En relación a la columna La larga vida de Raoul Wallenberg, firmada por Vicente Echerri [Perspectiva, 4 de noviembre], nos permitimos señalar que a pesar de la amplia repercusión internacional que ha suscitado, la decisión de Suecia de declarar muerto a Raoul Wallenberg tiene poco valor.
Se trata de un ejercicio burocrático después de una petición de sus parientes para que el héroe sueco de la segunda guerra mundial, salvador de decenas de miles de vidas, sea declarado muerto.
El destino de Wallenberg, un verdadero Héroe sin Tumba, desaparecido el 17 de enero de 1945 luego de ser detenido por el ejército soviético en las afueras de Budapest, continúa siendo un misterio. Los diarios de Ivan A. Serov, el ex jefe de la KGB, parecen apoyar la presunción de que tanto Wallenberg como su chofer, Vilmos Langfelder, fueron ejecutados bajo órdenes directas de Stalin.
Esta misma hipótesis fue presentada en 2006 por Alexander Darchiev, entonces vice embajador de Rusia en Washington, en una carta dirigida a la Fundación Raoul Wallenberg. Darchiev afirmó que “la responsabilidad de la muerte del señor Wallenberg radica en el liderazgo de entonces de la Unión Soviética, y en Stalin personalmente” .
Los detalles del destino de Wallenberg y de Langfelder probablemente estén enterrados en algún archivo oculto de la KGB.
Por lo expuesto hacemos un llamamiento al Presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, para que brinde acceso irrestricto a archivos que permitan arrojar luz sobre esta tragedia humana y, en la medida de lo posible, llevar los restos de Wallenberg a su tierra natal.
EDUARDO EURNEKIAN, PRESIDENTE
BARUJ TENEMBAUM, FUNDADOR
FUNDACIÓN RAOUL WALLENBERG
NUEVA YORK