BUENOS AIRES – Algo extraño le ha sucedido a Uki Goñial volverse un autor argentino famoso. El los últimos tiempos, por un motivo que no alcanza a comprender, cuando la gente lo ve, ven a un judío. Goñi, alto y delgado, con un corte de pelo prolijo y un estilo seco y algo particular, proviene de una extensa familia católica. Hijo y nieto de diplomáticos argentinos, ha sido educado en el Trinity College de Dublin. Si se le pregunta si tiene alguna relación con el judaísmo de alguna manera, responde: ”Ninguna. Definitivamente.”
Sin embargo, desde su libro Perón y los alemanes, publicado en 1998, su vida ha tomado un rumbo extraño. ”Estaba siendo entrevistado en un programa de televisión cuando salió el libro. Hablábamos sobre Perón y los nazis y la palabra judío no había sido aún pronunciada. El libro no se refiere de ninguna manera al antisemitismo. Y de pronto, sin relación con lo que se estaba hablando, el entrevistador pregunta ´Cómo se siente usted como judío sobre estos temas?´, lo que era verdaderamente extraño porque, como había dicho, no habíamos estado hablando sobre judíos. Habíamos hablado sobre Perón durante los años de la guerra, sus relaciones con Alemania”.
En aquel programa de televisión Goñi respondió simplemente que no era judío. ”Pero luego me di cuenta de que ésa fue sólo la primera vez y de ahí en adelante, siempre que me encuentro con alguien, privadamente o cuando estoy siendo entrevistado, se menciona el tema de los judíos”.
Y así sucedió durante las últimas semanas, gracias a la publicación de otro libro, que tampoco versa sobre judíos.
The Real Odessa
La Auténtica Odesa, publicada en inglés por Granta Books, basado en investigación de archivo de más de seis años, describe dolorosamente la organización de posguerra establecida por el ex presidente Juan Domingo Perón para traer nazis a la Argentina. El libro ha generado invitaciones a Goñi para hablar en grupos judíos y para colaborar en organizaciones judías. Hay pocos no judíos trabajando en la temática pero Goñi advierte que hay un oscuro elemento en juego. ”Para la sociedad no judía, es un modo de descargar un difícil problema. Escribo sobre nazis lo cual no se supone que sea un tema judío sino un tema que interesa al mundo esclarecido, cierto? Sin embargo siempre soy invitado por organizaciones judías. Y realmente lo encuentro preocupante.”
Mientras tanto, la vida social de Goñi no es ya lo que era. ”Privadamente, el tema siempre surge con algo del tipo de ´uy, los judíos! siempre con la misma cantinela´ entonces digo ´no son los judíos los que cantan, soy yo el que canturrea. Estamos hablando de nazis aquí!” Goñi encoge los hombros, pasea la mirada furtivamente alrededor del café donde está sentado con el periodista, después estalla en una carcajada ligeramente nerviosa.
”Lo más incómodo es el silencio que comienza a rodearte cuando tratás con cosas como éstas” dijo. ”Por ejemplo, a veces en grupos de amigos, cuando empiezan a hablar acerca de los judíos, como sucede, alguno aparece en televisión y empiezan ´ah, es judío!´ y repentinamente se vuelven a mí y dicen ´no hablemos más de judíos porque Uki está acá”.
Su familia está sorprendida también con el giro intelectual que tomó la situación. No están del todo complacidos. En la página 33 de La auténtica Odessa, Goñi discute con un hombre que ha servido en el consulado argentino en Bolivia a comienzos de la década de 1940, alguien que aplicó ”rigurosamente” una cierta directiva secreta del gobierno que prohibía la inmigración de judíos. El diplomático, Santos Goñi, es el abuelo del autor.
Con una pequeña sonrisa, Goñi dice que se ha convertido en una ”suerte de espía” sobre el odio que otros, incluso miembros de la comunidad judía, prefieren no ver. Desde la perspectiva de Goñi, ser argentino implica la aceptación de un cierto nivel de conducta antisemita; los judíos no tienen mucha elección. Es casi un standard de la identidad nacional. ”Es tan prevalente” dijo, ” que es aceptado como normal aquí”.
En La auténtica Odessa, Goñi relata haber sido contactado por un alto miembro del Ministerio de Relaciones Exteriores luego de la publicación de su libro en 1998. El oficial lo felicitó y dijo luego que había pensado en un tema que continuara lo publicado: ”Debería escribir sobre el Raoul Wallenberg argentino”. Goñi replicó que no tenía conocimiento de algún argentino que hubiera ayudado a que judíos escaparan a la Argentina. El oficial respondió: ”Bueno, alguien los dejó entrar, hay tantos!”
”Hay una línea conductora” dijo Goñi, ”en lugar de hablar de los desaparecidos de los setentas y ochentas o de los ataques antisemitas en los noventas o la clausura de los puertos argentinos a los judíos en los treintas, la línea directriz es ´es difícil, entonces no nos metamos con ello, no hablemos de eso. No hay antisemitismo, los desaparecidos realmente no existen y bueno, olvidemos sobre el hecho de que han volado 126 personas hace unos pocos años´.
”Es difícil de decir y difícil de aceptar para la gente, pero debo decir que yo mismo soy antisemita, debido a la educación que tuve, que forma parte tan importante de la sociedad en la que he vivido” dijo. ”He vivido negando hasta hace bastante poco que haya cualquier tipo de antisemitismo en la Argentina”
Luego de vivir en distintos lugares siguiendo los destinos diplomáticos de su padre, Goñi llegó a la Argentina a mediados de 1970 con una amiga inglesa. Tenía una tía, una sobreviviente de Auschwitz, que vivía en Buenos Aires, y la joven pareja fue a verla una tarde. El tatuaje de la tía con el número del campo estaba visible y la conversación en un momento se volvió hacia Hitler. El joven Goñi, recién llegado de Europa, dijo ”Bueno, Hitler construyó autopistas, no era del todo malo” – realmente dije esto, contó al Forward-. La tía permaneció en calma. Dijo ”Usted es joven y aunque pueda no darse cuenta en este momento, un día verá la enormidad que acaba de decir´ Y yo me di cuenta inmediatamente cuán absolutamente idiota había sido”.
Hoy, no se perdona. El antisemitismo, que antes no le había preocupado, se ha vuelto para él la prueba primordial para medir la posibilidad de que la Argentina pueda ser una sociedad transparente y democrática o no. ”Si no se puede tratar el tema del antisemitismo aquí, que es tan insidioso, no se puede aprobar el examen de transparencia de una sociedad democrática. Punto final”.
Traducción: Diana Wang