Oscar Vicente es de la especie de personas que no olvida su pasado. Lo recuerda y hace de esa memoria un motivo de orgullo y motor de vida. Si bien su caso es el típico fenómeno del niño nacido en un ambiente de necesidades que a fuerza de voluntad y esmero logra abrirse camino en el gran mundo empresario – y hay miles de ejemplos de este tipo-; lo que destaca la figura de este hombre corpulento y de modales campechanos es su permanente evocación -con palabras y acciones- de un tramo de la vida al que no renuncia, pues entiende que allí están sus raíces, la esencia de su verdadero ser.
Desde la vicepresidencia de la organización no gubernamental Casa Argentina en Jerusalem, una institución interconfesional de resonantes logros en el último lustro, articula de modo ejemplar actividades que apuntan en la dirección de un tópico sobre el cual mucho se habla y escribe pero poco se trasunta en hechos concretos: el trabajo en sociedad entre una corporación de negocios y una organización del Tercer Sector, como se suelen denominar en la actualidad a las instituciones sin fines de lucro.
Es en ese ámbito de realizaciones y reflexiones en torno a la compleja problemática del diálogo interconfesional, en el cual el ingeniero Vicente modela un perfil de organización del Tercer Sector junto al presidente de la Casa Argentina, el presbítero Horacio Moreno y otros dos empresarios de éxito para quienes -como para Vicente- no todo en la vida ha sido color de rosa: Baruch Tenembaum, un gaucho judío nacido en Las Palmeras, una de las colonias del Barón Hirsch en la provincia de Santa Fe y Natalio Wengrower, conductor del grupo SICA, empresa líder en Sudamérica en el ramo electromécanico.
Frutos de ese esfuerzo mancomunado son, entre otros acontecimientos, el fresco que el artista Raúl Soldi pintara en la Basílica de la Anunciación en Nazareth; el programa ‘Justos entre las Naciones’, iniciativa que procura destacar las figuras y las obras de personas no judías que salvaron a judíos durante el Holocausto; los homenajes a la Sra. Emilie Schindler y la visita al Papa en el Vaticano; la producción de un film documental sobre la colonización judía en la Argentina; la creación del Comite Internacional Raoul Wallenberg y el emplazamiento del Mural dedicado a la memoria de las víctimas del Holocausto y de los atentados terroristas a la embajada de Israel y al Centro Comunitario Judío de Buenos Aires (AMIA).
Por todo ello, puede justamente calificarse a Oscar Vicente como un verdadero Empresario del Espíritu.