Un Cardenal Salvador
El cardenal Elia Angelo Dalla Costa fue arzobispo de Florencia desde 1931 hasta su muerte, que ocurrió hace 59 años, el 22 de diciembre de 1961.
Cardenal Elia Dalla Costa – Foto: Wikipedia
Durante los oscuros días del Holocausto, el Cardenal desempeñó un papel fundamental en la campaña judeocristiana masiva y bien orquestada, denominada la Red Florentina, que salvó a miles de judíos italianos.
En reconocimiento a sus hazañas, fue declarado oficialmente Justo entre las Naciones en 2012.
Tras la ocupación alemana de Italia, el cardenal Dalla Costa se asoció con el rabino jefe de Florencia Nathan Cassuto y el activista judío Raffaele Cantoni. Su objetivo era salvar a los judíos italianos, así como a los refugiados judíos de territorios que anteriormente habían estado bajo control italiano, especialmente en Francia y Yugoslavia.
El secretario personal de Dalla Costa, monseñor Meneghello, le encargó la tarea de supervisar las actividades de rescate y siguiendo las instrucciones de su jefe, se puso en contacto con numerosos directores de monasterios e iglesias de la zona, persuadiendolos a albergar judíos. Toda la operación fue financiada por DELASEM (Delegación para la Asistencia de Emigrantes Judíos), una organización de resistencia judía italiana que estuvo activa desde 1939 y 1947.
El Seminario Minore di Montughi se convirtió en una primera estación para los refugiados que, desde allí, fueron llevados a otras iglesias y conventos.
Uno de los conventos que actuo como refugio protector para más de cincuenta mujeres y sus hijos fue el de las Hermanas Misioneras de María, dirigido por la Madre Superiora Sandra Busnelli y su asistente personal, Madre Benedetta Vespignani (ambas reconocidas como Justas entre las Naciones). Entre los protegidos estaban la esposa y los hijos del Gran Rabino de Génova, Ricardo Pacifici. Emanuele y Raffaele fueron trasladados a una institución católica cercana y lograron sobrevivir a la guerra. El hijo de Emanuele, llamado Ricardo, en honor a su abuelo asesinado, se convirtió en líder de la UCEI (la organización que agrupa a las comunidades judías en Italia), cargo que ocupó hasta hace poco.
En 2014, la Fundacion Wallenberg proclamo al susodicho convento como Casa de Vida.
Inauguración de la placa de la Casa de la Vida en el Convento de las Hermanas Misioneras de María – Foto: Fundación Internacional Raoul Wallenberg
El cardenal Dalla Costa reclutó no solo a monjas y sacerdotes, sino también a ciudadanos de la zona. El ejemplo más destacado es el del mundialmente reconocido ciclista, Gino Bartali. Como atleta de primer nivel, podía realizar largos viajes de entrenamiento con su bicicleta sin ser acosado por los soldados alemanes. Bartali aprovechó su posición privilegiada para esconder dentro del marco de su bicicleta documentos de identidad que salvaron vidas y que llegaron a muchos judíos escondidos. En 2013, Bartali fue declarado Justo entre las Naciones.
En total, la Red Florentina de Dalla Costa contaba con miles de voluntarios y unas 35 Casas de Vida en toda la región. Durante los esfuerzos de rescate, los activistas judíos y la gente de la Iglesia fueron arrestados y torturados, lo que enfatizó el peligro para todos los héroes involucrados en esta misión.
La Fundación Wallenberg ha rendido homenaje a estos dos héroes, el cardenal Dalla Costa y Gino Bartali en varias ocasiones, incluida la comisión de sellos postales conmemorativos con su semblante.
Otras Casas de Vida que formaron parte de la Red Florentina, serán reconocidas en el futuro, tan pronto como la actual crisis sanitaria permita la realización de ceremonias públicas.
Sin duda, el cardenal Elia Angelo Dalla Costa fue la fuerza impulsora detrás de este notable esfuerzo de rescate. “Hakarat Ha’Tov” (Reconocimiento de la bondad) es el principal objetivo de la Fundación Wallenberg y pocas personas merecen nuestro reconocimiento y gratitud como el cardenal Dalla Costa. Su legado inspirador debe mantenerse vivo. Sus hazañas deben inculcarse en los corazones y mentes de las generaciones jóvenes que deben saber que personas como este héroe italiano fueron faros de luz en el capítulo más oscuro de la historia de la humanidad.
Divulgar su ejemplo es nuestro deber moral.
Baruch Tenembaum nació en 1933 en Las Palmeras, Argentina, una pequeña aldea que formaba parte de los asentamientos judíos del barón Hirsch. Se graduó de una Yeshiva y pasó sus primeros años de adulto enseñando judaísmo. En la década de 1960, Baruch fue Director de la Oficina de Turismo de Israel en Argentina, creando un programa para peregrinos católicos. Ha fundado dos ONG, Casa Argentina en Israel – Tierra Santa y la Fundación Internacional Raoul Wallenberg. Está casado, tiene tres hijos y tiene su residencia en Gibraltar.