Recordando al Cardenal Quarracino en el 23° aniversario de su fallecimiento
El 28 de febrero de 1998 moría un entrañable amigo, el Cardenal Antonio Quarracino. Fue él quien aceptó la idea de la Fundación Raoul Wallenberg de erigir un Mural que conmemore a las víctimas del Holocausto y a los asesinados en los ataques terroristas perpetrados en Buenos Aires contra la Embajada de Israel (1992) y la AMIA (1994).
Este símbolo sin precedentes fue emplazado en la Catedral Metropolitana, convirtiendo al principal templo católico de Argentina en la única iglesia en el mundo que alberga un monumento de esas características.
La inauguración del Mural se llevó a cabo el 19 de abril de 1997, coincidiendo con el aniversario del Levantamiento del Gueto de Varsovia. Contó con la participación de destacadas personalidades políticas y religiosas, encabezadas por el ex presidente de Polonia, Lech Valesa. Originalmente, el Mural fue instalado en la Capilla de Santa Teresa. Posteriormente, a pedido expreso de Quarracino, fue trasladado a la Capilla de la Virgen de Lujan.
En una emotiva carta que me envió dos meses antes de su muerte, Quarracino escribió:
«Pronto se cumplirá el primer aniversario desde el descubrimiento de este digno monumento ante el que he pedido se invite a los judíos que así lo deseen a cubrirse la cabeza». «El lugar definitivo del mural estará ligado al descanso que aguardo dentro de la Catedral para continuar pregonando la fraternidad como lo he hecho toda la vida».
Desde su inauguración, el Mural fue visitado por decenas de miles de personas, incluyendo líderes mundiales, como el ex-presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
Después del fallecimiento de Quarracino, su sucesor, Jorge Mario Bergoglio, actual Papa Francisco, continuó la tarea de preservación y difusión del mural, siguiendo el expreso deseo de su predecesor.
Durante las largas charlas que hemos mantenido, Antonio me subrayó el rol jugado por miles de sascerdotes y monjas durante la segunda guerra mundial, quienes arriesgando sus vidas, brindaron refugio a perseguidos por el nazismo, niños en su mayoría. Esos relatos sirvieron como cimientos para el desarrollo de nuestro programa Casas de Vida, que desde su inicio en 2014, logró identificar a más de 600 iglesias, conventos, monasterios, escuelas y otras instituciones católicas que sirvieron de refugio para miles de judíos condenados a muerte.
A través de Casas de Vida, la Fundacion Raoul Wallenberg, presidida por Eduardo Eurnekian, continúa bregando para mantener en vivo el legado del Cardenal Quarracino, gran propulsor del dialogo interconfesional.
* El autor es el fundador de la Fundación Raoul Wallenberg