impulsó con el Concilio Vaticano Segundo, se inspiró y nutrió en las fuentes mismas de su origen. Tan potencial y tan fecundo fue el germen que su fundador le infundió.
Por eso el Papa Juan XXIII, que puso a toda la comunidad eclesial universal en la apertura del diálogo, activó los orígenes de la fe cristiana en el patriarca Abraham como padre de los creyentes en el Dios único. Su nombre de bautismo era Angelo Giuseppe Roncalli. El 25 de noviembre se cumplieron 120 años de su nacimiento.
Por primera vez en la historia, este Papa recibe, en 1960 en el Vaticano, a un grupo de más de 100 judíos americanos. Para sorpresa de todos, los saluda con los brazos abiertos exclamando como el José bíblico a sus hermanos de Egipto: ”Yo soy José, vuestro hermano menor”.
Este gesto fraterno no fue en manera alguna una mera especulación política, sino el testimonio confirmatorio de toda una actitud interior reivindicatoria del pueblo elegido por Dios en el Antiguo Testamento y que acababa de ser masacrado en el Holocausto.
Al Concilio Vaticano Segundo corresponde, también, la eliminación del estigma de perfidia con que en el culto de la Semana Santa se recordaba al pueblo judío.
El rescate de judíos destacó su misión como nuncio apostólico en Estambul, Turquía, durante la Shoá.
Estas acciones salvadoras por primera vez se reivindican orgánicamente gracias a la iniciativa de Baruj Tenembaum fundador de laFundación Internacional Raoul Wallenberg. Con la aprobación del secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Angelo Sodano, se han exhumado materiales históricos y testimoniales que documentan las gestiones que Monseñor Roncalli desarrolló, exponiendo su seguridad y la de su representación apostólica. (www.raoul-wallenberg.org.ar)
No sólo ejerció una acción directa para salvar a miles de hombres, mujeres y niños condenados al exterminio sino que fue un implacable denunciante ante la Santa Sede y las potencias aliadas del genocidio horroso que se estaba consumando.
La recordada memoria de Juan el Bueno marca nuevos senderos de renovación no solo para la Iglesia Católica sino para toda una humanidad responsable de los valores supremos de la vida, la igualdad fundamental de las personas y la libertad.
* El presbítero Fidel Horacio Moreno es presidente de la ONG Casa Argentina en Jerusalén.
© Copyright 2001, prohibida su reproducción total o parcial sin expresa autorización de ”Diario La Nueva Provincia S.R.L.”