Es el Mural que conmemora a las víctimas de la Shoá instalado en la Catedral Metropolitana. A cinco años de su inauguración y en coincidencia con el Día del Holocausto.
Quien asista a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires encontrará dentro del principal templo católico una obra de arte que sintetiza el espíritu de reconciliación que anima a la gran mayoría los herederos de la cultura judeo-cristiana.
A cinco años de su inauguración y en coincidencia con el Día del Holocausto, jornada que se recordará en 2002 -de acuerdo al calendario hebreo- el próximo 9 de abril, el Mural Conmemorativo de las Víctimas del Holocausto y de los asesinados en los atentados a la embajada de Israel y a la AMIA constituye un ejemplo de convivencia en una Argentina necesitada de gestos concretos de entendimiento y respeto por las diferencias.
El Mural, monumento artístico sin precedentes en la historia de las relaciones judeo-cristianas, fue inaugurado por el Cardenal Antonio Quarracino el 14 de abril de 1997 y se preserva gracias a la determinación del actual Primado, Cardenal Jorge Bergoglio. Sus dimensiones son de 1,80 de largo por 1,20 mts. de ancho. Está compuesto por dos paneles de vidrio entre los cuales se sitúan hojas de libros de rezo rescatadas de las ruinas de los campos de concentración de Treblinka y Auschwitz, así como del Gueto de Varsovia, en cuyo ámbito, el 19 de abril de 1943, se produjo el levantamiento armado de los últimos 40.000 sobrevivientes.
En las cuatro esquinas del marco de plata labrada pueden verse grabados el Arbol de la Vida, una Menorá (candelabro), las Tablas de la Ley y la Estrella de David. El proyecto, idea del fundador de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, Baruj Tenembaum, fue diseñado por el arquitecto Norberto Silva y ejecutado por el maestro orfebre Carlos Pallarols.
Seguramente el visitante se sorprenderá al apreciar letras del alfabeto hebreo en un templo cristiano. Entre los textos en el idioma sagrado se pueden apreciar los que ilustran ni más ni menos que una Hagadá de Pesaj (libro ritual de rezo de la Pascua judía), rescatado de un campo de concentración en la zona de Toulouse (Francia) en 1942. Son los mismos caracteres que ilustran la única estampilla argentina con letras hebreas; emisión conmemorativa del Mural lanzada en 1998 por el Correo Argentino y de la cual aún resta un sobrante en la oficina central de la autoridad postal.
Como bien señala el diario La Nación en su editorial del 28 de marzo de 2002, ”… lo que une al judaísmo con el cristianismo es mucho más fuerte que lo que teológicamente los separa o diferencia. Más allá de los contenidos que alimentan sus respectivas identidades religiosas, judíos y cristianos comparten concepciones culturales y sueños humanitarios en los que resulta fácil reconocer una misma manera de concebir la dignidad de la persona humana y hasta un mismo modo de indagar el misterio de Dios.”
Emplazado primeramente en la capilla de Santa Teresa de Jesús fue trasladado a la capilla de la Virgen de Luján por expreso pedido póstumo de Quarracino. El 26 de diciembre de 1997 -Quarracino falleció el 28 de febrero de 1998- el purpurado le escribía a Baruj Tenembaum: ”Pronto se cumplirá el primer aniversario desde el descubrimiento de este digno Monumento ante el que he pedido se invite a los judíos que así lo deseen a cubrirse la cabeza.” … ”El lugar definitivo del Mural estará ligado al descanso que aguardo dentro de la Catedral para continuar pregonando la fraternidad como lo he hecho toda la vida.”
El Mural fue visitado a lo largo de su corta historia por destacadas personalidades mundiales tales como los Cardenales John O’Connor y Angelo Sodano, Arzobispo de Nueva York y Secretario de Estado del Vaticano, respectivamente; el Premio Nobel de la Paz, Lech Walesa y el intelectual francés Guy Sorman, entre otros; además de los alumnos de numerosas escuelas, entre las más de tres mil personas que a diario visitan el principal templo católico de la Argentina.
Es de destacar que la Iglesia Evangélica de Alemania, en una decisión de resonancia histórica, ha resuelto emplazar en la Iglesia del Padre Nuestro de la capital alemana (Vaterunser-Kirche) una réplica del Mural. Berlín será así la segunda metrópolis en el mundo en albergar un recordatorio de los asesinados en la Shoá dentro de un templo cristiano, privilegio hasta ahora ostentado sólo por la ciudad de Buenos Aires.