Gilberto Bosques Saldívar nació el 20 de julio de 1892 en la Villa de Chiautla de Tapia, estado de Puebla.
Estudió en la Normal del Estado y, siendo aún estudiante, se incorporó al movimiento revolucionario de 1910 bajo la dirección de Aquiles Serdán Alatriste.
Terminada la lucha armada formó parte del Congreso Constituyente de Puebla. Su labor legislativa en favor de los trabajadores influyó en forma determinante para incluir en la ley poblana los derechos sociales que acababan de ser promulgados en Querétaro. Entre 1922 – 1923 y 1934-1937, representó a Puebla como diputado federal.
Fundó el ala izquierda del Bloque Nacional Revolucionario y, en 1938, dirigió el periódico El Nacional en el que fue uno de los momentos más ricos en la vida del desaparecido diario gubernamental.
Abandonó la política porque deseaba destinar su tiempo al cuerpo diplomático mexicano.
El entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas, lo designó Cónsul General en Francia durante los años de la ocupación nazi.
Entre 1939 y 1943 Bosques cumplió su misión diplomática ante el gobierno colaboracionista del mariscal Petain en el puerto de Marsella y, desde esa posición, auspició la salida a México de un gran número de judíos, líderes de la resistencia austríaca y francesa, republicanos españoles y otros perseguidos de diversos signos.
En 1943 su labor consular se vio interrumpida cuando el ejército nazi lo privó su libertad, confinándolo junto a su familia por espacio de un año en el poblado alemán de Bad Godsenberg, cercano a Bonn, en una clara violación a las convenciones internacionales para el trato a representantes diplomáticos en tiempos de guerra.
Un acuerdo entre el gobierno de México y el agonizante régimen del Reich lo llevó de vuelta a México poco antes de que terminara la confrontación bélica.
En 1944 Bosques, autor de una vasta obra literaria, escribió en uno de sus numerosos artículos: ”Hice la política de mi país, de ayuda, de apoyo material y moral a los heroicos defensores de la República Española, a los esforzados paladines de la lucha contra Hitler, Mussolini, Franco, Petain y Laval.”
Más adelante, Bosques se desempeñó como Embajador de México en Portugal, Finlandia, Suecia y Cuba, en donde vivió los años de la caída del régimen de Fulgencio Batista y el ascenso de Fidel Castro.
Como embajador plasmó el anhelo libertario que aprendió de sus antepasados. Su intensa y fructífera labor en bien de la humanidad le valió ser uno de los mexicanos con más reconocimientos internacionales.
Los poblanos le rindieron merecido homenaje al grabar su nombre en los muros del recinto del Congreso del estado de Puebla.
En una carta dirigida a Bosques el 23 de marzo de 1941 el Dr. Alfred Kantorowicz, agradecido sobreviviente judío, escribió: ”Tengo el gran placer de anunciarle que partiremos mañana -vía Martinica- con destino a México. No puedo marcharme de Marsella sin reiterarle nuestro mas sincero agradecimiento, tanto de mi esposa como mío propio, por todo lo que usted. ha hecho por nosotros. Si nos marchamos, es gracias a su protección y su ayuda.”
Desde el 4 de junio de 2003, una calle de Viena lleva el nombre de Gilberto Bosques, gracias a la iniciativa conjunta de las autoridades de la ciudad, la Embajada de México en Austria y la Fundación Raoul Wallenberg.