Con el fallecimiento de Joseph Tommy Lapid ( ”Una voz crítica”, de Santiago Tarín, La Vanguardia,2/ VI/ 2008) muere un distinguido político, periodista y humanista. Dueño de una aguda y singular retórica, durante las últimas décadas, Lapid fue una de las figuras más sobresalientes del panorama político y cultural de su país, Israel, al que emigró después de sobrevivir el holocausto.
Raoul Wallenberg, el diplomático sueco que salvó 100.000 judíos húngaros de las garras de los nazis, fue quien rescató a Lapid y a su madre.
Tommy nunca olvidó su deuda con su salvador y durante toda su vida resaltó el legado humanitario de Wallenberg. Hace años se incorporó como miembro honorario de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, una ONG que fundé junto con el difunto congresista estadounidense, Tom Lantos, quien también fuera rescatado por Wallenberg. Lapid fue una fuente de inspiración en todas nuestras actividades, desde la preservación y difusión del legado de Wallenberg y otros héroes del holocausto, así como en nuestra constante lucha por extraer respuestas de las autoridades rusas en cuanto al destino y paradero del diplomático sueco, quien fuera secuestrado hace 63 años por las tropas soviéticas en Budapest y nunca más se le volvió a ver. Como por magia del destino, la serie de excelentes artículos sobre el holocausto que La Vanguardia está publicando bajo la pluma de Eduardo Martín de Pozuelo es un hermoso homenaje a este gran luchador en pos de los derechos humanos.
junio 3, 2008