La película de Steven Spielberg hizo famosa la historia de Oskar Schindler, el empresario alemán que salvó de las cámaras de gas a 1.200 judíos, al contratarlos en su fábrica de esmaltes en Cracovia. Sin embargo, la mayoría de la gente ignora los nombres de muchos otros no judíos que, durante la Segunda Guerra Mundial, se jugaron la vida por refugiados de todas las creencias.
Como el aristócrata sueco Raoul Wallemberg, quien en 1944, cuando era primer secretario de la embajada de su país en Budapest, inventó mil argucias para proteger a los judíos de Hungría, entonces ocupada por los alemanes. Entre 50.000 y 100.000 personas le deben la vida. Desapareció en 1945 y se cree que fue capturado por los soviéticos.La fundación internacional que lleva su nombre, además de honrar su memoria, también rinde homenaje a otros héroes solidarios, muchos de ellos diplomáticos.
Este año, la entidad difundirá una investigación sobre las acciones del nuncio Angelo Giuseppe Roncalli quien, cuando era representante del Vaticano en Estambul, Turquía, salvó a miles de judíos. Lo ignoran incluso quienes lo recuerdan como Juan XXIII, el Papa Bueno.
(Comentario a El cónsul que ayudó a escapar a 30 mil personas del nazismo
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