En marzo Noruega asumió la presidencia del Grupo Internacional de Trabajo y Cooperación para la Educación, Rememoración e Investigación del Holocausto, organización integrada por veintisiete países, Argentina entre ellos, con la misión de promover el apoyo de líderes mundiales para educar sobre el Holocausto y su rememoración.
Poco antes, a comienzos de 2009, el gobierno noruego anunció un evento celebratorio, de un año de duración, de la vida del escritor Knut Hamsun (1859-1952), con motivo de cumplirse ciento cincuenta años de su nacimiento. Hamsun, ganador del Premio Nobel de literatura en 1920, era también un ferviente partidario de Adolf Hitler. En 1940 le dio la bienvenida a la invasión nazi a Noruega y en 1943 le obsequió su Premio Nobel a Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi. El 7 de mayo de 1945, apenas conocida la noticia de la muerte de Hitler, escribió un obituario laudatorio publicado por el diario ”Aftenposten”. En una de las líneas Hamsun los describía como ”guerrero de la humanidad”.
Finalizada la guerra fue arrestado y debió pagar una severa multa por sus probadas conexiones con el partido fascista noruego liderado por Vidkun Quisling, condenado en 1945 por alta traición y ejecutado por un pelotón de fusilamiento.
Quisling fue un personaje siniestro, una desgracia para la historia de Noruega, al punto de que su nombre se convirtió en sinónimo de ”traidor”. Aún hoy llamar a alguien ”quisling” en Noruega es uno de los peores insultos que se pueden propinar. En 1940 el diario británico ”The Times” publicó en una editorial: ”Para los escritores, la palabra Quisling es un regalo de los dioses. Si hubiesen encargado inventar una nueva palabra que signifique traidor dificilmente alguien hubiese dado con una combinación de letras tan brillante.”
Resulta desconcertante que Noruega, un país que se destaca por su desarrollo educativo y social, celebre a este ferviente partidario de un régimen despótico y genocida, al mismo tiempo que preside una organización dedicada a preservar la memoria de los horrores del Holocausto.
Para empeorar las cosas, la reina de Noruega, Sonia, fue la encargada de inaugurar las celebraciones, acompañada de fanfarrias y de una comedia musical. Le dedicó media hora de su tiempo a miembros de la familia Hamsun y anunció la próxima inauguración de una estatua del escritor, así como de un museo conmemorativo de Hamsun cuyo costo sería de alrededor de 20 millones de dólares.
Teniendo en cuenta que Noruega ha dado otro premio Nobel de literatura como la escritora Sigrid Undset (1882-1949), tenaz opositora al régimen nazi que debió escaparse de su país durante la ocupación, la lógica de la decisión de honrar a Hamsun se torna flagrantemente incomprensible.