Honorable señor Tenembaum, honorable señora Tenembaum, señores embajadores, señoras y señores,
Es un privilegio para cualquier jefe de estado reconocer y agradecer en nombre del país al que sirve a aquellas personas que han acometido hechos destacados, y también excepcionales, en el ámbito de las tareas específicas que llevan a cabo. Es un privilegio pero también una responsabilidad. Elegir entre miles, cientos de miles o millones que cumplen misiones activas y creativas no es una tarea sencilla. Sin embargo, en el caso de la persona a quien hoy presentaré una alta condecoración croata la labor no ha sido para nada difícil.
Baruj Tenembaum es un hombre que busca la verdad, un hombre que lucha por la verdad y un hombre que quiere que esa verdad sea conocida por otros. Suena sencillo, pero el mundo en el cual nos toca vivir convierte a esa tarea en una misión extremadamente difícil. La misión primaria de las actividades del señor Tenembaum es arrojar luz sobre el destino del diplomático sueco Raoul Wallenberg quien, ubicando en segundo plano su seguridad y comodidad, y a pesar de los constantes peligros que lo acechaban, salvó a miles de judíos en la Hungría ocupada por el nazismo, y por los colaboradores locales, durante la segunda guerra mundial.
Wallenberg desapareció luego de ser detenido por el ejército soviético. En rigor de verdad, existen numerosas historias sobre su paradero que nunca fueron confirmadas. Aún la versión oficial, presentada al público muchos años después de finalizada la guerra, abre las puertas a numerosas preguntas que no obtienen respuestas.
El señor Tenembaum se abocó a descubrir la verdad sobre Wallenberg. Así fue como creó una fundación internacional que lleva el nombre del diplomático sueco y cuya misión no hace foco solamente en él sino también en la promoción de los valores que defendió y por los cuales se sacrificó.
La Fundación Raoul Wallenberg no sólo investiga en pos de la verdad, también se asegura que la verdad no sea olvidada ni alterada. Se trata de la verdad sobre aquellas personas que vivieron en una época en la cual ser de una raza diferente, profesar otra religión o pertenecer a otra nación equivalía a ser asesinado. Indirectamente, es también la verdad acerca de las personas que mataban a otros sólo por ser diferentes. Estas son, de hecho, las dos caras de una misma moneda. Si los salvadores son materia de discusión, los perseguidores deben ser también mencionados.
En lo personal me sentí honrado de ayudar, luego de ser invitado por el señor Tenembaum, en las investigaciones acerca del destino de Raoul Wallenberg, así como de honrar a quienes, como Wallenberg, pusieron en segundo lugar sus propias vidas cuando se trató de ayudar al prójimo.
Es un gran honor para mi que la Fundación Internacional Raoul Wallenberg haya decidido recordar y rendir tributo a todos los croatas que, durante los oscuros tiempos del nazismo y del fascismo, y aquí mismo, con el régimen Ustasha, supieron distinguir el Bien del Mal y tendieron una mano a quienes la política criminal vigente por aquellos tiempos indicaba que no se debía ayudar.
Muchas gracias señor Tenembaum por la idea de emplazar en Zagreb un monumento que recuerde a los croatas salvadores. Es una iniciativa que cuenta como mi fervoroso apoyo.
Al presentarle esta alta condecoración de la República de Croacia le deseo lo mejor en su permanente esfuerzo en la búsqueda de la verdad. Sólo la verdad nos liberará; sólo la verdad permitirá que caminemos hacia el futuro sin sentirnos agobiados por el pasado.
Si hubiese más personas como el señor Tenembaum, el mundo en el cual vivimos sería un lugar mejor.
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