El 16 de mayo pasado el canciller Rafael Bielsa mandó a retirar una placa que estaba colgada en la Cancillería en homenaje a doce diplomáticos argentinos que supuestamente habían actuado en favor de los judíos perseguidos por el Tercer Reich mientras cumplían misión en distintas capitales de Europa.
La placa había sido inaugurada en 2001 por el ex ministro de Exteriores, Adalberto Rodríguez Giavarini junto al entonces embajador israelí Benjamín Oron, del presidente del Congreso Judío Latinoamericano, Manuel Tenembaum y otros dirigente de la colectividad judía.
La lista había sido confeccionada por la ahora cuestionada Comisión de Esclarecimiento de Actividades Nazis en la Argentina (CEANA), creada en 1997 que se alimentó con los generosos fondos reservados que tuvo Cancillería hasta 2001.
Desde el retiro de la placa se han sucedido una serie de cartas de lectores a Clarín en favor y en contra de algunos de los diplomáticos cuestionados.
Desde hace tres años, la Fundación Internacional Raoul Wallenberg cuestionaba el homenaje. Señaló que que en la mayoría de los casos los diplomáticos homenajeados sólo cumplieron con su deber. Los mencionados son: José Angel Caballero, Juan Giraldes, Luis H. Irigoyen, Luis Luti, Héctor Méndez, José Ponti, Federico Fried, Jacobo Laub, Roberto Levillier, Alberto Saubidet, León Schapiera y Miguel Angel de Gamas.
Además, una investigaciones del periodista Uki Goñi y también del profesor israelí Haim Avni, indican que Irigoyen —segundo secretario en Berlín en 1943— se desentendió de la suerte de unos cien judíos argentinos que Alemania buscaba repatriar a la Argentina y luego murieron en los campos de exterminio.
Baruj Tenembaum, presidente de la Wallenberg dijo a Clarín que buscó entre las más de 20.000 personas consideradas ”salvadoras” de judíos que archiva el Museo del Holocausto de Jerusalén, Yad Vashem (la máxima autoridad en el tema), y no encontró un solo argentino que emulara las acciones del diplomático sueco Wallenberg, o del brasileño Luiz Martins de Souza Dantas, entre muchos otros que arriesgaron hasta su vida para cobijar a los judíos. ”Premiar a diplomáticos que cumplían con la ley es para nosotros como denigrar a otros funcionarios que también cumplieron con su deber”, sostuvo Tenembaum.
Pero, el empresario Erwin Auspitz recordó esta semana en una carta a este diario que el diplomático Giraldes, cónsul argentino en Viena en 1938 ayudó a sus padres, a su hermana y a una abuela a conseguir visas de tránsito aún sabiendo que la familia tenía intenciones de quedarse ilegalmente en Buenos Aires. Egon Strauss, otro lector, coincidió al señalar que Giraldes lo ayudó a él mismo en Viena, cuando pasó por un alto sus documentos falsos con los que buscaba viajar a Buenos Aires.
Por su parte, descendientes de Irigoyen, Edelmiro Solari Yrigoyen y Mercedes Irigoyen de Campbell, negaron tajantemente la acusación de la Wallenberg y aseguraron que el diplomático Irigoyen ”hizo permanentes y exitosos esfuerzos” para salvar judíos, actitud que fue reconocida —dicen, pero sin documentar— por figuras como Konrad Adenauer y Willy Brandt.
Lo grave es que no aparece investigación administrativa alguna que respalde con datos las menciones de la placa homenaje.